NOCTURNOS
La amistad erótica
Lucrecio, filósofo y poeta latino, muy influido por Demócrito y Epicuro, advertía contra la devastadora dupla amor-pasión y propugnaba la amistad amorosa. Este genio comprobó, en la Roma de hace 2.000 años, el daño que causa, la destrucción que acarrea amar con pasión. Quizá el padeció ese dolor intenso del desamor en su fino espíritu de pensador romano. No necesito que el autor de “De rerum natura” me aconseje sobre cómo amar, como querer, qué mujer elegir para desatar sobre su ser toda mi pasión, porque fui víctima de ese querer sin medida, de ese amar sin límites.
Amé tanto que me dolió. Quiero aún inyectar tanta pasión en esa Dama del Solsticio que, aún derrotado mi físico ante una huida de la salud, pensaba en ella, y rogaba a la sintaxis que organizase palabras para extraer de mis adentros lo que sentía por ella. Y deseé regresar a lo cotidiano para escribir de amor, para reflexionar sobre por qué yo, maduro, encallecido mi espíritu, surcada mi epidermis por ese labrador incansable que es Cronos, anhelo amarla, deseo pintar sus senos en el lienzo de mi cerebro, saciar mi sed de amor en el lago cristalino de sus entrañas.
Si, durante décadas, fui un apóstol que predicó la inexistencia del amor, cómo me torturo ahora con el amor-pasión, qué tiene esa dama para convulsionar mi ser, para hacer vibrar mi alma, para descomponer este revoltijo de átomos que se conoce como Eugenio-Jesús de Ávila; porque deseo a una fémina que cree que soy un pijo (al parecer, según su intelecto, porque puedo); un caprichoso y un adolescente mimado, que aún cree en su fortaleza física, su atractivo, su carisma hacia el sexo contrario. Lo ignoro. No debería quererla, porque es utopía, porque es ucronía, pero la amo, cuando debería apostar por una amistad amorosa.
El amor, escribió Lucrecio, no se nos da, se construye. Yo ya tengo el solar para levantar el edificio del vero amore que ni la muerte podrá derribar.
Eugenio-Jesús de Ávila
Lucrecio, filósofo y poeta latino, muy influido por Demócrito y Epicuro, advertía contra la devastadora dupla amor-pasión y propugnaba la amistad amorosa. Este genio comprobó, en la Roma de hace 2.000 años, el daño que causa, la destrucción que acarrea amar con pasión. Quizá el padeció ese dolor intenso del desamor en su fino espíritu de pensador romano. No necesito que el autor de “De rerum natura” me aconseje sobre cómo amar, como querer, qué mujer elegir para desatar sobre su ser toda mi pasión, porque fui víctima de ese querer sin medida, de ese amar sin límites.
Amé tanto que me dolió. Quiero aún inyectar tanta pasión en esa Dama del Solsticio que, aún derrotado mi físico ante una huida de la salud, pensaba en ella, y rogaba a la sintaxis que organizase palabras para extraer de mis adentros lo que sentía por ella. Y deseé regresar a lo cotidiano para escribir de amor, para reflexionar sobre por qué yo, maduro, encallecido mi espíritu, surcada mi epidermis por ese labrador incansable que es Cronos, anhelo amarla, deseo pintar sus senos en el lienzo de mi cerebro, saciar mi sed de amor en el lago cristalino de sus entrañas.
Si, durante décadas, fui un apóstol que predicó la inexistencia del amor, cómo me torturo ahora con el amor-pasión, qué tiene esa dama para convulsionar mi ser, para hacer vibrar mi alma, para descomponer este revoltijo de átomos que se conoce como Eugenio-Jesús de Ávila; porque deseo a una fémina que cree que soy un pijo (al parecer, según su intelecto, porque puedo); un caprichoso y un adolescente mimado, que aún cree en su fortaleza física, su atractivo, su carisma hacia el sexo contrario. Lo ignoro. No debería quererla, porque es utopía, porque es ucronía, pero la amo, cuando debería apostar por una amistad amorosa.
El amor, escribió Lucrecio, no se nos da, se construye. Yo ya tengo el solar para levantar el edificio del vero amore que ni la muerte podrá derribar.
Eugenio-Jesús de Ávila
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.28