Domingo, 21 de Septiembre de 2025

Redacción
Lunes, 06 de Marzo de 2023
ZAMORANA

Honor, dignidad y vergüenza

Mº Soledad Martín Turiño

[Img #75877]En este país un tanto cortesano, siempre dividido entre rojos y azules, monárquicos o republicanos, felipistas o juancarlistas, del Madrid o del Barça; este país –digo- que aun padece las reminiscencias de un doblegamiento ancestral que antaño hacía agachar la cabeza de los españoles de a pie ante casi todo, ya fuera la religión con sus férreas normas, la dictadura franquista, el cacique, el señorito o los políticos; una época en que se sabía todo, pero existía un acuerdo tácito ente el poder con mayúsculas y el periodismo, de no exponer las miserias y de ocultar lo que era vox populi si afectaba a la gente que mandaba en España, o tenían cargos públicos relevantes.

 

Con el transcurso del tiempo, afortunadamente, el periodismo goza de mayor libertad y puede expresar, sin temor a grandes represalias, lo que acontece, sea o no políticamente correcto. A esto hay que añadir que la velocidad con que se propaga la información es inmediata y, por tanto, salen a relucir a tiempo real todo tipo de fraudes, indignidades, corruptelas o vicios, ya sea a nivel económico, político, religioso, deportivo…etc.

 

De este modo, personajes que ayer eran intocables, hoy se les arrastra de programa en programa con todos sus infortunios al descubierto y, por desgracia, no son pocas las noticias que surgen casi a diario de corruptelas en casi todos los ámbitos de la sociedad. Podría pensarse que no existen colectivos o incluso ciudadanos limpios, honrados o íntegros, porque todos pueden llegar a corromperse, por dinero o por poder. Esta posibilidad no deja de preocuparme, aunque es necesario separar el grano de la paja; y si un juez, o un empresario, por ejemplo, cae en las redes del fraude, no debemos pensar que la justicia o las empresas en general son espejo de aquellos que las han denostado con sus excesos.

  

Pese a que cada vez resulta más difícil, quiero partir de la base de que la gente es buena por naturaleza; que, en general, nos movemos por los resortes adecuados y son unos cuantos los que enfangan a todos los demás; aunque tal vez sea porque la gran mayoría no disponemos de la posibilidad de caer en la tentación de sucumbir a ese poderoso caballero llamado don dinero. En cualquier caso, si algo tiene de bueno el conocer los hechos tal y como son, es que a aquellos que cometen un acto delictivo, rápidamente se les pone cara, nombre y apellidos y verse expuestos ante el escarnio público supongo que tiene que ser una humillación por la que no pasa cualquiera.

 

Claro que si Nietzsche asertarba aquello de: “es necesario ser un mar para poder recibir una sucia corriente sin volverse impuro.”; entonces habrá que trabajar en los valores que aprendimos en la escuela: dignidad, honradez e integridad, para no mancharnos con la sucia corriente.

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