ZAMORANA
Realidad y política
Llega el invierno, un poco tarde, pero con este tiempo loco de largo y tórrido verano, cualquiera sabe qué nos deparará o cuánto va a durar.
Como dicen en mi pueblo: “los cuerpos andan revueltos, como el tiempo”, porque al tiempo climatológico, que no a los años transcurridos, se culpa en muchas ocasiones de todos los males: los dolores óseos o musculares van asociados con la humedad, las cefaleas con la presión…no sé si será un tópico, pero puedo aseverar que es cierto; al menos en muchos casos cercanos que conozco.
Estamos viviendo la cuesta de enero que cada año es más empinada, una vez se han desvanecido los vapores etílicos de las fiestas navideñas y se ha regresado a la normalidad. Ahora la gente es más consciente de la realidad que siempre ha estado ahí: el encarecimiento de los precios es un escándalo; la electricidad, el carburante y hasta el producto más básico, ha incrementado notablemente su precio, abusivo ya.
Poco se habla de cómo sobreviven las familias con uno o dos parados, de los comedores sociales, de las colas del hambre, del aumento de la pobreza en nuestro país, o de la repercusión que ello tiene en las personas más vulnerables que sacrifican lo básico que es la alimentación para llegar a fin de mes.
Tampoco se menciona otro dato escalofriante: los suicidios, que son un tema tabú porque no conviene destapar la alfombra y ver la suciedad que se acumula debajo. El año 2020 fue el año con más suicidios registrados desde 1906, fecha en que se dispone de datos; contabilizándose un total de 3.941, es decir una media de 11 personas al día que deciden acabar con su vida. Resulta demasiado grave como para no dedicarle una atención especial.
La violencia machista, intrafamiliar, de género o como quiera denominarse, es otra lacra que no solo no se erradica, sino que aumenta cada año con mujeres fallecidas a manos de sus parejas; en ocasiones incluso presenciándolo los hijos. Desde el año 2003 que se empezaron a recopilar datos, han muerto 1.167 mujeres. El pasado año 2022 el número ascendió a 37 y en lo que va de año ya van cuatro mujeres asesinadas.
El Ministerio de Igualdad, dotado con una asignación para 2023 de 573 millones de euros, 48 millones más con respecto a los PGE de 2022 y 114 más que en 2021 se dedica a “condenar” cada asesinato; pero no pone remedio para proteger adecuadamente a las mujeres amenazadas y evitar que más féminas engrosen esta vergonzosa lista que no para de crecer. ¿Y qué puede decirse del "agujero legal" en la norma de la ley del “solo sí es sí”, que está atemorizando a mujeres que han sido amenazadas y cuyos verdugos saldrán a en libertad o verán disminuidas sus penas, mientras ellas, las víctimas, deben convivir con ese miedo añadido porque están otra vez en el punto de mira de sus agresores? ¿Qué hace el Ministerio de Igualdad, aparte de justificarse?
No quiero entrar en otros temas flagrantes, por no decir escandalosos, pese a que los medios de comunicación y el propio gobierno nos obligue a comulgar con ruedas de molino; por poner algunos ejemplos: ver solo los fallecidos en el salto de la valla de Melilla que no estaban en el lado español, la derogación del delito de sedición, modificación del delito de desórdenes públicos, rebaja de penas, pérdida de la inhabilitación de cargos públicos condenados…. Todo un periodo muy acorde con el actual: rebajas, saldos, baratillo, cesión incondicional del gobierno a unos socios a los que concederá la luna si la piden y aun así siempre querrán más; porque así es como funciona la extorsión: unos dando y otros exigiendo sin parar.
No comprendo nada; a la gente de mi edad se nos enseñaba desde la escuela, en ocasiones a golpe de palmeta, hasta que nos entraba en la cabeza, conceptos tales como: la educación, la honradez, valores, principios y normas para que la sociedad fuera más justa. De aquel aprendizaje, que a muchos se nos quedó marcado a fuego, hoy parece que no queda nada; se han perdido conceptos como la tolerancia, los modales, el respeto, la educación o las normas básicas de convivencia… y eso repercute en un gobierno marrullero y déspota que no representa ni a su propio partido, ni a quienes le han votado.
En enero, primer mes del año, se fraguan planes para que el mapa político de España se modifique en municipios y comunidades. Solo pediría a los candidatos que se presenten en la próxima campaña sean honestos, comprometidos con el pueblo al que representan y, sobre todo, dignos del honor de estar en política, de tomar decisiones que afectarán e incluso modificarán la forma de vida de mucha gente. La política no es lo que vemos en cada sesión parlamentaria o en cada rueda de prensa: descalificaciones al oponente, broncas y bochorno; la política debería entenderse como lo hacían los clásicos griegos: Sócrates pensaba que los valores que determinan la vida individual (virtud, verdad y sabiduría) también debían dar forma a la vida colectiva de la comunidad; para Platón, los políticos debían no solo convencer, sino forzar a sus ciudadanos a ser mejores.
Esas son las cualidades que deberían perseguir aquellos que se dedican a la res publica y esos los maestros a quienes tendrían que estudiar porque ellos sí dieron lecciones de lo que era el noble arte de la política.
