Miércoles, 31 de Diciembre de 2025

Emilia Casas Fernández
Jueves, 17 de Noviembre de 2022
EXCUSAS

No son luces de Navidad

[Img #71983]No voy a negar que el cambio de estación entre el verano y el otoño provoca un efecto en el estado emocional de cualquiera de nosotros. Pero, creo que el ser humano está en una constante “búsqueda de excusas” para argumentar sus cambios de conducta, su apatía por vivir o su aislamiento social. De todos es sabido que el otoño y el invierno generan una serie de alteraciones de vida que empujan a las personas al hacinamiento en sus casas y a tener que vivir respecto a los horarios solares; especialmente este año, que nos encontramos en medio de una crisis energética, altos precios de la electricidad y en un contexto de crisis climática. Lo que ha llevado a preguntarme, si sería posible mantener la ilusión, hacer funcionar la economía, ser sensibles a las necesidades del sector comercial y a la preocupación de las empresas de iluminación, y, además, contribuir a los objetivos de ahorro energético y reducción de la contaminación lumínica estas fiestas, sin causar rifirrafes entre políticos, ecologistas, ciudadanos e incluso países enteros, debido a esta crisis energética que sufre Europa actualmente, causada por la invasión rusa de Ucrania. Y creo que, en medio de todo eso, y a pesar de que el 90% de mis conocidos y amigos piensen lo contrario, sí que es posible hacer de esta navidad, una muy especial para todos.  

 Según dicen los que saben, los municipios, con independencia de su color político, ya han buscado un equilibrio entre reducir sus costes y aportar un ejemplo de ahorro sin renunciar al reclamo que significa iluminar las calles y todo ello después de varios años de mejoras para hacer más eficiente y económico el alumbrado navideño. Reducir las horas del encendido y sustituir todas las luces de navidad actuales por luces LED (considerablemente más caras que las bombillas de siempre, pero más respetuosas con el medio ambiente y más duraderas) son algunas soluciones, sin prescindir de la tradición y sin condenar a los sectores que generan tanta ocupación y que lo han pasado muy mal desde el comienzo de la pandemia.   

Recorrer las calles bajo un manto de luces de colores es una sensación que solo se puede vivir una vez al año. Y todos los años, los ayuntamientos se esmeran en recordar a sus ciudadanos que cuentan con un comercio local atractivo para realizar sus compras navideñas. Las calles se decoran y algunas tiendas personalizan su decoración para hacer más amena la visita. Obviamente, ante una calle oscura y otra iluminada con gusto, elegiremos la segunda opción para pasear y quizás, comprar un pequeño detalle. Lo crean o no, muchas personas se mueven a otras ciudades con el principal objetivo de ver las luces de Navidad. Sumarse a esta estrategia de turismo navideño para atraer más visitantes, siendo conscientes de que el éxito es fruto de un engranaje donde hasta el más pequeño detalle, brilla, para que las ventas aumenten y las tiendas locales sean vistas tanto o más como las luces LED, me parece interesante. Obviamente no se trata sólo de montar el árbol más grande, o la bola del mundo más espectacular, detrás tiene que haber orquestada una estrategia para que los visitantes consuman y para ello, el sacar a la calle el comercio resulta imprescindible.    

 Zamora, es una ciudad que todo el año presume de un mágico encanto, teniendo como telón de fondo nuestro románico, nuestra gastronomía, nuestros quesos, mieles, aceites, o los majestuosos caldos de los que podemos sentirnos muy orgullosos, sus bellos paisajes y como no, el talento que escritores, músicos, compositores, escultores... han dejado (y dejan) cada día en nuestra ciudad, (algo que desde las navidades del año 2016, cada año, por estas fechas, insisto en recordar y desde el 2019 en adelante, aún más) Porque, aunque las luces ayuden, otras actividades menos llamativas son igual de productivas si actúan a la vez. Un reclamo turístico también posible en Navidad, manteniendo la ilusión, haciendo funcionar la economía, y siendo sensibles a las necesidades del sector comercial.  

Emilia Casas Fernández 

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