HABLEMOS
Del pequeño detalle a mucho más
Carlos Domínguez
En el nauseabundo dominio de la publicidad, se ha deslizado estos días a modo de detalle el mensaje de unos preocupados “padres de mascotas”, ilustrado con imágenes alusivas a las ventajas del móvil y la moderna tecnología. Dejando a un lado la falacia en lo que exhibe de falsedad, la anécdota de una propaganda aparentemente nimia revela, de ir al fondo de las cosas, el cambio radical de estructuras de civilización, la familia en primer lugar, pero también formas de existir, producir y relacionarse con el mundo y la naturaleza, en paralelo a sociedades artificialmente masificadas y urbanizadas, donde la concentración lleva a la crisis irreversible de modos de vida y formas de convivencia que en su día florecieron en un medio rural y urbano todavía habitable. Lo que subyace a tal mutación es un verdadero seísmo civilizador, que anuncia para el hombre una realidad devastadora.
El mundo que se halla ahí a las puertas bajo impulso de la tecnología, la burocratización y las ingenierías sexuales y sociales, pese a lo que pudiera creerse y como se ha demostrado, ni mucho menos garantiza niveles no ya óptimos sino necesarios, a fin de sostener material y económicamente a la población. El mundo global, multiétnico y multicultural publicitado no ha mucho por los apóstoles del Bienestar como auténtico paraíso, resulta que de la noche a la mañana padece el desabastecimiento de energía, alimentos, productos farmacéuticos o componentes industriales, sin olvidar la inestabilidad económica unida a la imparable degradación de los servicios públicos, en países de riqueza contrastada.
La sociedad global y supranacional, que se prometió edén del Bienestar y del Estado protector, con su inmensa maquinaria asistiendo ilusoriamente a la humanidad entera, representa una transformación como ninguna otra a lo largo de la historia. Aun así, la arcaica y tozuda realidad apunta más bien a un peligroso vacío, pues fuera de la demagogia y las mentiras impuestas por la corrección política, lo cierto es que el modelo Davos y Agendas socialcomunistas es incapaz de asegurar la subsistencia razonable que proporcionaba el viejo sistema, con su atraso y peregrinas desigualdades en el terreno económico y social. Es por ello que, cuando la sociedad asume un eslogan como el de “padres (humanos) de mascotas”, a través de púlpitos mediáticos y publicitarios convertidos en gigantescos aparatos de manipulación, lo hace igualmente con las condiciones desnaturalizadas que se le imponen en todos los órdenes, debido a la ausencia de espíritu crítico hacia lo pequeño, que impide otro de mayor alcance para cuestiones decisivas, por descontado de naturaleza política. Entretanto, socialismo, progresismo, ecologismo e ideologías de baratillo, lo que prometen y cumplen es la escasez hermanada con la miseria, salvo para sus privilegiadas castas y oligarquías.
En el nauseabundo dominio de la publicidad, se ha deslizado estos días a modo de detalle el mensaje de unos preocupados “padres de mascotas”, ilustrado con imágenes alusivas a las ventajas del móvil y la moderna tecnología. Dejando a un lado la falacia en lo que exhibe de falsedad, la anécdota de una propaganda aparentemente nimia revela, de ir al fondo de las cosas, el cambio radical de estructuras de civilización, la familia en primer lugar, pero también formas de existir, producir y relacionarse con el mundo y la naturaleza, en paralelo a sociedades artificialmente masificadas y urbanizadas, donde la concentración lleva a la crisis irreversible de modos de vida y formas de convivencia que en su día florecieron en un medio rural y urbano todavía habitable. Lo que subyace a tal mutación es un verdadero seísmo civilizador, que anuncia para el hombre una realidad devastadora.
El mundo que se halla ahí a las puertas bajo impulso de la tecnología, la burocratización y las ingenierías sexuales y sociales, pese a lo que pudiera creerse y como se ha demostrado, ni mucho menos garantiza niveles no ya óptimos sino necesarios, a fin de sostener material y económicamente a la población. El mundo global, multiétnico y multicultural publicitado no ha mucho por los apóstoles del Bienestar como auténtico paraíso, resulta que de la noche a la mañana padece el desabastecimiento de energía, alimentos, productos farmacéuticos o componentes industriales, sin olvidar la inestabilidad económica unida a la imparable degradación de los servicios públicos, en países de riqueza contrastada.
La sociedad global y supranacional, que se prometió edén del Bienestar y del Estado protector, con su inmensa maquinaria asistiendo ilusoriamente a la humanidad entera, representa una transformación como ninguna otra a lo largo de la historia. Aun así, la arcaica y tozuda realidad apunta más bien a un peligroso vacío, pues fuera de la demagogia y las mentiras impuestas por la corrección política, lo cierto es que el modelo Davos y Agendas socialcomunistas es incapaz de asegurar la subsistencia razonable que proporcionaba el viejo sistema, con su atraso y peregrinas desigualdades en el terreno económico y social. Es por ello que, cuando la sociedad asume un eslogan como el de “padres (humanos) de mascotas”, a través de púlpitos mediáticos y publicitarios convertidos en gigantescos aparatos de manipulación, lo hace igualmente con las condiciones desnaturalizadas que se le imponen en todos los órdenes, debido a la ausencia de espíritu crítico hacia lo pequeño, que impide otro de mayor alcance para cuestiones decisivas, por descontado de naturaleza política. Entretanto, socialismo, progresismo, ecologismo e ideologías de baratillo, lo que prometen y cumplen es la escasez hermanada con la miseria, salvo para sus privilegiadas castas y oligarquías.



















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