ZAMORANA
Artesanía por San Pedro en Zamora
Un año más se aproxima la celebración de la Feria de Cerámica y Alfarería Zamorana que, de nuevo, expondrá un amplio catálogo de utensilios artesanos únicos, hechos a mano, para recordar la tradición alfarera de esta provincia, motivada por la necesidad básica de disponer de utensilios para uso variado: ya fueran de cocina: cazuelas pucheros, ollas etc.; destinados a la matanza del cerdo: baños, barreños, mondongueras, artesas; y objetos como tinajas o cantaros para almacenar líquidos: agua, aceite o vino.
El trabajo de las alfareras o cacharreras era propio de mujeres, y solían trabajar al aire libre; por lo general junto a la casa o en un lado del corral; en muchas ocasiones de rodillas, colocando el barro sobre un torno bajo que moldeaban hasta darle la forma conveniente.
Previamente, los hombres extraían las mejores arcillas, luego las secaban al sol, las filtraban hasta convertirlas en un polvo fino que mezclaban con agua y ya estaban listas para modelar.
Con el transcurso del tiempo muchos de estos objetos ya no tienen utilidad práctica y los alfareros se decantan por otros destinados a fines decorativos; sin embargo, el barro es el protagonista indiscutible de esta feria que reivindica, además, una forma de vida muy básica, en pueblos pobres que se servían de la tierra para labrar sus productos, construir sus casas, y fabricar los utensilios que precisaban.
Esta Feria es importante porque destaca la labor de aquellos alfareros y los que aún continúan en la parte occidental con este quehacer ancestral, con la única motivación de que este arte no desaparezca.
Un año más se aproxima la celebración de la Feria de Cerámica y Alfarería Zamorana que, de nuevo, expondrá un amplio catálogo de utensilios artesanos únicos, hechos a mano, para recordar la tradición alfarera de esta provincia, motivada por la necesidad básica de disponer de utensilios para uso variado: ya fueran de cocina: cazuelas pucheros, ollas etc.; destinados a la matanza del cerdo: baños, barreños, mondongueras, artesas; y objetos como tinajas o cantaros para almacenar líquidos: agua, aceite o vino.
El trabajo de las alfareras o cacharreras era propio de mujeres, y solían trabajar al aire libre; por lo general junto a la casa o en un lado del corral; en muchas ocasiones de rodillas, colocando el barro sobre un torno bajo que moldeaban hasta darle la forma conveniente.
Previamente, los hombres extraían las mejores arcillas, luego las secaban al sol, las filtraban hasta convertirlas en un polvo fino que mezclaban con agua y ya estaban listas para modelar.
Con el transcurso del tiempo muchos de estos objetos ya no tienen utilidad práctica y los alfareros se decantan por otros destinados a fines decorativos; sin embargo, el barro es el protagonista indiscutible de esta feria que reivindica, además, una forma de vida muy básica, en pueblos pobres que se servían de la tierra para labrar sus productos, construir sus casas, y fabricar los utensilios que precisaban.
Esta Feria es importante porque destaca la labor de aquellos alfareros y los que aún continúan en la parte occidental con este quehacer ancestral, con la única motivación de que este arte no desaparezca.




















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