28 DE MAYO
Comicios municipales: hipocresía y felonía
Los zamoranos, además de pusilánimes, somos doctores en hipocresía y licenciados en felonía. Generalizo. No sé si hay excepciones o esa es la regla. No obstante, conozco gente, nacida en estos pagos, que es bizarra, dice siempre la verdad y es catedrática en fidelidad. También destacamos por nuestra capacidad para criticar a los políticos, a los más guapos y hermosas, a los más inteligentes y ricos. De los feos, pobres, fracasados y obtusos nadie se acuerda. Suelen dar pena. Y la tristeza no provoca calumnias.
Voy a lo que me interesa: la hipocresía en época electoral. Todos los candidatos, desde la derecha a la izquierda, pasando por el centro, recibirán, de aquí al 28 de mayo, día electoral, promesas y juramentos de la ciudadanía de que les votarán. Después, cuando llegue la hora de la verdad, de retratarse ante las urnas, hará cada cual de su capa un sayo. El político nunca debería fiarse de la palabra de honor del votante. Jamás. El fariseísmo ciudadano alcanza su máxima expresión en época de elecciones.
Sucede también que el zamorano critica al que manda, al que ostenta el poder. Partido Popular y PSOE suelen ser objetivo, con razón, de las críticas en cafeterías y barras de bar, en tertulias y partidas de cartas. Le dan a la húmeda, calumnias a tirios y troyanos, juran no volver a votar a partidos nacionales, pero, cuando toca retratarse ante la urna, eligen la papeleta de la formación de siempre, a la que han puesto a parir. Después, cuando pase el tiempo, seguirán faltando al respeto al que votaron y prometerán o jurarán que jamás volverán a cometer ese mismo error. La historia se repite convocatoria tras convocatoria electoral.
Por qué ese comportamiento del vulgo. Diáfano: el ciudadano no se fíe de los políticos profesionales y sabe que el político tampoco se cree ni las loas, ni los abrazos, ni las promesas del elector. La desconfianza es mutua. La gente sabe que el político miente, pero hace que se lo cree. Y este solo pretende engañarlo para que le vote. Después…si te he visto no me acuerdo.
Quizá a los zamoranos todavía les quedan muy lejos los comicios municipales. Ahora solo se piensa en carnavales y en Semana Santa. Cuando concluya la Pasión, allá por el 10 de abril, una vez guardadas las túnicas, los hachones, cíngulos, guantes y rosarios, el personal prestará atención a las diferentes candidaturas.
Y sostengo que estas elecciones locales me parecen las más importantes de este siglo XXI para Zamora. Nuestra ciudad se desmorona. La pérdida de población, el cierre de pequeños negocios, el envejecimiento de la ciudadanía, la marcha de jóvenes, la carencia de ilusión en el futuro forman parte de una realidad económica y psíquica.
En este 2023, solo debería primar en nuestra conciencia una ideología: la de Zamora, la que nos saque el ostracismo, la que nos devuelve la esperanza en el futuro, en el desarrollo de la ciudad. Ahora no se trata de ser rojo o azul, sino zamorano. Cuando Zamora regrese del pasado, del ahorro de la miseria, de la decadencia económica y social, entonces que cada cual piense del derecho o del revés. Zamora es mi ideología, mi reflexión, mi batalla, mi pena; pero también mi afán, mi palabra, mi trinchera.
Solo pido a mis paisanos que no olviden quiénes nos olvidaron, ningunearon y engañaron desde que se inauguró esta democracia, de cartón-piedra, cierto; pero votar es la única forma que conozco de asaltar las nubes.
Eugenio-Jesús de Ávila
Los zamoranos, además de pusilánimes, somos doctores en hipocresía y licenciados en felonía. Generalizo. No sé si hay excepciones o esa es la regla. No obstante, conozco gente, nacida en estos pagos, que es bizarra, dice siempre la verdad y es catedrática en fidelidad. También destacamos por nuestra capacidad para criticar a los políticos, a los más guapos y hermosas, a los más inteligentes y ricos. De los feos, pobres, fracasados y obtusos nadie se acuerda. Suelen dar pena. Y la tristeza no provoca calumnias.
Voy a lo que me interesa: la hipocresía en época electoral. Todos los candidatos, desde la derecha a la izquierda, pasando por el centro, recibirán, de aquí al 28 de mayo, día electoral, promesas y juramentos de la ciudadanía de que les votarán. Después, cuando llegue la hora de la verdad, de retratarse ante las urnas, hará cada cual de su capa un sayo. El político nunca debería fiarse de la palabra de honor del votante. Jamás. El fariseísmo ciudadano alcanza su máxima expresión en época de elecciones.
Sucede también que el zamorano critica al que manda, al que ostenta el poder. Partido Popular y PSOE suelen ser objetivo, con razón, de las críticas en cafeterías y barras de bar, en tertulias y partidas de cartas. Le dan a la húmeda, calumnias a tirios y troyanos, juran no volver a votar a partidos nacionales, pero, cuando toca retratarse ante la urna, eligen la papeleta de la formación de siempre, a la que han puesto a parir. Después, cuando pase el tiempo, seguirán faltando al respeto al que votaron y prometerán o jurarán que jamás volverán a cometer ese mismo error. La historia se repite convocatoria tras convocatoria electoral.
Por qué ese comportamiento del vulgo. Diáfano: el ciudadano no se fíe de los políticos profesionales y sabe que el político tampoco se cree ni las loas, ni los abrazos, ni las promesas del elector. La desconfianza es mutua. La gente sabe que el político miente, pero hace que se lo cree. Y este solo pretende engañarlo para que le vote. Después…si te he visto no me acuerdo.
Quizá a los zamoranos todavía les quedan muy lejos los comicios municipales. Ahora solo se piensa en carnavales y en Semana Santa. Cuando concluya la Pasión, allá por el 10 de abril, una vez guardadas las túnicas, los hachones, cíngulos, guantes y rosarios, el personal prestará atención a las diferentes candidaturas.
Y sostengo que estas elecciones locales me parecen las más importantes de este siglo XXI para Zamora. Nuestra ciudad se desmorona. La pérdida de población, el cierre de pequeños negocios, el envejecimiento de la ciudadanía, la marcha de jóvenes, la carencia de ilusión en el futuro forman parte de una realidad económica y psíquica.
En este 2023, solo debería primar en nuestra conciencia una ideología: la de Zamora, la que nos saque el ostracismo, la que nos devuelve la esperanza en el futuro, en el desarrollo de la ciudad. Ahora no se trata de ser rojo o azul, sino zamorano. Cuando Zamora regrese del pasado, del ahorro de la miseria, de la decadencia económica y social, entonces que cada cual piense del derecho o del revés. Zamora es mi ideología, mi reflexión, mi batalla, mi pena; pero también mi afán, mi palabra, mi trinchera.
Solo pido a mis paisanos que no olviden quiénes nos olvidaron, ningunearon y engañaron desde que se inauguró esta democracia, de cartón-piedra, cierto; pero votar es la única forma que conozco de asaltar las nubes.
Eugenio-Jesús de Ávila



























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.128