ATENEO
Un mismo sentimiento, dos expresiones
Alfonso J. Vázquez Vaamonde
Todos, o casi todos, tenemos la sensación de que somos absolutamente originales; no
como todos los demás, el resto de los siete mil millones de seres vivos que pueblan en estos
momentos la tierra, que son todos absolutamente iguales y aburridos. Todos somos diferentes
pero no los más buenos, más guapos, más listos, más inteligentes, más … todo; quizá los más
equivocados. Pero la mayoría no nos creemos lo más de todo; muchos ni siquiera los más en
nada; y aun se consideran menos en muchas cosas; pero tampoco los más “menos” en nada.
Querer ser el primero puede acabar en obsesión; el deseo de superarse es bueno pero
es desequilibrante en quienes no soportan que no les digan que todo lo hacen mejor y necesitan
ser centro de todas las conversaciones. Eso puede afectar a los niños haciéndoles infeliz hasta
la infancia. La autoestima es importante pero no hasta el punto de preguntar al niño que obtiene
buenas calificaciones por qué no las obtuvo mejores. No todo lo que somos es el fruto del mérito
de nuestro esfuerzo, las circunstancias son muy discriminadoras.
La competencia en lo deportiva rechaza al que no lo practica con juego limpio, pero es
fácil pervertirla. Se llamó “la mano de Dios” al gol que metió con la mano Maradona en los
cuartos de final de la copa del mundo en 1986; el árbitro lo dio por bueno porque no lo vio.
Merecía el mismo rechazo que el del tahúr. Pero fue celebrada y no fue la última “mano divina”.
Recuerdo vagamente, el fútbol no es lo mío, un choque entre un portero y un delantero;
la masa de los aficionados, el delantero jugaba en casa, reclamó penalti; el árbitro le dijo al
delantero, ambos sabían que no era penalti: “no me crees problemas; dale el balón al portero”.
Así lo hizo y se acabó el griterío al reconocer el presunto agredido que no lo había sido. ¿Es eso
imaginable hoy día? El art. 7.1 CC dice: “Los derechos deberán ejercitarse conforme a las
exigencias de la buena fe”. Hacer trampas para ganar es una indecencia.
Dos poesías nos ofrece desde dos punto de vista lo que va desde nuestros sentimientos
a la razón. Este camino al conocimiento, de raíz aristotélica, lo recoge Sto. Tomás de Aquino:
“Nihil est in intellecto quod prius non fuerit in sensu” (nada está en el intelecto, la razón, que
antes no estuviera en los sentidos) señala la pueta de entrada desde el sentimiento a la razón.
Una de ellas, Federico García Lorca, anima al que sufre infortunio para que pida la ayuda que se
merece, ¡porque la necesita!, la que los demás le debemos:
Si un día el camino / que venía liviano / se te vuelve obscuro/ y encima empinado/
busca a tus amigos, / tómales las manos, / apóyate en ellos / para repecharlo./
No lo intentes solo, / no podrás lograrlo; / y si así lo logras /será a un coste alto. /
Con los que te queremos / se hará más liviano. /
Cuando el cuerpo afloje, / te sientas cansado, / cuando la tristeza / a tu alma haya entrado,/
busca a tus amigos, / busca a tus hermanos, / cuenta con nosotros / que para eso estamos. /
Se conoce el dulce / probando lo amargo; / tras subir la cuesta / se disfruta el llano. /
Así es nuestra vida, / te lo juro, hermano. /
En los tiempos duros / encontrarás manos / abiertas, tendidas, / de amigos, de hermanos, /
ya para empujarte,/ ya para un abrazo; / y al fin de la cuesta / disfruta del llano./
Otra llamada a la solidaridad impacta directamente nuestra razón apoyándose en la
sensibilidad del resultado que procede del comportamiento irracional, insolidario y falto de
ética; se la debemos a un pastor protestante, Martin Niemöller
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar”.
El espíritu se te ensancha cuando el sentimiento y la razón entran en resonancia. O están
juntos sentimiento y razón o si no lo que ese propone es un invento o una maldad.
