NOCTURNOS
Y ella se fue
En la vida vamos de derrota en derrota hasta perderlo todo. En el amor, vamos del desengaño al desencanto hasta el suicidio del erotismo. A mi edad, no nos recuperamos ni de las dolencias físicas, ni de las cuitas del alma.
Quise amar a una mujer como nunca. Me hice labio, boca, palabra y sexo para que se enamorase de mí. No me dejó. Se fue. Cuando me amaba, viajaba en el tiempo, profundizaba en mi pasado, porque quería saber a quién había querido antes que ella. Se transformó en una celosa anacrónica. Pero yo ya soy más invierno que otoño, mis ramas se muestran desnudas, apenas corre savia por mi cuerpo y la clorofila, tan escasa, no me permite la fotosíntesis de la pasión.
Cuando se ama tanto hasta enloquecer, hasta perderte en tu pareja, hasta dejar de ser tú para ser otra persona, si te quedas solo, si se va quien llena tu vida, te mueres sin saberlo, vives por inercia, te duele pensar, te ahoga el desamor.
Y ella se fue. Me dejó mucha muerte, me robó la sonrisa, me vació por dentro y desangró mis verbos.
Eugenio-Jesús de Ávila
En la vida vamos de derrota en derrota hasta perderlo todo. En el amor, vamos del desengaño al desencanto hasta el suicidio del erotismo. A mi edad, no nos recuperamos ni de las dolencias físicas, ni de las cuitas del alma.
Quise amar a una mujer como nunca. Me hice labio, boca, palabra y sexo para que se enamorase de mí. No me dejó. Se fue. Cuando me amaba, viajaba en el tiempo, profundizaba en mi pasado, porque quería saber a quién había querido antes que ella. Se transformó en una celosa anacrónica. Pero yo ya soy más invierno que otoño, mis ramas se muestran desnudas, apenas corre savia por mi cuerpo y la clorofila, tan escasa, no me permite la fotosíntesis de la pasión.
Cuando se ama tanto hasta enloquecer, hasta perderte en tu pareja, hasta dejar de ser tú para ser otra persona, si te quedas solo, si se va quien llena tu vida, te mueres sin saberlo, vives por inercia, te duele pensar, te ahoga el desamor.
Y ella se fue. Me dejó mucha muerte, me robó la sonrisa, me vació por dentro y desangró mis verbos.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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