Periodo constituyente y prerrevolucionario

Los españoles de pie ignoran, no han caído en la cuenta, que viven un proceso histórico de incalculables consecuencias. El gobierno y sus socios, todos enemigos del Estado democrático español, todos marxistas-leninistas, separatistas y racistas, necesitan transformar la Constitución de 1978, elaborada con un amplio consenso de las izquierdas y franquistas reciclados, con diversas e importantes cesiones a los partidos nacionalistas. Edulcorar el delito de sedición forma parte de esa trama orquestada por el sanchismo, nostálgicos de la URSS y el Frente Popular, más la suma de los secesionistas. A no tardar, el delito de malversación también sufrirá otro proceso que vendrá evitar que los golpistas corruptos catalanes sean juzgados.

No se olvide el lector que Sánchez es el dueño de la Fiscalía General del Estado. Así se lo confesó, tras pregunta retórica a un periodista. La primera persona que ocupó ese puesto fue la anterior ministra de Justica, la mujer del juez prevaricador Garzón, caso único en cualquier nación democrática. El director del CIS, Tezanos, miembro de la ejecutiva nacional del PSOE. Otra excepción en la historia de este organismo estatal. Descabezó el CNI y ahora va también a por el poder judicial para ocupar todas las instituciones esenciales del Estado.

Y, como colofón, una vez que el Tribunal Constitucional haya sido tomado por Conde Pumpido y los lacayos de Sánchez, el referéndum de independencia, tantas veces reclamados por ERC y Juntos por Cataluña, más los grupos políticos marginales y el PSC, el socialismo felón, se convertirá en constitucional y, por lo tanto, se celebrará. Recuerdo que no existe un referéndum regionalista: “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos. El referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados” (Artículo 92 de la Carta Magna). Subrayo: De todos los ciudadanos, de todos los españoles, no solo de los que están censados en Cataluña. Al loro.

 Calculo que no se concederá antes de las elecciones de diciembre de 2023, para que los españoles que aman a su patria y se sientan de izquierdas, puedan seguir votando a Pedro Sánchez. Pero si las elecciones las ganan las derechas, que lo dudo, porque toda la maquinaria propagandística del Estado –televisiones más que nada-, el BOE y la caridad del Estado hacia las clases medias proletarizadas volverán a otorgar la victoria, por la mínima, al sanchismo, que renovará el pacto con Iglesias, el feminismo reaccionario de su pareja y amigas; el golpismo racista de ERC, más los que fueron altos cargos de ETA, como Otegui, más la diputada Aizpurua, editora de Egin y fundadora de Gara, la prensa preferida de los votantes filoetarras.

Auguro que en 2024 se celebrará el referéndum en Cataluña, que ganarán las fuerzas secesionistas por la mínima, pero suficiente para exigir la independencia a Sánchez, que se la concederá, ¡faltaría más!,  después de algún discurso plúmbeo y  lacrimógeno, en el que les pedirá que no se vayan, que unidos somos más grandes. Y, de alguna manera, los separatistas acordarán formar parte de una confederación de, digamos, de pueblos ibéricos, para ser independiente, pero seguir tirando de la ubre de la monarquía constitucional española.

En el País Vasco las cosas son más complicadas, porque PNV, aunque racista, teme una Vasconia independiente, porque los hijos, los simpatizantes y terroristas de ETA los liquidarían para crear una Albania cantábrica, una República Soviética Vasca. Recuerdo que el PNV jugó con el Frente Popular y con el bando nacional durante la Guerra Civil e incluso pidió a Inglaterra que convirtiera aquella tierra tan española en una especie de protectorado, de un Gibraltar del norte.

Creo que estamos en un proceso constituyente y prerrevolucionario diseñado desde el poder. Ignoro cuál será su deriva. Pero sus consecuencias las juzgo imprevisibles. Los que deseen vivir en una República Comunista lo celebrarán. Formarán parte de un Estado, regido por unos cuantos revolucionarios profesionales de la burguesía desclasada, que establecerán y administrarán una dictadura del proletariado, en la que solo habrá un partido, medios de comunicación públicos, sin libertad de prensa, por tanto; quedará proscrita la propiedad privada y nunca más se consultará al pueblo, a las masas, en comicios y elecciones. 

Y poco más. La revolución silente, la del hombre que pasará a la historia por traer la III República, pero sin que los políticos de derechas pudieran presidirla y administrarla. No sé cómo destronará a Felipe VI.

Pedro Sánchez, admirador de Largo Caballero, pero no de Besteiro, un socialista cabal, ejecutará los objetivos de su ídolo político casi 90 años después: ““La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo y, como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”. Largo Caballero en un mitin en Linares, el 20 de enero de 1936. Por cierto, este ¿demócrata? tiene estatua en Madrid. Una sutil diferencia, Largo era un trabajador; Pedro Sánchez, un burgués.

Los españoles que sean conservadores, liberales, demócratas y no izquierdistas, deberán ir asumiendo en el tipo de Estado del que serán súbditos en un futuro no muy lejano. Ya lo dijo Largo: “La democracia es incompatible con el socialismo”. No le voy a quitar la razón al Lenin español.

Eugenio-Jesús de Ávila