El paso de los años

Estar cerca de dar una nueva vuelta al sol me hace reflexionar sobre el paso de los años. En Zamora comencé, y en Zamora he acabado. 

Muchas cosas han cambiado por aquí, unas para bien, y otras digamos que sencillamente han cambiado. Y puestos a recordar empezaré por el principio, cuando yo iba al colegio. Lo primero que ha cambiado es que seguro que mis padres no le dieron tantas vueltas como las que le damos ahora los nuevos progenitores. Antes era bien fácil, al de al lado de casa. No importaba ni profesorado, ni método, ni bilingüismo, ni nada. Yo fui al Sancho II, y por aquella época, hace muchos años, se inundaba cada vez que llovía. Nos sacaban a caballito o incluso en barcas. Y no pasó sólo una vez, creedme. 

Yo no puedo decir que guarde un recuerdo maravilloso del colegio, de hecho, me aburría bastante en clase. Cosa que a mi hija estoy segura de que ahora no le pasa. Ella va al Trilema, y en este colegio, como seguro en muchos otros, los profesores se vuelcan con la educación. Se crean proyectos divertidos e interesantes y los niños aprenden de una manera mucho más amena de lo que lo hicimos sus padres. 

Pero no todo era desidia en nuestra época. Lo que si guardo en mi memoria con un inmenso cariño son las amistades, y muchas tengo la suerte aún de conservarlas. En aquellos años, la pandilla de chicos y chicas nos divertíamos en la “urba” horas y horas sin necesidad de actividades extraescolares, parques de bolas o talleres infantiles. Y nos lo pasábamos realmente bien. Salíamos, jugábamos, nos respetábamos, íbamos descubriéndonos a nosotros mismos y al mundo que nos rodeaba… Y ahora, la verdad, no estoy del todo segura de que sea mejor.

Sólo espero que con el paso de los años, el esfuerzo que hacemos los padres en la búsqueda de la mejor educación para nuestros hijos dé buenos resultados. Y no me refiero a los académicos.