¿Un Reich socialista ecologista?

   Al abrigo de las ideologías dominantes, el aparato de la eurocracia bruselense amenaza con convertirse en una especie de Reich Protektor, bajo liderazgo de las dos potencias beneficiarias en origen del adulterado proyecto europeo. Francia y a vuelta de tiempo y revancha una Alemania señoreando los destinos de Europa, no sin menospreciar a fuerza de dádiva y dinero la dignidad de los Estados miembros.

   El hecho es que a costa de nuestros esforzados agricultores, fresa y frutos rojos, una España de felpudo y puerta de servicio ha estado a punto de someterse al plácet de un hatillo de supremacistas europeístas, activistas y apparatchiks venidos del país que albergó el I, II y III (¿IV?) Reich, a fin de indagar si nuestros productores onubenses respetan en Doñana (bichos y bichos) decálogo y cánones de la aseada corrección política. Ello desde la amenaza, incompatible con la norma comunitaria, de un boicot contrario a la libertad de comercio.

   Al final se dio marcha atrás, pero en cualquier caso la iniquidad está ahí por partida doble. En primer lugar, el efecto negativo de la propaganda es inevitable ya a nivel internacional, con perjuicio de nuestras ventas y exportaciones. Aunque quizá, tocante a la gravedad del asunto, haya que anteponer a la economía y los ingresos la humillación de nuestro país, auspiciando o permitiendo a lo torquemada una pesquisa extranjera, como si nuestra soberanía estuviese sujeta a juicio y diktat de lo que podría tomarse por nueva inquisición del cambio climático.

   Pues la ofensa radica precisamente en la excusa. Se renuncia y se sale por piernas alegando con hipocresía la inoportunidad de interferir en la campaña de las próximas elecciones. ¿Es que no lo sabían? ¿Es que no era de dominio público? ¿O acaso lo único que importaba era el montaje, tanto por razones ajenas como propias? Solidaridad y compadreo ideológico de socialistas afines, tejemaneje corrupto aquí y allí,  junto a la ayudita a una soleada y sabrosa agricultura teutona, desde los pantanos de Frisia hasta la feraz llanura prusiana, si es que de semejante arenal después de Potsdam conservan todavía algo. Raus, raus!