HISTORIA
Los caballeros cubicularios
La denominación "CUBICULARIO" equivale a "Parakoinomenos"; en tiempo de los griegos era el que dormía junto a la cámara del emperador. En Zamora se adoptó este nombre para la Cofradía de los caballeros que custodian los Cuerpos Santos de San Ildefonso y San Atilano.
Los toledanos siempre ansiaron recuperar las sagradas reliquias de San Ildefonso, hasta el punto de que , en 1504, el Papa Clemente VIII ordenó al Obispo y Cabildo de Zamora que hicieran entrega a los representantes del arzobispado de Toledo de aquellas reliquias, bajo gravísimas penas, y como no cedieran los zamoranos, los de Toledo recurrieron a ilícitos procedimientos enviando a un sacerdote que se infiltró en la iglesia y en la primera ocasión que tuvo sustrajo de la capilla una cabeza y con ella escapó precipitadamente a la ciudad imperial.
Se dice que al llegar a Toledo con el fruto de aquel robo sacrílego se comprobó que, con la precipitación abrió una caja por otra y se llevó una cabeza equivocada (el cráneo de San Ildefonso presenta una señal inequívoca, según consta en las actas desde su descubrimiento)
Aquel hecho hizo tomar toda clase de precauciones, sobre todo en la elección de los caballeros cubicularios, cuya cofradía , según los documentos de su archivo, data de 1465.
Las Constituciones reformadas de 1536 fijan el número, condiciones y deberes de los cofrades, estableciendo que no pasen de setenta hermanos legos, por necesidad que sean caballeros y fidalgos de la ciudad de Zamora, aunque con facultad de entrada de otros de fuera, "siendo gente principal y de limpia sangre" lo que implicaba que habían de hacerse pruebas de nobleza con tanto rigor que no se dispensaban a los caballeros de las órdenes militares ni a otros nobles.
Al ingresar daban los cofrades limosna de mil maravedíes, y el mayordomo, por tener una llave de las urnas y de la reja donde se encuentran los Cuerpos Santos debían hacer juramento de fidelidad en el cargo (pleito homenaje).
La suspicacia o desconfianza de los zamoranos se justificó más aún cuando se comprobaron los propósitos del Cardenal Cisneros de conseguir por la autoridad de su persona todas, o al menos una parte, de las reliquias del Santo para llevárselas al arzobispado de Toledo.
Cisneros había dado instrucciones secretas a Pedro Vivero y Francisco Ruiz, familiares suyos, para que, cuando él viniese a Zamora con el pretexto de adorar el Cuerpo Santo, en el año de 1505, le resultase posible llevarse las santas reliquias.
Ante la legítima defensa y rotunda negativa de la ciudad, siquiera abrir las rejas, el Cardenal se sintió frustrado, pero no consiguió sus propósitos .
Balbino Lozano
La denominación "CUBICULARIO" equivale a "Parakoinomenos"; en tiempo de los griegos era el que dormía junto a la cámara del emperador. En Zamora se adoptó este nombre para la Cofradía de los caballeros que custodian los Cuerpos Santos de San Ildefonso y San Atilano.
Los toledanos siempre ansiaron recuperar las sagradas reliquias de San Ildefonso, hasta el punto de que , en 1504, el Papa Clemente VIII ordenó al Obispo y Cabildo de Zamora que hicieran entrega a los representantes del arzobispado de Toledo de aquellas reliquias, bajo gravísimas penas, y como no cedieran los zamoranos, los de Toledo recurrieron a ilícitos procedimientos enviando a un sacerdote que se infiltró en la iglesia y en la primera ocasión que tuvo sustrajo de la capilla una cabeza y con ella escapó precipitadamente a la ciudad imperial.
Se dice que al llegar a Toledo con el fruto de aquel robo sacrílego se comprobó que, con la precipitación abrió una caja por otra y se llevó una cabeza equivocada (el cráneo de San Ildefonso presenta una señal inequívoca, según consta en las actas desde su descubrimiento)
Aquel hecho hizo tomar toda clase de precauciones, sobre todo en la elección de los caballeros cubicularios, cuya cofradía , según los documentos de su archivo, data de 1465.
Las Constituciones reformadas de 1536 fijan el número, condiciones y deberes de los cofrades, estableciendo que no pasen de setenta hermanos legos, por necesidad que sean caballeros y fidalgos de la ciudad de Zamora, aunque con facultad de entrada de otros de fuera, "siendo gente principal y de limpia sangre" lo que implicaba que habían de hacerse pruebas de nobleza con tanto rigor que no se dispensaban a los caballeros de las órdenes militares ni a otros nobles.
Al ingresar daban los cofrades limosna de mil maravedíes, y el mayordomo, por tener una llave de las urnas y de la reja donde se encuentran los Cuerpos Santos debían hacer juramento de fidelidad en el cargo (pleito homenaje).
La suspicacia o desconfianza de los zamoranos se justificó más aún cuando se comprobaron los propósitos del Cardenal Cisneros de conseguir por la autoridad de su persona todas, o al menos una parte, de las reliquias del Santo para llevárselas al arzobispado de Toledo.
Cisneros había dado instrucciones secretas a Pedro Vivero y Francisco Ruiz, familiares suyos, para que, cuando él viniese a Zamora con el pretexto de adorar el Cuerpo Santo, en el año de 1505, le resultase posible llevarse las santas reliquias.
Ante la legítima defensa y rotunda negativa de la ciudad, siquiera abrir las rejas, el Cardenal se sintió frustrado, pero no consiguió sus propósitos .
Balbino Lozano




















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