PASIÓN POR ZAMORA
Lágrimas y tristeza por un viejo Museo
El viejo Museo de Semana Santa ya es un fue. Otra fecha para la historia: 1 de febrero de 2023. Zamora es tiempo pretérito. Nos robaron el futuro. Tantos años definiéndole como almacén de pasos, que era un edificio impropio de la Pasión de Zamora y hoy, tras derribar su fachada, ha habido lágrimas y tristeza. Quizá proyectemos nuestra finitud sobre cosas, enseres y personas. Acaso lloramos por el tiempo que se nos fue y que solo la memoria nos lo devuelve en fascículos y deformándolos.
Allí, frente a su fachada, como las mujeres que acompañaron el Nazareno hasta el Gólgota, sola, sin más compañía que el polvo y el ruido de las obras, a la primera hora de la mañana, hallábase Isabel García Prieto, la presidenta de la Junta Pro Semana Santa, la primera dama en dirigir una asociación de varones, los creadores de la Pasión zamorana y de tantas y tantas que se celebran en España.
Un día, dentro de dos años más o menos, si todo marcha conforme a las previsiones, Zamora tendrá otro Museo, que ya no será almacén de pasos. Isabel García Prieto pasará, como el viejo almacén de pasos, a la historia de nuestra Semana Santa. Ella, con su sencillez, con su imagen de persona cándida, llamó a las puertas de las instituciones públicas en busca de caridad cristiana. Como lectora del evangelio de San Mateo, hizo suyo el aserto: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre”. Y la presidenta buscó y encontró, llamó y se le abrieron las puertas de la Junta de Castilla y León, del Ayuntamiento de Zamora y de la Diputación, presididas por hombres de diferentes ideologías. Pero todos, Mañueco, Guarido y Requejo la recibieron, los encontró y la escucharon.
Isabel no pidió para ella, no trabajó para su patrimonio, no viajó de aquí para allá por hedonismo. Isabel pidió, trabajó y viajó por y para Zamora, su ciudad, y su Semana de Pasión. Y, además, le concedo un enorme mérito por tratarse de una mujer en un mundo en el que mandan los hombres.
Y si Isabel lloró hoy, casi al alba, supongo que muchos zamoranos semanasanteros también dejarían que una lágrima recorriera sus mejillas. Recuerdos, hijos de la memoria, que este 1 de febrero de 2023, al contemplar cómo las máquinas derribaban la vieja y fea fachada, regresaron a los cofrades de las grandes hermandades de la vieja y olvidada Zamora.
Y yo, que amé tanto la Semana Santa, pero decidí un buen día desvincularme de creencias, cofradías y guerras domésticas, confieso que Zamora nunca habría alcanzado su actual decadencia económica y social, si hubiera gente en política con los mismos arrestos, audacia, coraje y atrevimiento que la presidenta de la Junta Pro Semana Santa, y si los zamoranos batallasen, luchasen y se volcasen tanto por el futuro de su tierra como por sus hermandades.
Zamora llora, pues, a su viejo Museo, un fue, pero sus pasos tendrán un proyecto museístico mucho más importante, más digno de la Pasión de esta ciudad. Zamora debe apostar también por un futuro desde esta urbe en ruinas económicas y demográficas que padece, soporta y asume sin derramar una solo lágrima, sin una queja y sin una Isabel García Prieto.
Eugenio-Jesús de Ávila
El viejo Museo de Semana Santa ya es un fue. Otra fecha para la historia: 1 de febrero de 2023. Zamora es tiempo pretérito. Nos robaron el futuro. Tantos años definiéndole como almacén de pasos, que era un edificio impropio de la Pasión de Zamora y hoy, tras derribar su fachada, ha habido lágrimas y tristeza. Quizá proyectemos nuestra finitud sobre cosas, enseres y personas. Acaso lloramos por el tiempo que se nos fue y que solo la memoria nos lo devuelve en fascículos y deformándolos.
Allí, frente a su fachada, como las mujeres que acompañaron el Nazareno hasta el Gólgota, sola, sin más compañía que el polvo y el ruido de las obras, a la primera hora de la mañana, hallábase Isabel García Prieto, la presidenta de la Junta Pro Semana Santa, la primera dama en dirigir una asociación de varones, los creadores de la Pasión zamorana y de tantas y tantas que se celebran en España.
Un día, dentro de dos años más o menos, si todo marcha conforme a las previsiones, Zamora tendrá otro Museo, que ya no será almacén de pasos. Isabel García Prieto pasará, como el viejo almacén de pasos, a la historia de nuestra Semana Santa. Ella, con su sencillez, con su imagen de persona cándida, llamó a las puertas de las instituciones públicas en busca de caridad cristiana. Como lectora del evangelio de San Mateo, hizo suyo el aserto: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre”. Y la presidenta buscó y encontró, llamó y se le abrieron las puertas de la Junta de Castilla y León, del Ayuntamiento de Zamora y de la Diputación, presididas por hombres de diferentes ideologías. Pero todos, Mañueco, Guarido y Requejo la recibieron, los encontró y la escucharon.
Isabel no pidió para ella, no trabajó para su patrimonio, no viajó de aquí para allá por hedonismo. Isabel pidió, trabajó y viajó por y para Zamora, su ciudad, y su Semana de Pasión. Y, además, le concedo un enorme mérito por tratarse de una mujer en un mundo en el que mandan los hombres.
Y si Isabel lloró hoy, casi al alba, supongo que muchos zamoranos semanasanteros también dejarían que una lágrima recorriera sus mejillas. Recuerdos, hijos de la memoria, que este 1 de febrero de 2023, al contemplar cómo las máquinas derribaban la vieja y fea fachada, regresaron a los cofrades de las grandes hermandades de la vieja y olvidada Zamora.
Y yo, que amé tanto la Semana Santa, pero decidí un buen día desvincularme de creencias, cofradías y guerras domésticas, confieso que Zamora nunca habría alcanzado su actual decadencia económica y social, si hubiera gente en política con los mismos arrestos, audacia, coraje y atrevimiento que la presidenta de la Junta Pro Semana Santa, y si los zamoranos batallasen, luchasen y se volcasen tanto por el futuro de su tierra como por sus hermandades.
Zamora llora, pues, a su viejo Museo, un fue, pero sus pasos tendrán un proyecto museístico mucho más importante, más digno de la Pasión de esta ciudad. Zamora debe apostar también por un futuro desde esta urbe en ruinas económicas y demográficas que padece, soporta y asume sin derramar una solo lágrima, sin una queja y sin una Isabel García Prieto.
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