NOCTURNOS
Morir por amor
Nadie muere de amor. Cáncer, infarto, accidente, Alhzeimer, ictus y diversas enfermedades nos roban la vida. No voy a negar que la literatura, verbigracia, el Werther de Goethe, Romeo y Julieta, de Shakespeare; el cine y el teatro, más la vida nos enseñan que hay personas, hombres y mujeres, que se suicidan por amor. Dicen. Pero, según mi particular reflexión, no por amor a su pareja, sino por falta de amor a sí mismas. Se quieren tan poco que se odian. Y vuelcan su pasión sobre otro ser humano. Lo dan todo: ternura, cariño, sexo, placer. Si se les desprecian, se quedan sin nada. Se van porque no tienen nada. Y el ser humano, aunque los comunistas se la quieran cargar, necesita sentirse propietario de algo: enseres, cuerpos y almas ajenos.
He amado mucho, pero muy poco. Calidad, belleza e intelecto. ¿He sufrido por amor? Sí. Pero jamás pensé en suicidarme, en quitarme del medio, por mucho que amase a una mujer. Lloré todas las palabras que pude. Me descargué por dentro y seguí mi camino.
Quizá, algún día, antes de que Cronos deje de dar cuerda a mi reloj, me encuentre con la mujer de mi vida que deseo sea también la de mi muerte. Como me quiero todavía, aunque me juzgue, con severidad, todas las noches antes de que la madrugada me encuentre besando a mi fiel almohada, nunca tomaré en consideración morir por amor. De momento, no es un virus que resida en mi espíritu.
Eugenio-Jesús de Ávila
Nadie muere de amor. Cáncer, infarto, accidente, Alhzeimer, ictus y diversas enfermedades nos roban la vida. No voy a negar que la literatura, verbigracia, el Werther de Goethe, Romeo y Julieta, de Shakespeare; el cine y el teatro, más la vida nos enseñan que hay personas, hombres y mujeres, que se suicidan por amor. Dicen. Pero, según mi particular reflexión, no por amor a su pareja, sino por falta de amor a sí mismas. Se quieren tan poco que se odian. Y vuelcan su pasión sobre otro ser humano. Lo dan todo: ternura, cariño, sexo, placer. Si se les desprecian, se quedan sin nada. Se van porque no tienen nada. Y el ser humano, aunque los comunistas se la quieran cargar, necesita sentirse propietario de algo: enseres, cuerpos y almas ajenos.
He amado mucho, pero muy poco. Calidad, belleza e intelecto. ¿He sufrido por amor? Sí. Pero jamás pensé en suicidarme, en quitarme del medio, por mucho que amase a una mujer. Lloré todas las palabras que pude. Me descargué por dentro y seguí mi camino.
Quizá, algún día, antes de que Cronos deje de dar cuerda a mi reloj, me encuentre con la mujer de mi vida que deseo sea también la de mi muerte. Como me quiero todavía, aunque me juzgue, con severidad, todas las noches antes de que la madrugada me encuentre besando a mi fiel almohada, nunca tomaré en consideración morir por amor. De momento, no es un virus que resida en mi espíritu.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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