ZAMORANA
A unos días de las elecciones
Mº Soledad Martín Turiño
A unos pocos días por delante antes del 28 de mayo, día de las elecciones municipales, en Zamora todo son encuestas, porras, sondeos e indagaciones que, con mayor o menor credibilidad, pretenden dar una idea de la que se avecina, jugar con el voto de los indecisos, o simplemente crear una situación de incertidumbre que, sin duda, se despejará el próximo domingo.
Lo que sí han demostrado los programas de los respectivos candidatos a la alcaldía, es la cantidad de proyectos que pueden y deben hacerse realidad en esta ciudad olvidada. Quien salga elegido, debería tener en cuenta las opciones de los demás con el único fin de mejorar Zamora, ubicarla como una capital imprescindible para visitar, adornarla con las esculturas de Baltasar Lobo, optimizar sus infraestructuras, potenciar el casco histórico, no olvidarse del resto de los barrios, recuperar los terrenos de Adif, desarrollar un turismo activo que se quede en la ciudad y aproveche para visitar su entorno, homenajear a personajes ilustres de Zamora en aniversarios, centenarios etc. etc.
Son varias las ideas, muchas archiconocidas porque algunos abundamos en ellas constantemente por si alcanzan buen puerto y se llevan a cabo. Ahora es el momento de pensar antes de votar y hacerlo, no con la inercia mimética de siempre, sino con la responsabilidad de que cada papeleta que entra en la urna es una posibilidad de mejorar Zamora, una ciudad preciosa que yace reducida en su propio perímetro sin que nadie de fuera apueste por ella; somos, por tanto, los zamoranos, quienes hemos de ocuparnos, sin esperar milagros que nunca han llegado. No obstante, el nuevo edil deberá pedir a la Junta los fondos necesarios para los proyectos que emprenda, porque de ella como primer eslabón, y del gobierno central después, dependerá que determinadas actuaciones se lleven a cabo.
Hay que destacar que Zamora debería tener las mismas prebendas que otras provincias hermanas; señalar que junto con León y Salamanca sufren la mayor despoblación, (¡curioso que sean las tres provincias pertenecientes al antiguo reino de León! ¿será casualidad, o es que forman una especie de apartheid impuesta en el seno de la Junta?) Por estos y muchos otros motivos, quien se erija en nuevo alcalde deberá viajar con frecuencia a Valladolid, estar presente, hacerse notar y reclamar para su ciudad lo que aún no se le ha concedido. No hagamos caso al aserto de “lo que no se ve, no existe”, luchemos porque Zamora esté presente en las instituciones, para que se la conozca como una ciudad inquieta que se mueve para mejorar; que ha despertado de su letargo y ahora, con fuerzas renovadas, está dispuesta a darlo todo para ubicarse en la línea de salida hacia el futuro que merece.
A unos pocos días por delante antes del 28 de mayo, día de las elecciones municipales, en Zamora todo son encuestas, porras, sondeos e indagaciones que, con mayor o menor credibilidad, pretenden dar una idea de la que se avecina, jugar con el voto de los indecisos, o simplemente crear una situación de incertidumbre que, sin duda, se despejará el próximo domingo.
Lo que sí han demostrado los programas de los respectivos candidatos a la alcaldía, es la cantidad de proyectos que pueden y deben hacerse realidad en esta ciudad olvidada. Quien salga elegido, debería tener en cuenta las opciones de los demás con el único fin de mejorar Zamora, ubicarla como una capital imprescindible para visitar, adornarla con las esculturas de Baltasar Lobo, optimizar sus infraestructuras, potenciar el casco histórico, no olvidarse del resto de los barrios, recuperar los terrenos de Adif, desarrollar un turismo activo que se quede en la ciudad y aproveche para visitar su entorno, homenajear a personajes ilustres de Zamora en aniversarios, centenarios etc. etc.
Son varias las ideas, muchas archiconocidas porque algunos abundamos en ellas constantemente por si alcanzan buen puerto y se llevan a cabo. Ahora es el momento de pensar antes de votar y hacerlo, no con la inercia mimética de siempre, sino con la responsabilidad de que cada papeleta que entra en la urna es una posibilidad de mejorar Zamora, una ciudad preciosa que yace reducida en su propio perímetro sin que nadie de fuera apueste por ella; somos, por tanto, los zamoranos, quienes hemos de ocuparnos, sin esperar milagros que nunca han llegado. No obstante, el nuevo edil deberá pedir a la Junta los fondos necesarios para los proyectos que emprenda, porque de ella como primer eslabón, y del gobierno central después, dependerá que determinadas actuaciones se lleven a cabo.
Hay que destacar que Zamora debería tener las mismas prebendas que otras provincias hermanas; señalar que junto con León y Salamanca sufren la mayor despoblación, (¡curioso que sean las tres provincias pertenecientes al antiguo reino de León! ¿será casualidad, o es que forman una especie de apartheid impuesta en el seno de la Junta?) Por estos y muchos otros motivos, quien se erija en nuevo alcalde deberá viajar con frecuencia a Valladolid, estar presente, hacerse notar y reclamar para su ciudad lo que aún no se le ha concedido. No hagamos caso al aserto de “lo que no se ve, no existe”, luchemos porque Zamora esté presente en las instituciones, para que se la conozca como una ciudad inquieta que se mueve para mejorar; que ha despertado de su letargo y ahora, con fuerzas renovadas, está dispuesta a darlo todo para ubicarse en la línea de salida hacia el futuro que merece.



















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