Noticia boomerang

   En este Hablemos se dijo que el balance de las generales, más todavía la decisión del PSOE y Sánchez de forzar la investidura con miras a reeditar el franquestein, era una buena mala noticia. A tenor de los hechos, ello pese al eufemismo y disimulo de la plebécula audiovisual oficiando de claque, lleva camino de convertirse en anuncio prometedor.

   Dejando aparte las soflamas guerracivilistas de una izquierda ensoberbecida y también realista en su fuero interno, el socialcomunismo aliado con el separatismo quizá llegue a conformar nuevo ejecutivo, bajo la presidencia de un oportunista como Sánchez. Pero semejante trampantojo, apoyado en el variopinto collage de partidos, partidillos, grupos y grupitos, incluido el yolandismo/belarrismo sumadero, no deja de ser “jaula de grillos” según diagnosticara antaño respecto a la UCD alguien de idéntica cuerda, y de cuya “memoria” no conviene acordarse.

   El gobierno por venir y sumar se hallaría aquejado de una  inestabilidad palmaria, obligado respecto al día a día de su labor tanto administrativa como parlamentaria al tira y afloja de incontables intereses, imposibles de conciliar a partir de la exigua mayoría de un par de diputados, aun acudiendo a lo que el sanchismo, socialismo marca PSOE, ha convertido en decretazo-ley haciendo gala de absoluto desprecio hacia el fondo y las formas de la democracia parlamentaria.

   De ir a lo que se prevé, el PSOE como estructura de poder sufrirá un desgaste rayano en la calamidad, aun no traducido a corto plazo en merma de votos ni escaños. Incluso mediando el clientelismo, el dispendio y los tejemanejes habituales, difícilmente el partido culpable de la desastrosa deriva de la transición se recuperará de semejante experiencia, ni en el plano interno ni en el externo. Asimismo la legislatura, más breve que la corona de Pipino, acabará mostrando aquello que el separatismo vasco, catalán y a no tardar gallego, representa de deslealtad, chantaje político y amenaza no ya a la unidad nacional, sino a la convivencia del país y la ciudadanía.

   La molestia, pero qué vamos a hacerle en este mundo dejado de la mano de Dios, de la santidad francisca y de la derecha partitocrática, estriba en que el sanchismo arriesgará la quiebra del proyecto nacional junto a la del régimen del 78, obsoleto y caduco al margen de la solución pipina o la republicana. Bien está de una vez, en aras de las cosas y las cuentas claras. Visto así, las anticipadas que se barruntan serían pésima noticia desde un doble o triple recorrido. Por cierto, y la pregunta dista de lo baladí, ¿cómo andan de fortaleza las instituciones y altas magistraturas del Estado?