Miércoles, 31 de Diciembre de 2025

Redacción
Miércoles, 16 de Noviembre de 2022
HABLEMOS

Estatuillas

Carlos Domínguez

[Img #71911]   La verdad es que resulta difícil saber a qué carta quedarse con esta moda democrática, diríase populachera, de sembrar calles, plazas o incluso interiores con estatuillas, imágenes, figurillas a tamaño natural y en forma de hongos a voleo, o sea, una setita por aquí y otra por allá, de próceres, caciques, caciquillos o cacicones inmortalizados gracias al broncíneo fulgor del estafermo. La cosa pudo comenzar en Madrid, vaya usted a saber pelotas y mecenas, con la talla de algún intelectual ilustre, al paso de los años exhibición entre patética e histriónica, a causa del desdoro de la imaginería. Y pudo seguir, que se tenga noticia, con la del conocido sopla…algo neoyorkino, ameritando en la señorial Oviedo lo que nunca dejó de ser. Fuera de esto, nada nuevo bajo el sol. Con todo, se tiene la impresión de que tal apeadero equivale a hacer flaco favor a próceres y jerarcas, porque abajarlos en medio de la chusma supone exponerlos al popular sobaselfi, con cualquier patán empeñado en pegarse, abrazar y resudar al personaje, aun sin saber con quién uno y otro se juegan los cuartos. ¡Ojo al sobaselfi, pero no menos a la figurilla!, saliendo acaso rana a modo de paleto sopla gaitas o… botijo, desde la prestancia del irisado y azulón original. Que normalmente con la añada, ¡ya es soplar y tornasolar!

 

   Aun así, el problema viene de la peana, el templete y la columna. Faltando esto con tanto nivelar, tenemos que cualquier figurilla acaba en un limbo, dado que ahí, a pie de calle chaqueta al hombro, no acredita estar vivo ni muerto, en lo cual estriba la dificultad. Pues, si lo primero, la figurilla hace de permanente esquela o estampita, anunciando en obituario selfi un día sí y otro también el acecho de la parca. ¡Dios, qué cruz! Si lo segundo, tanto abajar es mengua y desprestigio, puesto que, una vez finado, lo menos que cualquier caciquillo exigiría de pelotas y conmilitones es un monolito, altar, o al menos poste, que libre de tanto resudado callejero su dignísima memoria. Vamos, que un san Simeón por lo estilita. Pero entonces, ¿qué hacer con finado y figurilla, ésta más sobada a pie de calle que la breva la bernarda? A bien ser y por justicia subirlo a la peana, lo que tampoco parece viable por lo andante y volandero, aquí zancada y zamarra de por medio. Total, que verdes las siegan pelotas y hagiógrafos cuando ponen a sus santones o santicos en la tesitura, quiero decir andanza, de perder al día de mañana gloria y peana, siquiera por la inestabilidad y escasa enjundia del montaje, que nunca del personaje. Tornasol, sol, sol con más sol, y sic transit….  lo que cualquiera sabe e imagina.   

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