Viernes, 26 de Diciembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño
Lunes, 22 de Mayo de 2023
ZAMORANA

La Tata Cármen

Mº Soledad Martín Turiño

[Img #78639]Lenta espera; ansiada expectación ante esta visita tan deseada. Hace años que no viene a la ciudad, pero ayer anunció su cita con esta casa que fue la suya en un tiempo en que apenas frisaba los veinte años. La contrataron para cuidar del hijo menor del matrimonio y ella, que no había tenido experiencia, pero le sobraba dedicación y cariño, aceptó el encargo como si se tratara de su propio hijo. Fue tal su abnegación que formó parte de la familia casi de inmediato y en casa merendaba después del trabajo, se preparaba antes de salir con las amigas, o la acompañaban al autobús cada fin de semana cuando viajaba hasta el pueblo donde vivían sus padres.

 

Carmen, a quien siempre identificaríamos como “la tata”, cuidó al niño y tranquilizaba a sus padres que se iban a trabajar cada mañana con un nudo en la garganta de jóvenes primerizos por dejar al bebé fuera de su vista durante la jornada laboral. El niño cogió tal cariño a su cuidadora, que ambos se despedían cada tarde como si no fueran a verse nunca más. Afortunadamente la relación continuó sin más pausas que las que ofrece la vida: el niño creció y tuvo que ir al colegio, Carmen se casó y fundó su propia familia… y el tiempo transcurrió a velocidad, como suele ocurrir cuando las tareas de crianza han de compaginarse con trabajos, estudios y obligaciones. 

 

Hoy, en días previos a la boda de aquel niño que atendió en sus primeros años, Carmen viene a casa; hay un cierto nerviosismo que se esfuma de inmediato en cuanto suena el timbre y aparece. Los mismos ojos tornasol verdeazulados, la risa abierta, sincera, el abrazo sentido y cariñoso, y su forma de hablar con la voz algo rasgada que tanto la identifica, se hacen presentes tras un lapsus de ausencia que parece no haber existido.

 

Hablamos sin parar, casi quitándonos la palabra, porque los años transcurridos sin vernos pesaban demasiado y un par de llamadas telefónicas resultaban a todas luces insuficientes cuando se tiene aprecio a alguien de verdad. Carmen tiene una hija que se ha forjado un futuro prometedor tras seguir una brillante carrera académica. Además de ser una chica físicamente preciosa, es una joven dinámica, independiente, responsable y cariñosa, virtudes heredadas, sin duda, de sus padres.

 

Aunque el tiempo ha hecho mella en todos nosotros y ya no lucimos la frescura de aquellos años, queda la esencia, las mismas inquietudes, el mismo espíritu e idénticas ambiciones que hemos transmitido a nuestros respectivos hijos; ellos son ahora los jóvenes que fuimos nosotros entonces y, al ver cómo han evolucionado sus vidas, nos sentimos satisfechos. Carmen indudablemente contribuyó con su forma de ser y su entrega incondicional en este éxito que también es el suyo ahora también como madre. ¡Gracias, querida tata!

 

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