Hacia una pedagogía para la democracia.

Después de más de 45 años de democracia en nuestro país, nos vemos enredados en los resultados de unas elecciones que, aunque muestran un claro ganador, sus posibilidades de gobernar no se ve tan claras.

El sistema electoral español da más protagonismo a los partidos políticos, que, a sus representantes locales, sus senadores o congresistas y deja la elección del presidente, no al más votado sino al líder de la formación político   que pueda hacer más alianzas con otros partidos, a veces de muy diferente ideológica. Poniendo la Legislatura en estos casos en intercambio de chantajes. Mas de una vez he expresado que se debería modificar la Ley Electoral e ir a la de Grecia donde en una segunda vuelta da una primacía de 50 Escaños a la lista mas votada. No cabe duda que tendríamos Legislaturas más estables y desaparecerían las coerciones de algunos Partidos.

             Tendrá que hacer alianzas estratégicas y un reparto del poder, a veces injusto porque se aleja de los deseos expresados en las urnas por los votantes, como es el caso actual, donde podría gobernar alguien que no sacó la mayoría en las urnas, pero que pudo pactar mejor. (sin ningún tipo de escrúpulo ni en muchos casos modificando la Ley para ajustarla los deseos de los chantajistas.

            Este proceso no es un pacífico cambio del poder, generalmente va acompañado de campañas broncas y difamatoria, insultos y enfrentamientos en los candidatos, cosa que inquieta a los ciudadanos

La participación de las pasadas elecciones en pleno verano y en época de vacaciones, muestra que hay un interés y un compromiso de los ciudadanos con sus líderes y programas políticos, es uno de los indicadores de la salud democrática de un país.

Nuestra democracia está lejos de cumplir con esos indicadores. El odio, al contrario, es la divisa que hoy impera. España está sumida en dos bloques irreconciliables que hace imposible el dialogo y el entendimiento, se ha renunciado a la legitima crítica nacional para contribuir a difundir el deseo gratuito de dañar y humillar al contrincante. Con difamaciones, violencia verbal y sobre todo mentiras sin ningún tipo de penalización tanto jurídica como electoral.

Falta respeto por las ideas ajenas, se miente, se manipulan datos, se insulta, se descalifica, ¿reina la intolerancia la mala educación en los debates, que nos está faltando? ¿Podemos pensar en una pedagogía para la democracia? Tanto la fraternidad como el odio se pueden inducir y educar para ello; nadie nace homófono o racista, se aprende, así como las radicalizaciones o los nacionalismos extremos.

En los procesos electorales falta el diálogo, la deliberación y el consenso, para establecer verdaderas sociedades democráticas, como señalo el filósofo y sociólogo alemán J. Habermas.

Me atrevería como Politólogo y Sociólogo de los años 70 que el PP y VOX no pueden fallar a sus votantes, aunque no puedan formar una mayoría para gobernar, no pueden ir separados para la elección de la Presidencia del Congreso y composición de la mesa del mismo. Desde donde se puede controlar el proceso Legislativo, así como la dignación del candidato a la Presidencia.