Domingo, 21 de Diciembre de 2025

Alfonso J. Vázquez Vaamonde
Lunes, 12 de Diciembre de 2022
ATENEO

Un problema mal planteado no tiene solución

Alfonso J. Vázquez Vaamonde

[Img #72861]El desarrollo científico y tecnológico de hace un siglo redujo la jornada laboral a 8 h/día a 5 días/semana. Poco a poco se añadieron las vacaciones, la baja por enfermedad, maternidad  paternidad, al reducir la oferta de tiempo de trabajo, aumentando el coste salarial mejoró el reparto de la riqueza creada por el trabajador, empresario incluido, pero excluido el especulador que roba de modo legalizado la riqueza ajena. La mayor productividad, hija del desarrollo científico y tecnológico, mejoró el nivel de vida. Al reducirse la mortalidad aumentó oferta de tiempo de trabajo. En paralelo los automatismos, robots y la más reciente revolución de la inteligencia artificial han aumentado la productividad reduciendo la demanda de tiempo de trabajo. Mantener la jornada laboral produce paro y la miseria fruto de la explotación laboral.

 

La jornada laboral de 10 a 12 h/día, 6 día/semana eran el neoesclavismo de finales del S. XIX cuando se universalizó la ilegalización de la esclavitud. La reducción de la jornada laboral a 8 h/día y 5 día/semana redujo la oferta de tiempo de trabajo y aumentó los salarios y nos acercó al óptimo del coste salarial conforme explica Adam Smith. Un coste que no es especulativo, como el de la energía, sino que compensaba el coste de producción, lo que le cuesta vivir al trabajador.

 

Los gobiernos no siguieron ese camino de adaptar la jornada laboral al aumento de productividad para seguir en ese óptimo. Prefirieron el parche del Salario Mínimo Profesional que además se viola a diario por falta de inspectores de trabajo que eviten el abuso, o el parche sobre el parche del Salario Mínimo Vital en vez de la decisión correcta: reducir la jornada laboral para que su aumento de productividad beneficie al trabajador y no solo al capital. Hoy el 5 % de la humanidad tienen el 50 % de la riqueza y los trabajadores venden su salario por debajo de precio de coste trabajando 50 h/semana para poder comer.

 

Hace un siglo, la reducción de la jornada laboral aumento el salario, que aumentó la demanda de bienes, que aumentó la producción, que aumentó la demanda de trabajadores y, conforme a las leyes de Smith, se aproximó al óptimo. Eso mejoró el nivel de vida del trabajador y enriqueció a los ricos, sobre todo a los especuladores, ¡como siempre! La mayor productividad laboral, fruto del desarrollo científico y tecnológico, aumentó el nivel de vida. Desde el fin de la II GM ese aumento ha sido exponencial, pero la jornada laboral apenas se ha reducido. Ese desequilibrio de la oferta de tiempo de trabajo, sobre todo en países menos desarrollados, generó una fuerte emigración que produjo una respuesta insensata: ponerle puertas al campo por la vía del homicidio legalizado.

 

Este desequilibrio de la oferta y la demanda de tiempo de trabajo trajo la neoesclavitud. De nuevo los trabajadores venden su trabajo por debajo de su coste, los especuladores, fondos buitre y tantos otros, se enriquecen en nombre del libre mercado que legaliza ese robo.

 

Desde 1972 estoy reclamando la necesidad de acomodar productividad y jornada laboral para que el salario se pague a su “precio natural”, como decía Smith y como ocurrió hace un siglo. Un mejor reparto de la riqueza aumentaría la demanda de bienes y se repetiría el ciclo expansivo de hace un siglo. He venido proponiendo a los sucesivos gobiernos la reducción a 36 h/semana, a 32 y/semana y a 28 h/semana. Leo ahora que el gobierno quiere incentivar con 150.000 € la implantación de la jornada laboral a 32 h/semana.

 

Menos malo es ese camino que no hacerlo, pero la solución no es esa, sino reducir la jornada a 28 h/semana cuyo éxito se comprobó hace un siglo. Al reducirse la oferta de tiempo de trabajo desaparecen el paro y los subsidios, y aumenta el empleo de trabajadores con capacidad de compra. Según las leyes de Smith, al aumentar la demanda crece la producción y al reducirse el coste se alcanza el equilibrio con el salario a igualdad de beneficios. Será el fin de la explotación que sufren ,los camareros, las Kellys, los recolectores temporales y tantos otros trabajadores, explotados por faltos de control de la Inspección de Trabajo con jornadas laborales para poder comer todos los días sin tener que recurrir a los bancos de alimentos.

 

Un problema mal planteado no tiene solución. El remiendo no la es. Se necesita un traje nuevo como el que se hizo hace un siglo: una reducción abrupta de la jornada laboral. Pasar de 60 a 40 h/semana fue una reducción del 33,3 % Aplicado a las 37,5 h/semana exigiría una reducción de 12,7 h/semana. Es decir, a 24,8 h/semana. Redondearlo a 24 h/semana sería lo correcto. Ese transito debe hacerse con reducciones semestrales de 4 en 4 h/semana, para que las empresas se acomoden y vean que esa reducción producirá un aumento de beneficios.

 

La jornada continua de 6 h/día reduciría el transporte al 50 %; eso reduce el consumo de energía y produce menos CO2; Tres días de fin de semana permiten minivacaciones de diez días tomándose cuatro días del mes de vacaciones sumandos a los dos fines de semana de tres días. Al repartir el mes de vacaciones en siete períodos durante todo el año la oferta hotelera, más barata en temporada baja aumentaría el empleo durante todo el año y sus beneficios.

 

Vivir de los subsidios sería menos atractivo que trabajar 24 h/semana y tener un sueldo. Al ahorro en subsidios se sumarían los mayores ingresos por IVA, IRPF e IS, porque los beneficios empresariales también aumentarían. Y nos ahorraríamos el despilfarro de rechazar a los inmigrantes. Al recaudar más impuestos sin aumentarlos, la inversión en sanidad, educación y justicia mejoraría el nivel de vida. La mayor demanda de ese empleo de calidad evitaría la fuga de profesionales, un brutal despilfarro nacional pues su coste de formación lo pagamos nosotros para beneficiar al país que los recibe a coste cero.

 

Pero, sin duda, el mayor beneficio sería la conciliación de la vida familiar y laboral que, esta sociedad es aún demasiado machista, beneficiaría sobre todo a lao mujer y a los hijos.

 

¿A qué espera el gobierno? ¿Cómo ni los empresarios ni los sindicatos lo exigen? Y los ciudadanos, que somos los que votamos, ¿a qué torpes votamos?

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.