Negrín (PSOE): “No hay más que una nación: ¡España!”

Carmen Calvo, ministra de Zapatero, vicepresidente purgada por Sánchez, junto al 40% de los ministros socialistas en la primera crisis de gobierno, pronunció un célebre aserto, propio de una ignorante, ridículo: “El dinero público no es de nadie”.  Ahora el presidente del ejecutivo, postrado de hinojos ante ERC, partido golpista por triplicado: años 1926, 1934 y 2017, ha transformado aquella frase en un esperpento, en absurdo, en algo extravagante, al cambiar, desde el poder, el delito de malversación. Traduzco: el dinero público, que, insisto, no es de nadie, se lo gastaron los golpistas catalanes, entre otros enseres, en urnas, propaganda, fotocopias, necesarios para aquel referéndum ilegal, preparatorio del golpe. Imagino que también comprarían medios de comunicación y articulistas. Pero eso no es corrupción, porque se argumenta que no fue lucro personal de ninguno de los protagonistas. Hay que tener mucha jeta jurídica.

Zamora, a no tardar, podría fundar un partido político provincialista y nacionalista, con ambiciones de constituirse en república. Para lograrlo, con dinero público crearía embajadas, pagaría periódicos y televisiones, agitaría las calles con juventudes radicales y, finalmente, daría un golpe de Estado. Pues hete aquí que no se consideraría rebelión, pero sí sedición, delito castigado con penas muy leves, merced a Sánchez. Y, además, el dinero público dedicado a ese objetivo, tampoco sería delito, corrupción, porque no se emplearía en el lucro de personas individuales.

Nunca un presidente de Gobierno ha llegado tan lejos en su afán por permanecer en el poder, aunque sea tutelado por los partidos que confiesan, sin esconderse, su intención, a no tardar, de España.

De momento, este socialista de pacotilla ha permitido que en Cataluña se persiga a los niños que hablan castellano, obligados a recibir clases en el idioma de Verdaguer en un 75%; que pacta unos Presupuestos Generales del Estado que priman aquella autonomía, en detrimento de regiones que se siente españolas; que indultó a los golpistas y que ahora, todo por su poder personal, se carga el Código Penal. ¡Qué más da! El pueblo español traga revoluciones de ultra izquierda, dictaduras de derechas, corrupciones generalizadas de partidos y personas.

La próxima concesión de Sánchez, que aprobarán, sin duda, Podemos, los de Compromís valenciano, gente catalanista y de izquierda radical, se llama referéndum, que, según el artículo 92 de la Constitución, se estructura en el siguiente texto: “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos (no solo los catalanes). El referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados”.

Los juristas de Sánchez, a punto de hacerse con el Constitucional, transformarán la Carta Magna, al gusto de los secesionistas que encontraron en este gobierno una enorme debilidad, tanta que todo chantaje se admite, aunque se destruya el Estado, la democracia de 1978. Por lo tanto, habrá referéndum legal para que Cataluña decida si quiere independizarse del resto de España. Si sale bien, Bildu planteará otro referéndum en el País Vasco. Pregunta cándida: ¿Qué sucedería si los catalanes y los vascos deciden irse de España? ¿Lo admitiría Europa? ¿El Rey de España se pronunciaría o permanecería tan tranquilo en La Zarzuela? ¿Podría considerarse un golpe de Estado estos cambios, profundos, de la Carta Magna?

Regreso a la historia, esa gran desconocida de Sánchez y de tantos altos cargos y militancia o gente filosocialista. Documento. Negrín, en plena Guerra Civil, se pronuncia sobre los separatistas catalanes, siempre en la bronca y en la felonía a todo lo que sea España: ““El que se oponga a la política de unidad nacional debe ser cesado de su puesto fulminantemente. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición de la que se desprendiese de alemanes e italianos. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los de afuera y de los de adentro. Mi posición es absoluta y no consiente disminución”.

Advierto, para los no versados, que Negrín, canario, doctor en Medicina, masón, obedecía órdenes de Stalin, que deseaba que la Guerra Civil enlazase con el II Guerra Mundial, una salida para una derrota anunciada. Fue el último presidente de Gobierno de la II República. Ofrezco otro texto para discernir la gravedad del actual momento que atraviesa España. Así se manifestó aquel alta mandatario filocomunista: “No estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. De ninguna manera. Estoy haciendo la guerra por España y para España. Por su grandeza y para su grandeza. Se equivocan gravemente los que otra cosa supongan. No hay más que una nación: ¡España! No se puede consentir esta sorda y persistente campaña separatista, y tiene que ser cortada de raíz. Nadie se interesa tanto como yo por las peculiaridades de su tierra; amo entrañablemente todas las que se refieren a Canarias y no desprecio sino que exalto las que poseen otras regiones, pero por encima de todas esas peculiaridades, España”.

Esto es historia, nunca memoria. Quizá la nueva Ley de Memoria Democrática olvide estos documentos de un político izquierdista. No interesa.

Pedro Sánchez no es digno heredero de hombres como Negrín. Ahora, los socialfascistas se burlarán de este artículo. El fanatismo y la ignorancia cuando ocupan un solo cerebro devienen en el ridículo.

Eugenio-Jesús de Ávila