Sábado, 22 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Domingo, 13 de Noviembre de 2022
CRÍTICAS

A los que se mofan de los símbolos de España

OnísUn socialista o un comunista francés son antes franceses que comunistas o socialistas. El alemán, el italiano y el portugués con esas ideologías también se sienten patriotas más que socialistas o comunistas. Lógico. Solo hay una anormalidad europea: España. Aquí, en general, podría haber excepciones que confirmaran la regla, los socialistas y comunistas con gran carga ideológica odian todo lo que represente a España: la bandera, que la creen franquista cuando data de 1785, habiendo sido también la de la I República, aquella primera intentona que acabó con el cantonalismo: Murcia, Cartagena, Sevilla, Granada, por poner unos cuantos ejemplos, se declararon cantones independientes. Estudiar el siglo XIX español ayudaría a comprender la historia del XX y quizá también de lo que llevamos de actual centuria, ya en su tercera década.

La bandera republicana, que inventó Lerroux, el político con mayor tradición republicana al llegar el 14 de abril de 1931, después odiado por comunistas, anarquistas y socialistas, contra cuyo gobierno dieron un golpe de Estado Largo Caballero e Indalecio Prieto, y la ERC de Companys, carecía de tradición.

Muchos que van ahora de republicanos, pero que no son más que revolucionarios marxistas y estalinistas, ignoran por qué aparece el color morado en aquella bandera. Se lo explico: porque representaba a Castilla, región origen de España. Grave error. Porque la enseña castellana siempre fue rojo carmesí. Ahora bien, el pendón de los comuneros, que se exhibía en el Museo del Ejército, con el paso del tiempo, decoloró en morado. ¿Enterado el personal? Por lo tanto, la auténtica bandera republicana hubiese sido rojigualda.

Prosigo: la bandera es un símbolo. Para los socialistas y comunistas, un trapo. Pero aman la roja con la hoz y el martillo, la de la URSS. Esa no es un retal apolillado. La bandera española, la de casi toda la vida, la contemporánea, representa la unidad de la nación más antigua de Europa, basada en la libertad, en la democracia liberal, en el individuo, en la propiedad privada, en la libertad de prensa, de movimiento. A los que les gusta la roja, quizá hubieran preferido vivir en un régimen de dictadura del proletariado, pero administrada por burgueses, como fueron los bolcheviques rusos, excepción de Stalin, hijo de un zapatero remendón y una ama de casa, que estudió en un seminario. Por supuesto, no se puede vivir mejor que en un estado en el que solo existe un partido, no hay prensa privada, ni emisoras ni televisiones, ni elecciones libres, ni libertad de movimiento, ni propiedad privada. Alabo el gusto a ese personal.

Si las gentes izquierdas de aquí se sintieran españolas, respetarían nuestra bandera y no se mofarían de los zamoranos, muchísimos, que hoy juraron bandera en la Plaza Mayor. Santiago Carrillo la hizo suya también, cuando fue secretario general del PCE, que entonces ya se sentía español.  Reconozco, no obstante, que el odio siempre es un sentimiento mucho más fuerte que el amor.

A mí la música militar, como cantaba Paco Ibáñez, que, octogenario, sigue siendo comunista, muy bien, nunca me supo levantar. También conozco falangistas con esas edades. Se trata de gente con fe, religiosa, bautizada en ideologías fracasadas, periclitadas; que no resisten un análisis racional. Pero cada cual comulga con las ruedas de su propio molino ideológico. Hay gente “pató”.

Una de las mayores alegrías de mi vida fue librarme de la mili. Me tocaba el campamento en Cádiz y cuartel en Melilla. Soy ateo racional. Ni agnóstico ni otras zarandajas. Pero respeto a los militares, los admiro por su preparación intelectual y su complicada vida. También pondero a los que van a misa, confiesan y comulgan y se consideran católicos, apostólicos y romanos (en Zamora, románicos). No odio a los soldados ni a los creyentes, ni a los generales ni a los curas. Y si esta mañana miles de zamoranos se sintieron felices jurando bandera, yo encantado.

Nunca me reiré de la bandera que representa la unidad de España, aunque no me provoque pasiones; ni del himno nacional, ni de cristos ni de vírgenes. Lo que me da miedo es la gente que se burla y desprecia de los símbolos de la nación y que juraría bandera si fuera roja y con hoz y un martillo. Los demócratas –hay tan pocos- no me despiertan temor; los comunistas y los fascistas, que anhelan a Stalin, Hitler y Mussolini, me acojonan.

Por cierto, los etarras amaban la ikurriña, una bandera inventada por un demente llamado Sabino Arana, símbolo del PNV, el partido más racista de Europa, después elevada a bandera del País Vasco. La señera catalana actual, con la estrellita independentista, otra tontería cursi moderna. Las barras amarillas y rojas venían del Reino de Aragón, vinculada al Vaticano.

Concluyo: a los que se mofan de las personas que juraron bandera, hombres y mujeres, mayores y jóvenes, les ruego que se burlen también de mí. Su befa es mi gloria.

Eugenio-Jesús de Ávila

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.127

Todavía no hay comentarios

El Día de Zamora

Ir al contenido
Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.