Zamora necesita políticos dinámicos y con ideas y un proyecto de ciudad distinto

El equipo de gobierno que administra la casa de todos, la de las Panaderas, el Ayuntamiento, deberá atender a dos cuestiones esenciales entre mayo de 2023 y 2027: la estética, importante, con una gran labor por hacer y atender, y la búsqueda de inversiones externas. La ciudad hay que embellecerla, porque el turismo cultural así lo demanda. Ahora bien, no solo se puede vivir de la cultura. Si no llegan empresas,  esta ciudad se convertirá en un museo que se visitará por inercia. Nuestra historia es esencial para comprender la España medieval. Pero el desconocimiento generalizado de la España contemporánea de su pasado, incluso reciente, resulta alarmante.

El nuevo Ayuntamiento deberá ser dinámico, avanzado, con perspectivas más amplias. Alcalde y concejales, preparados para viajar aquí y allá con el objetivo de presentar nuestra tierra como espacio de inversiones empresariales. En los despachos, no se pesca nada, tiras la caña o las redes y las sacas incluso sin el cebo, sin un pobre pececillo;  hay que ir a los ríos para capturar una “pescata” de negocios con proyectos atractivos, con políticas fiscales suaves, nunca agresivas.

Hay que pedir ya a Adif que ceda los terrenos de la Estación del Ferrocarril para crear un polígono industrial propio en una zona extraordinaria. Fagúndez, siendo teniente alcalde en el primer mandato de Guarido, se reunió con dirigentes del organismo ferroviario para alcanzar un acuerdo. Nunca más se supo. Los actuales  polígonos son propiedad del Estado, en los que el Ayuntamiento solo invierte en su mantenimiento; pero se halla incapacitado para ejecutar una política que conlleve, verbigracia, rebaja de impuestos que facilitase la adquisición de terrenos por los empresarios interesados en instalarse en ambos.

Zamora necesita un Ayuntamiento que seduzca, que enamore, que conquiste inversiones. Nadie vendrá aquí a invertir. ¡Pero si no se nos conoce…solo por lo malo, por lo horrible, por lo apocalíptico: incendios de la Sierra de la Culebra! Y, cuando se conocen nuestras miserias, como la despoblación galopante, el Gobierno pasa y la Junta también. Ni fiscalidad diferenciada, ni otras prebendas para nuestra tierra. ¡Qué nos vayan dando!

Por lo tanto, se requiere un Casa de las Panaderas dirigida por gente dinámica, inconformista, que anhele otra Zamora distinta, más grande, más habitada, no menguante ni reducida al románico y la Semana Santa, que dan para muy poco. Arte y Pasión deben ser imágenes, jamás esenciales para reactivar la economía, detener el avance brutal del desierto demográfico y retener a los jóvenes con puestos laborales.

Para los reaccionarios y caciques baratos, Zamora  es lo que es y no puede ser de otra manera. Parece frase propia de Rajoy. Ni tampoco aquel otro aserto de Rafael el “Gallo”, hermano de Joselito, nos vale: “Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible". Valladolid en 1950 ni soñaba con albergar a una multinacional del poderío de la Renault gala.

Tenemos que aspirar a lo máximo. Si nuestra mente es pequeña para pensar, no haremos otra cosa que mermar. Pidamos lo imposible. No nos conformemos con ser y estar, porque, de seguir con esta dinámica apática, derrotista y pusilánime, la década que empieza en 2031 conocerá una ciudad sin servicios, sin jóvenes, sin alma, una especie de residencia de mayores y un marco idóneo para tesis doctorales de sociólogos, demógrafos y psicólogos.

La estética desde lo estático conduce a la nada social, al abandono y a la muerte viva. Nuestra ciudad, como una mujer bonita, tiene que atraer a inversores que la transformen, que apuesten por lo extático, por la belleza del trabajo, por el saber vivir. Necesitamos políticos con ideas, con proyectos para una ciudad distinta, con una forma de producción diferente, que vincule arte e historia con desarrollo y porvenir. Y no tengo más que añadir.

Eugenio-Jesús de Ávila