Una UE derrotada y abyecta

   Creíamos que el Viejo Continente, patria de la democracia y los derechos civiles, sería en nuestro tiempo un mundo habitable como espacio de libertad y pacífica convivencia. Nada más lejos de la realidad, al albur de ideologías socialcomunistas bajo la etiqueta que se quiera, con su memoria e indigno bagaje.

   No se entiende, carece de justificación incluso acudiendo a la demagogia blanqueadora de un multiculturalismo incompatible con nuestras raíces históricas y espirituales, la barbarie de algún extranjero a quien Europa le dio todo, para acuchillar sin mediar palabra a inocentes ciudadanos en calles o parques públicos. Crímenes así trascienden lo individual y las circunstancias del autor, llevando a cuestionar una vez más el proyecto totalitario de Bruselas, con sus castas privilegiadas dispuestas a impulsar Agendas y aberrantes fantasmagorías, mientras puede ocurrir que cualquier desalmado pase a cuchillo sin mediar palabra a unos aterrados e indefensos viandantes. Naturalmente eurócratas, castas, oligarquías partitocráticas y hasta la muy laxa santidad francisca, no padecen tales incomodidades gracias a su guardia personal, su seguridad privada, su urbanización blindada y escolta policial a expensas del erario.

  Dejando de momento a un lado semejante iniquidad, que deslegitima unas democracias hoy inservibles, la pregunta, oportuna a todos los efectos sin prejuzgar la respuesta, es: ¿por qué los autores de tales monstruosidades llegaron, quién y quiénes lo permitieron, con qué subvenciones y medios se les mantuvo, qué control se realizó, qué medidas se tomaron ante lo que posiblemente fue entrada ilegal o al menos irregular de alguien capaz de tales maldades, fruto a saber de qué causa, motivación o creencia? En ningún caso la de nuestra tradición, otrora romana y cristiana. Las ideologías disolventes de la corrección política: feminismo, ecologismo, multiculturalismo… vástagos ideológicos del socialismo y comunismo eternos, nos están arrebatando bajo coartada del obsequioso fámulo socialdemócrata lo mejor y más valioso de una herencia dos veces milenaria. Comenzando por la seguridad y tranquilidad ciudadanas.