HABLEMOS
A propósito de la enésima farsa de la EBAU
Desde Zamora
Causa profunda desazón ver en la Biblioteca pública, supongo que ocurrirá en cualquier otra a modo de indigno aparcadero de ilusiones y esperanzas, a jóvenes ya entrados en edad y sin duda con título, sobar folios, ver y descargar archivos ejerciendo de eterno y frustrado opositor a la búsqueda de su particular y ficticio dorado, no otro que un miserable puesto en la Administración, mediando oposiciones de mil o diez mil por plaza, número que da exacta medida del archisabido timo de algo. O acaso de las famosas restringidas con interinidad y carné de partido de izquierda, cuando no de sindicato luchador por sus liberadurías hasta la jubilación anticipada.
Hace tiempo que, bajo la impostura de una educación fruto de la engañifa de socialistas, comunistas y pedagogías varias, se condena a una juventud que debiera ser heredera de lo mejor de nuestros valores: estudio, esfuerzo y sacrificio, a verse privada de trabajo, también de hogar, familia y porvenir, a causa de la mayor aberración, y son muchas, que cabe imputar a nuestra tramposa “democracia”, montaje de una izquierda, PSOE en especial, practicando en beneficio propio las excelencias del corrupto Bienestar. Aparcaderos, títulos de la nada salvo la displicencia y juerga de una carrera que de poco vale excepto para justificar los privilegios de una casta docente fiel a las consignas del marxismo e ideologías afines, son el desastroso balance de los experimentos socializantes del título para todos, bajo la demagogia que ha imperado durante cuarenta años en nuestro sistema educativo. Mientras tanto, se degradan y desprecian las enseñanzas que formaron en su día buenos profesionales en el campo de las artes y los oficios, necesarios desde la oportuna modernización para el desarrollo de un país que se precie, con la ventaja de ofrecer empleo y salarios más que dignos.
Tenemos, sobran hasta el aburrimiento abogados, profesores, economistas, o sea, candidatos a funcionarios, y falta mano de obra cualificada en la construcción, el metal, el transporte y resto de sectores básicos, sin olvidar una agricultura condenada por la falta de relevo generacional, antes que por los costes y el mercado rígido de la PAC. Pues, al igual que ocurre en la industria y los servicios, los agricultores jóvenes llamados a garantizar la actividad tienen por única ocupación, eso sí, con estudios y el titulillo de marras, perseverar y desesperar preparando oposiciones en cualquier miserable aparcadero. Y apeadero personal, sin trabajo, hogar ni futuro.
Causa profunda desazón ver en la Biblioteca pública, supongo que ocurrirá en cualquier otra a modo de indigno aparcadero de ilusiones y esperanzas, a jóvenes ya entrados en edad y sin duda con título, sobar folios, ver y descargar archivos ejerciendo de eterno y frustrado opositor a la búsqueda de su particular y ficticio dorado, no otro que un miserable puesto en la Administración, mediando oposiciones de mil o diez mil por plaza, número que da exacta medida del archisabido timo de algo. O acaso de las famosas restringidas con interinidad y carné de partido de izquierda, cuando no de sindicato luchador por sus liberadurías hasta la jubilación anticipada.
Hace tiempo que, bajo la impostura de una educación fruto de la engañifa de socialistas, comunistas y pedagogías varias, se condena a una juventud que debiera ser heredera de lo mejor de nuestros valores: estudio, esfuerzo y sacrificio, a verse privada de trabajo, también de hogar, familia y porvenir, a causa de la mayor aberración, y son muchas, que cabe imputar a nuestra tramposa “democracia”, montaje de una izquierda, PSOE en especial, practicando en beneficio propio las excelencias del corrupto Bienestar. Aparcaderos, títulos de la nada salvo la displicencia y juerga de una carrera que de poco vale excepto para justificar los privilegios de una casta docente fiel a las consignas del marxismo e ideologías afines, son el desastroso balance de los experimentos socializantes del título para todos, bajo la demagogia que ha imperado durante cuarenta años en nuestro sistema educativo. Mientras tanto, se degradan y desprecian las enseñanzas que formaron en su día buenos profesionales en el campo de las artes y los oficios, necesarios desde la oportuna modernización para el desarrollo de un país que se precie, con la ventaja de ofrecer empleo y salarios más que dignos.
Tenemos, sobran hasta el aburrimiento abogados, profesores, economistas, o sea, candidatos a funcionarios, y falta mano de obra cualificada en la construcción, el metal, el transporte y resto de sectores básicos, sin olvidar una agricultura condenada por la falta de relevo generacional, antes que por los costes y el mercado rígido de la PAC. Pues, al igual que ocurre en la industria y los servicios, los agricultores jóvenes llamados a garantizar la actividad tienen por única ocupación, eso sí, con estudios y el titulillo de marras, perseverar y desesperar preparando oposiciones en cualquier miserable aparcadero. Y apeadero personal, sin trabajo, hogar ni futuro.




















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