Todos, o casi todos, tenemos la sensación de que somos absolutamente originales; no
como todos los demás, el resto de los siete mil millones de seres vivos que pueblan en estos
momentos la tierra, que son todos absolutamente iguales y aburridos. Todos somos diferentes
pero no los más buenos, más guapos, más listos, más inteligentes, más … todo; quizá los más
equivocados. Pero la mayoría no nos creemos lo más de todo; muchos ni siquiera los más en
nada; y aun se consideran menos en muchas cosas; pero tampoco los más “menos” en nada.
Querer ser el primero puede acabar en obsesión; el deseo de superarse es bueno pero
es desequilibrante en quienes no soportan que no les digan que todo lo hacen mejor y necesitan
ser centro de todas las conversaciones. Eso puede afectar a los niños haciéndoles infeliz hasta
la infancia. La autoestima es importante pero no hasta el punto de preguntar al niño que obtiene
buenas calificaciones por qué no las obtuvo mejores. No todo lo que somos es el fruto del mérito
de nuestro esfuerzo, las circunstancias son muy discriminadoras.
La competencia en lo deportiva rechaza al que no lo practica con juego limpio, pero es
fácil pervertirla. Se llamó “la mano de Dios” al gol que metió con la mano Maradona en los
cuartos de final de la copa del mundo en 1986; el árbitro lo dio por bueno porque no lo vio.
Merecía el mismo rechazo que el del tahúr. Pero fue celebrada y no fue la última “mano divina”.
Recuerdo vagamente, el fútbol no es lo mío, un choque entre un portero y un delantero;
la masa de los aficionados, el delantero jugaba en casa, reclamó penalti; el árbitro le dijo al
delantero, ambos sabían que no era penalti: “no me crees problemas; dale el balón al portero”.
Así lo hizo y se acabó el griterío al reconocer el presunto agredido que no lo había sido. ¿Es eso
imaginable hoy día? El art. 7.1 CC dice: “Los derechos deberán ejercitarse conforme a las
exigencias de la buena fe”. Hacer trampas para ganar es una indecencia.
Dos poesías nos ofrece desde dos punto de vista lo que va desde nuestros sentimientos
a la razón. Este camino al conocimiento, de raíz aristotélica, lo recoge Sto. Tomás de Aquino:
“Nihil est in intellecto quod prius non fuerit in sensu” (nada está en el intelecto, la razón, que
antes no estuviera en los sentidos) señala la pueta de entrada desde el sentimiento a la razón.
Una de ellas, Federico García Lorca, anima al que sufre infortunio para que pida la ayuda que se
merece, ¡porque la necesita!, la que los demás le debemos:
Si un día el camino / que venía liviano / se te vuelve obscuro/ y encima empinado/
busca a tus amigos, / tómales las manos, / apóyate en ellos / para repecharlo./
No lo intentes solo, / no podrás lograrlo; / y si así lo logras /será a un coste alto. /
Con los que te queremos / se hará más liviano. /
Cuando el cuerpo afloje, / te sientas cansado, / cuando la tristeza / a tu alma haya entrado,/
busca a tus amigos, / busca a tus hermanos, / cuenta con nosotros / que para eso estamos. /
Se conoce el dulce / probando lo amargo; / tras subir la cuesta / se disfruta el llano. /
Así es nuestra vida, / te lo juro, hermano. /
En los tiempos duros / encontrarás manos / abiertas, tendidas, / de amigos, de hermanos, /
ya para empujarte,/ ya para un abrazo; / y al fin de la cuesta / disfruta del llano./
Otra llamada a la solidaridad impacta directamente nuestra razón apoyándose en la
sensibilidad del resultado que procede del comportamiento irracional, insolidario y falto de
ética; se la debemos a un pastor protestante, Martin Niemöller
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar”.
El espíritu se te ensancha cuando el sentimiento y la razón entran en resonancia. O están
juntos sentimiento y razón o si no lo que ese propone es un invento o una maldad.




















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