Mª Soledad Martín Turiño
Llega el invierno, un poco tarde, pero con este tiempo loco de largo y tórrido verano, cualquiera sabe qué nos deparará o cuánto va a durar.
Como dicen en mi pueblo: “los cuerpos andan revueltos, como el tiempo”, porque al tiempo climatológico, que no a los años transcurridos, se culpa en muchas ocasiones de todos los males: los dolores óseos o musculares van asociados con la humedad, las cefaleas con la presión…no sé si será un tópico, pero puedo aseverar que es cierto; al menos en muchos casos cercanos que conozco.
Estamos viviendo la cuesta de enero que cada año es más empinada, una vez se han desvanecido los vapores etílicos de las fiestas navideñas y se ha regresado a la normalidad. Ahora la gente es más consciente de la realidad que siempre ha estado ahí: el encarecimiento de los precios es un escándalo; la electricidad, el carburante y hasta el producto más básico, ha incrementado notablemente su precio, abusivo ya.
Poco se habla de cómo sobreviven las familias con uno o dos parados, de los comedores sociales, de las colas del hambre, del aumento de la pobreza en nuestro país, o de la repercusión que ello tiene en las personas más vulnerables que sacrifican lo básico que es la alimentación para llegar a fin de mes.
Tampoco se menciona otro dato escalofriante: los suicidios, que son un tema tabú porque no conviene destapar la alfombra y ver la suciedad que se acumula debajo. El año 2020 fue el año con más suicidios registrados desde 1906, fecha en que se dispone de datos; contabilizándose un total de 3.941, es decir una media de 11 personas al día que deciden acabar con su vida. Resulta demasiado grave como para no dedicarle una atención especial.
La violencia machista, intrafamiliar, de género o como quiera denominarse, es otra lacra que no solo no se erradica, sino que aumenta cada año con mujeres fallecidas a manos de sus parejas; en ocasiones incluso presenciándolo los hijos. Desde el año 2003 que se empezaron a recopilar datos, han muerto 1.167 mujeres. El pasado año 2022 el número ascendió a 37 y en lo que va de año ya van cuatro mujeres asesinadas.
El Ministerio de Igualdad, dotado con una asignación para 2023 de 573 millones de euros, 48 millones más con respecto a los PGE de 2022 y 114 más que en 2021 se dedica a “condenar” cada asesinato; pero no pone remedio para proteger adecuadamente a las mujeres amenazadas y evitar que más féminas engrosen esta vergonzosa lista que no para de crecer. ¿Y qué puede decirse del "agujero legal" en la norma de la ley del “solo sí es sí”, que está atemorizando a mujeres que han sido amenazadas y cuyos verdugos saldrán a en libertad o verán disminuidas sus penas, mientras ellas, las víctimas, deben convivir con ese miedo añadido porque están otra vez en el punto de mira de sus agresores? ¿Qué hace el Ministerio de Igualdad, aparte de justificarse?
No quiero entrar en otros temas flagrantes, por no decir escandalosos, pese a que los medios de comunicación y el propio gobierno nos obligue a comulgar con ruedas de molino; por poner algunos ejemplos: ver solo los fallecidos en el salto de la valla de Melilla que no estaban en el lado español, la derogación del delito de sedición, modificación del delito de desórdenes públicos, rebaja de penas, pérdida de la inhabilitación de cargos públicos condenados…. Todo un periodo muy acorde con el actual: rebajas, saldos, baratillo, cesión incondicional del gobierno a unos socios a los que concederá la luna si la piden y aun así siempre querrán más; porque así es como funciona la extorsión: unos dando y otros exigiendo sin parar.
No comprendo nada; a la gente de mi edad se nos enseñaba desde la escuela, en ocasiones a golpe de palmeta, hasta que nos entraba en la cabeza, conceptos tales como: la educación, la honradez, valores, principios y normas para que la sociedad fuera más justa. De aquel aprendizaje, que a muchos se nos quedó marcado a fuego, hoy parece que no queda nada; se han perdido conceptos como la tolerancia, los modales, el respeto, la educación o las normas básicas de convivencia… y eso repercute en un gobierno marrullero y déspota que no representa ni a su propio partido, ni a quienes le han votado.
En enero, primer mes del año, se fraguan planes para que el mapa político de España se modifique en municipios y comunidades. Solo pediría a los candidatos que se presenten en la próxima campaña sean honestos, comprometidos con el pueblo al que representan y, sobre todo, dignos del honor de estar en política, de tomar decisiones que afectarán e incluso modificarán la forma de vida de mucha gente. La política no es lo que vemos en cada sesión parlamentaria o en cada rueda de prensa: descalificaciones al oponente, broncas y bochorno; la política debería entenderse como lo hacían los clásicos griegos: Sócrates pensaba que los valores que determinan la vida individual (virtud, verdad y sabiduría) también debían dar forma a la vida colectiva de la comunidad; para Platón, los políticos debían no solo convencer, sino forzar a sus ciudadanos a ser mejores.
Esas son las cualidades que deberían perseguir aquellos que se dedican a la res publica y esos los maestros a quienes tendrían que estudiar porque ellos sí dieron lecciones de lo que era el noble arte de la política.
Mª Soledad Martín Turiño
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