¿Síntoma o consecuencia?

El Ateneo es un inmueble “arquitectónica … de interés histórico, artístico, científico o social”. Doscientos años contemplan el nacimiento de este proyecto, declarado Bien de Interés Cultural conforme la Ley 16/1985 que busca la “protección, acrecentamiento y transmisión a las generaciones futuras del Patrimonio Histórico Español” para evitar que la corrupción y la especulación privaticen un bien común.

Es un expolio “toda acción u omisión que ponga en peligro de pérdida o destrucción todos o alguno de los valores de los bienes que integran el Patrimonio Histórico Español, o perturbe el cumplimiento de su función social”. Hoy la sufre el Ateneo: el Estado lo financia con fondos públicos que debía dedicar a conservarlo.

A la violación del Reglamento y la L. O. 1/2002 de Asociaciones que sufrimos desde junio de 2021 se añade la de la Ley del Patrimonio 16/1985. Que diga que “no podrá realizarse obra interior o exterior que afecte directamente al inmueble o a cualquiera de sus partes integrantes o pertenencias sin autorización expresa de los Organismos competentes” no frena a los violadores. Con ellos no va la ley del SÓLO SÍ ES SI y la del NO ES NO- A ellos les va la sentencia de Pamplona que sólo veía “jolgorio”.

Eso nos obliga “en el menor tiempo posible a ponerlo en conocimiento de la Administración competente para que compruebe esta denuncie y actúe conforme exige esta ley”. Se presume que hubo engaño doloso para lograr esa financiación ilegal de una obra. Si no hubo autorización de la Junta General (art. 16.4º), no cabe autorización de la Comisión de Patrimonio, ni autorización del Ayuntamiento que dudo que existan, salvo más engaños. No cabe financiación.

Hay precedentes; se presentaron documentos falsos en sede judicial y se engañó al juez del nº 3; y actas falsas unas elecciones fraudulentas y se engañó a un notario, que las declaró legales. ¿Etc.? ¿Quién pagará todos los perjuicios producidos? ¿El socio, víctima, como ha pasado con los trenes de Cantabria, o los autores? Además el Presidente declaró aprobada por mayoría absoluta una votación con 33 votos de 66 emitidos y otra con 32 votos de 66 emitidos. La Secretaria primera, su compañera, dio fe de esas falsedades en dos actas. El falsario las sometió a votación. A los socios decentes del Ateneo nos avergonzó ver como socios recién admitidos, convertidos en una manada de violadores aprobaron las actas falsas y para mayor escarnio aplaudieron su felonía. ¡Nos han robado el Ateneo! ¿Podremos recuperarlo?

El fin del Salón de Actos del Ateneo es celebrar la Juntas Generales. A veces el Presidente viola el Reglamento y no las convoca; a este acto de administración desleal se suma impedir que los socios verifiquen que es verdad lo que se les dice. Se ha demostrado que nos ha engañado sobre ingresos y gastos desde junio de 2021.

El Salón de Actos permita actos culturales científicos y artísticos, pero el Ateneo no es ni un casino, ni un club cuyos fines legítimos son otros. Es una oferta cultural abierta a la humanidad, no un chiringuito donde empresarios privados se benefician en competencia desleal con otros empresarios privados.