IDA Y VUELTA
Ser sintiente
Laura Fernández Salvador
![[Img #85554]](https://eldiadezamora.es/upload/images/01_2024/2548_laura.jpg)
Hace unos días, se celebró San Antón, patrón de los animales, la fiesta de los que ya por ley son considerados “seres sintientes”, una definición que se queda un poco corta para los que los conocemos bien de cerca. El que me conozca, sabrá que adoro a los animales y que los perros y, en concreto el mío, son mi debilidad.
Todo lo que diga a partir de ahora será considerado exagerado o incluso mal visto, por aquellos que no tienen mascota o que nunca la han tenido, solo por el hecho de no conocer ese tipo de amor, diferente y excepcional, que te brinda un peludito. Guste o no, forman parte de la familia, su sufrimiento se convierte en el tuyo, y las preocupaciones continuas por el mantenimiento del buen estado de tu perro, e incluso de su felicidad, empiezan a formar parte de tu día a día. Tengo sitios favoritos solo porque sé que dejan entrar a perros, simpatizo con la gente que se para a decirle algo cariñoso al mío, y me siento mejor con las personas que entienden el amor por mi mascota. Empatizo con todos los que sienten como yo, todos a los que seguro alguna vez les han dicho que “solo es un perro”. Solo. Un perro. Nada más y nada menos que un ser sintiente, algo que, por cierto, el que suelta esa frase tiene poco de ser.
Los perros, como los hijos, aportan algo diferente a tu vida. Es difícil, es duro, tienes que sacrificar cosas y hacen tu vida menos cómoda. Pero por algunas otras razones intangibles hacen tu vida mejor. Es así de sencillo.
Yo tengo el privilegio de tener mascota, y no cualquiera, aquí le robo la frase a mi compañero Eugenio, porque mi Moyo también es un “humano que ladra”. Y con 14 años a sus espaldas, aunque con menos energía, sigue aguantando como el titán que es. Y a veces pienso en el final, y se me hace un nudo en la garganta. Recuerdo que una persona me contó que cuando falleció su perro ella seguía escuchándolo todo el tiempo en casa. Y lo imagino así. Y ya no sé qué escribir. Ahí, la página en blanco. Ahí, solo el sentir, como ser sintiente que soy.
Hace unos días, se celebró San Antón, patrón de los animales, la fiesta de los que ya por ley son considerados “seres sintientes”, una definición que se queda un poco corta para los que los conocemos bien de cerca. El que me conozca, sabrá que adoro a los animales y que los perros y, en concreto el mío, son mi debilidad.
Todo lo que diga a partir de ahora será considerado exagerado o incluso mal visto, por aquellos que no tienen mascota o que nunca la han tenido, solo por el hecho de no conocer ese tipo de amor, diferente y excepcional, que te brinda un peludito. Guste o no, forman parte de la familia, su sufrimiento se convierte en el tuyo, y las preocupaciones continuas por el mantenimiento del buen estado de tu perro, e incluso de su felicidad, empiezan a formar parte de tu día a día. Tengo sitios favoritos solo porque sé que dejan entrar a perros, simpatizo con la gente que se para a decirle algo cariñoso al mío, y me siento mejor con las personas que entienden el amor por mi mascota. Empatizo con todos los que sienten como yo, todos a los que seguro alguna vez les han dicho que “solo es un perro”. Solo. Un perro. Nada más y nada menos que un ser sintiente, algo que, por cierto, el que suelta esa frase tiene poco de ser.
Los perros, como los hijos, aportan algo diferente a tu vida. Es difícil, es duro, tienes que sacrificar cosas y hacen tu vida menos cómoda. Pero por algunas otras razones intangibles hacen tu vida mejor. Es así de sencillo.
Yo tengo el privilegio de tener mascota, y no cualquiera, aquí le robo la frase a mi compañero Eugenio, porque mi Moyo también es un “humano que ladra”. Y con 14 años a sus espaldas, aunque con menos energía, sigue aguantando como el titán que es. Y a veces pienso en el final, y se me hace un nudo en la garganta. Recuerdo que una persona me contó que cuando falleció su perro ella seguía escuchándolo todo el tiempo en casa. Y lo imagino así. Y ya no sé qué escribir. Ahí, la página en blanco. Ahí, solo el sentir, como ser sintiente que soy.
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