AL CAPONE
Caso abierto
La histórica prisión de Alcatraz, localizada en una isla solitaria de la bahía de San Francisco, fue en un momento de la historia la cárcel más infranqueable del mundo. Allí estuvieron presidiarios legendarios, como el famoso mafioso Al Capone. Las únicas formas convencionales para salir de Alcatraz eran por muerte o enfermedad. Esta última fue la que le hizo salir a Al Capone en 1945, debido a una sífilis que contrajo y que le hizo totalmente imposible gobernar su imperio del hampa desde detrás de los barrotes.
En aquella prisión tres hombres pasaron seis meses cavando hoyos en la pared de su celda, armados solo con cucharas y tenedores. Finalmente, lograron escapar de la famosa cárcel de California, abriéndose paso desde el techo de la prisión hasta la orilla del agua con una balsa improvisada hecha con 50 impermeables de algodón robados. Cabezas de papel maché pintadas con cabello recogido en el piso de la peluquería de la prisión engañaron a los guardias haciéndoles creer que estaban dormidos en la cama. Guardacostas, militares, policías y agentes tanto federales como locales y al menos 100 efectivos armados participaron en una de las persecuciones más grandes de toda la historia penitenciaria. Lo único que encontraron fue un remo, parte de un chaleco salvavidas y una bolsa con fotos personales.
Siempre se rumoreó que fueron ayudados por los mafiosos de Al Capone, quienes organizaron un bote para recogerlos de la bahía. Si llegaron a salvo a la libertad o perecieron en las heladas aguas infestadas de tiburones de la Bahía de San Francisco ha desconcertado a los investigadores desde la noche del 11 de junio de 1962. Durante mucho tiempo, el FBI mantuvo la versión de que habían perecido, tal vez avergonzados ante el hecho de que alguien pudiera escapar de Alcatraz, considerada como la prisión más segura de Estados Unidos. No obstante, la teoría del éxito de la escapada se contempló durante años por los ramos de flores que la madre de los hermanos Anglin recibía puntualmente por su cumpleaños. Un hecho que no pasó inadvertido para las autoridades ya que, cuando falleció la madre de los Anglin, montaron un dispositivo de seguridad durante el funeral por si los fugados decidían aparecer. Según la hermana, sus hermanos acudieron al entierro de su madre disfrazados de mujer.
Años después de haberse cerrado el caso, un traficante de drogas llamado Fred Brizzi, ahora muerto, afirmó que había llevado a los fugitivos a México poco después de su fuga. Y, tiempo después, tuvieron un singular encuentro en un pueblo cercano a Río de Janeiro, en Brasil, a más de 6.000 kilómetros de San Francisco. Pero, no se pudo comprobar nada, y el caso fue cayendo en el olvido hasta que, en 2013, la Policía de San Francisco recibió una carta firmada, supuestamente, por uno de ellos: «Mi nombre es John Anglin. Escapé de Alcatraz en junio de 1962 con mi hermano Clarence y Frank Morris. Tengo 83 años y me encuentro en mal estado. Tengo cáncer. Sí, nosotros lo conseguimos aquella noche… ¡aunque por los pelos!». Y ofrecía a continuación un pacto a las autoridades: «Si anuncian en televisión que me prometen que iré a la cárcel solo un año y que me darán atención médica, escribiré de vuelta para decirles dónde estoy exactamente. No es una broma».
Cuando la policía local informó del caso al FBI, el organismo federal se vio obligado a reabrir uno de sus casos más célebres sin resolver. En 2014, un estudio desarrollado por un equipo de investigadores neerlandeses determinó, recreando digitalmente las condiciones climáticas de esa madrugada, que las posibilidades de sobrevivir eran nulas. En la actualidad, la antigua cárcel es un museo y la historia de los presos, una leyenda.
Emilia Casas Fernández
La histórica prisión de Alcatraz, localizada en una isla solitaria de la bahía de San Francisco, fue en un momento de la historia la cárcel más infranqueable del mundo. Allí estuvieron presidiarios legendarios, como el famoso mafioso Al Capone. Las únicas formas convencionales para salir de Alcatraz eran por muerte o enfermedad. Esta última fue la que le hizo salir a Al Capone en 1945, debido a una sífilis que contrajo y que le hizo totalmente imposible gobernar su imperio del hampa desde detrás de los barrotes.
En aquella prisión tres hombres pasaron seis meses cavando hoyos en la pared de su celda, armados solo con cucharas y tenedores. Finalmente, lograron escapar de la famosa cárcel de California, abriéndose paso desde el techo de la prisión hasta la orilla del agua con una balsa improvisada hecha con 50 impermeables de algodón robados. Cabezas de papel maché pintadas con cabello recogido en el piso de la peluquería de la prisión engañaron a los guardias haciéndoles creer que estaban dormidos en la cama. Guardacostas, militares, policías y agentes tanto federales como locales y al menos 100 efectivos armados participaron en una de las persecuciones más grandes de toda la historia penitenciaria. Lo único que encontraron fue un remo, parte de un chaleco salvavidas y una bolsa con fotos personales.
Siempre se rumoreó que fueron ayudados por los mafiosos de Al Capone, quienes organizaron un bote para recogerlos de la bahía. Si llegaron a salvo a la libertad o perecieron en las heladas aguas infestadas de tiburones de la Bahía de San Francisco ha desconcertado a los investigadores desde la noche del 11 de junio de 1962. Durante mucho tiempo, el FBI mantuvo la versión de que habían perecido, tal vez avergonzados ante el hecho de que alguien pudiera escapar de Alcatraz, considerada como la prisión más segura de Estados Unidos. No obstante, la teoría del éxito de la escapada se contempló durante años por los ramos de flores que la madre de los hermanos Anglin recibía puntualmente por su cumpleaños. Un hecho que no pasó inadvertido para las autoridades ya que, cuando falleció la madre de los Anglin, montaron un dispositivo de seguridad durante el funeral por si los fugados decidían aparecer. Según la hermana, sus hermanos acudieron al entierro de su madre disfrazados de mujer.
Años después de haberse cerrado el caso, un traficante de drogas llamado Fred Brizzi, ahora muerto, afirmó que había llevado a los fugitivos a México poco después de su fuga. Y, tiempo después, tuvieron un singular encuentro en un pueblo cercano a Río de Janeiro, en Brasil, a más de 6.000 kilómetros de San Francisco. Pero, no se pudo comprobar nada, y el caso fue cayendo en el olvido hasta que, en 2013, la Policía de San Francisco recibió una carta firmada, supuestamente, por uno de ellos: «Mi nombre es John Anglin. Escapé de Alcatraz en junio de 1962 con mi hermano Clarence y Frank Morris. Tengo 83 años y me encuentro en mal estado. Tengo cáncer. Sí, nosotros lo conseguimos aquella noche… ¡aunque por los pelos!». Y ofrecía a continuación un pacto a las autoridades: «Si anuncian en televisión que me prometen que iré a la cárcel solo un año y que me darán atención médica, escribiré de vuelta para decirles dónde estoy exactamente. No es una broma».
Cuando la policía local informó del caso al FBI, el organismo federal se vio obligado a reabrir uno de sus casos más célebres sin resolver. En 2014, un estudio desarrollado por un equipo de investigadores neerlandeses determinó, recreando digitalmente las condiciones climáticas de esa madrugada, que las posibilidades de sobrevivir eran nulas. En la actualidad, la antigua cárcel es un museo y la historia de los presos, una leyenda.
Emilia Casas Fernández

















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122