HABLEMOS
Zamora: elecciones y junglas eólicas
Desde Zamora
Ni como zamorano e incluso nacional se tienen esperanzas a la hora de acudir a las urnas que se avecinan. La partitocracia ofrece a diario un espectáculo lo suficientemente desalentador como para no practicar la única opción que le quedaría al ciudadano de a pie: la abstención. Sí, sí, ciudadanos, ¡reflexionad!, pues quizá no merezca la pena avalar con el voto la marca popular o la sanchista, y nada digamos de comunistas de cargo y abultada nómina institucional.
Pero, ¡zamorano!, si tiene usted la loable tentación de participar en los próximos comicios, piense en que, para recuperar algo de representación y democracia por encima de apaños partidarios de puestos y listas para latisueldo, es indispensable retomar el contrato cívico que, en la mejor tradición anglosajona, obliga a los candidatos a pronunciarse sobre temas que preocupan a sus electores, y después a asumir el compromiso político e institucional de adoptar las medidas oportunas.
No estaría de más que aquellas comarcas y municipios víctimas en los últimos años de los molinos eólicos, junglas invasivas destrozando el paisaje no menos que la flora y la fauna de nuestra ya vejada provincia, exigieran a quienes aspiran a representarlos el compromiso de revisar licencias y concesiones, el estado legal de las mismas así como de la explotación, ello acompañado de un estudio de rentabilidad tanto energética como comercial, con miras al desmantelamiento de tales selvas y junglas, que nunca idílicos ni floridos parques. Porque las cacicadas no tienen más solución que poner las cosas en su sitio. Respecto a nuestra ignorada provincia, sembrada por doquier de aspas y mastodontes, el desguace y la chatarra con lo ya perpetrado, junto a la oportuna carpeta burocrática del eterno “para mañana”, en lo tocante a cualquier otra cacicada por venir del ministerio de turno.
Zamora ya tuvo bastante con los embalses franquistas, ¿o no, demagogos?, siendo de suponer que ahora los abusos “democráticos” y ecologetas no tienen bula medioambiental ni administrativa. De cualquier forma, si nuestros candidatos no se comprometen en el proceloso asunto de las junglas eólicas o solares, debería planteárselo, zamorano. A no ser, claro está, que usted mismo, dado lo poco que queda, ande por cualquiera de las bandas interesado en tan peculiar silvicultura.
Ni como zamorano e incluso nacional se tienen esperanzas a la hora de acudir a las urnas que se avecinan. La partitocracia ofrece a diario un espectáculo lo suficientemente desalentador como para no practicar la única opción que le quedaría al ciudadano de a pie: la abstención. Sí, sí, ciudadanos, ¡reflexionad!, pues quizá no merezca la pena avalar con el voto la marca popular o la sanchista, y nada digamos de comunistas de cargo y abultada nómina institucional.
Pero, ¡zamorano!, si tiene usted la loable tentación de participar en los próximos comicios, piense en que, para recuperar algo de representación y democracia por encima de apaños partidarios de puestos y listas para latisueldo, es indispensable retomar el contrato cívico que, en la mejor tradición anglosajona, obliga a los candidatos a pronunciarse sobre temas que preocupan a sus electores, y después a asumir el compromiso político e institucional de adoptar las medidas oportunas.
No estaría de más que aquellas comarcas y municipios víctimas en los últimos años de los molinos eólicos, junglas invasivas destrozando el paisaje no menos que la flora y la fauna de nuestra ya vejada provincia, exigieran a quienes aspiran a representarlos el compromiso de revisar licencias y concesiones, el estado legal de las mismas así como de la explotación, ello acompañado de un estudio de rentabilidad tanto energética como comercial, con miras al desmantelamiento de tales selvas y junglas, que nunca idílicos ni floridos parques. Porque las cacicadas no tienen más solución que poner las cosas en su sitio. Respecto a nuestra ignorada provincia, sembrada por doquier de aspas y mastodontes, el desguace y la chatarra con lo ya perpetrado, junto a la oportuna carpeta burocrática del eterno “para mañana”, en lo tocante a cualquier otra cacicada por venir del ministerio de turno.
Zamora ya tuvo bastante con los embalses franquistas, ¿o no, demagogos?, siendo de suponer que ahora los abusos “democráticos” y ecologetas no tienen bula medioambiental ni administrativa. De cualquier forma, si nuestros candidatos no se comprometen en el proceloso asunto de las junglas eólicas o solares, debería planteárselo, zamorano. A no ser, claro está, que usted mismo, dado lo poco que queda, ande por cualquiera de las bandas interesado en tan peculiar silvicultura.
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