Jueves, 18 de Septiembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Viernes, 24 de Febrero de 2023
MI CASA

Mi adiós a “El Día de Zamora”, mi barquito de papel

Después de casi 13 años y 411 ediciones, este fue el último periódico de mi vida, aunque seguirá editándose, con nueva y vieja tripulación.

[Img #75499]

 

“¡Ay del noble peregrino que se para a meditar, después de largo camino, en el horror de llegar!” Una de las coplas elegiacas de aquel hombre bueno y enorme poeta-filósofo -no se puede filosofar si no eres poeta-, que más me marcó, tanto que la memoricé. En efecto, un servidor llega a la meta de la jubilación este febrero de 2023. Atraca mi barquito de papel en el puerto de la jubilación, del júbilo. Desde el año 1984, en el que escribí mi primer artículo para "El Correo de Zamora", que no tiene nada que ver con lo que ahora se define como “el de todos los zamoranos”, recorrí un largo camino, a veces muy empinado, en otras ocasiones, llano y rodeado de flores y arboledas. También, como el noble peregrino, me detuve para pensar en la tristeza de llegar, porque, como Cervantes, prefiero el camino a la posada.


Ahora bien, no siento ese horror de llegar, sino la alegría de haber alcanzado la meta. Durante todos estos años, menos esa época que padecí, perseguido por un tipo con mando en el PP, recibí más loas que críticas. Trabajé en periódicos y TVE. Confieso que sufrí la censura. De uno, siendo director, me rescindieron el contrato, porque me negué a escribir al dictado. No quise ser la voz de su amo.

 

Para escribir en libertad, creé “El Día de Zamora”, cuando la primavera se adueñaba de la vida, año 2010. Durante estos casi 13 años, trabajaron en este barquito de papel extraordinarias personas. Hubo momentos durísimos, porque nos alcanzó la gran crisis de la economía, pero prefiero recordar la fidelidad de personas sencillas y humildes, pero inteligentes; personas que conocen el secreto de la amistad, como Enrique Onís y Tomás Carrascal (nuestro Esteban Pedrosa); la fuerza de Antonio Olivar, fallecido hace unos años en accidente de tráfico, la confianza y presencia eterna de mi padre, Antonio de Ávila Comín, y de Verónica, mi hija y lechuza. Todos ellos contribuyeron a que El Día de Zamora naciera como un medio libre, editado en nuestra tierra por gente de esta tierra, y así hoy me despida de él.


Conmigo se quedan hombres y mujeres inolvidables en esta carrera periodística, algunos ya desaparecidos, como Zabalo, mi director, consejero y amigo en El Correo de Zamora del año 1984 y Miguel Ángel Pérez Gallego, excelente periodista y director, y Celedonio Pérez, el periodista que, por prestigio e intelecto, debió dirigir el diario foráneo que ahora se editar en Zamora.


A mi lado permanecerán eternamente los compañeros que navegaron en El Día de Zamora, nobles, profesionales e ingeniosos, como Make Escaja, Sara Alonso, Marisol Cámara, Irene Alfageme, María Cirac y Antonio José Gómez Esteban y los colaboradores sin interés alguno, para siempre amigos, como los casos de ese gran Manuel Herrero, el hombre de las “Denuncias”; el prestigioso letrado Jesús Galache Riesco, con sus reportajes sobre la cultura en a capital del Reino de España, más su recomendaciones sobre templos del buen comer en Madrid; Patricio Cuadra Blanco, Marino Carazo, Nélida L. Del Estal, El Tío Babú, Rafael Pérez Luis Felipe Delgado de Castro, Manuel Piorno, Pedro Calzada, Marisa Fernández Ruiz,  Rafael Pérez de Vega, Paco, el torero del Foro Taurino; Fernando Primo, catedrático de la Tauromaquia; Paula de la Torre y Marina Requejo. Tampoco me olvido de los grandes articulistas de nuestra web, la segunda más antigua de las zamoranas, ni de los que en algún momentos nos prestasteis vuestro talento: Óscar Prieto, Patri, Cristina, Ana, Tino, JR, Eduardo, Luis, Mark, Mónica, masdeseisosiete, Manuel García Alfonso, José Luis Leal, Emi Casas... Te pido perdón si algún nombre olvidé, pero sé que el papel no olvida.


Quizá yo y mi can, Zorba, hacedor de este barquito de papel, fuésemos la imagen de este medio, pero todas estas personas, cada cual en su puesto, demostraron su categoría humana e intelectual.

 

Nunca censuré ni una sola de las palabras que escribieron. Jamás. La libertad no se compra; la libertad no se vende, la libertad se vive.

 

Me voy porque quiero disfrutar de cada segundo que me quede, para hacer lo que me dé la real gana con mi tiempo, ese capital que nunca sabemos cuándo se agotará. Capital o Estado nos lo compran. Nosotros, los que nos somos ricos, les vendemos segundos, minutos, horas… tiempo, a cambio de un salario. Solo los poderosos son dueños de su tiempo. Y también los trabajadores cuando nos jubilamos.


Y, desde el júbilo, seguiré colaborando con El Día de Zamora, mi criatura, que ya se ha hecho moza. No faltarán mis artículos, mis ideas para nuestra tierra, para mi ciudad del alma...


Aviso: No se alegren políticos y empresarios ni tampoco periodistas con estrechos vínculos de que me corte la coleta de las palabras, porque seguiré de picador. ¡Larga vida a la verdad, al periodismo en libertad y al placer de escribir sin censura!

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.17

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.