OBITUARIO
Murió Pili Cerecinos, protagonista femenina de una generación de zamoranos
Hoy he conocido el fallecimiento de una institución femenina de Zamora, Pilar Cerecinos. Hacía mucho tiempo que no la veía. La última vez en el Ruta de la Plata, cuando me regalaba unos cuantos caramelos para mi señor padre. Ahora Antonio de Ávila Comín podrá saborear los chuches con los que su amiga Pili le obsequiaba.
La muerte de esta gran mujer, que carecía de títulos universitarios, de doctorados, de una gran belleza, pero que se distinguió por su bondad, candidez, ingenuidad, categorías superiores que hacen magnas a las personas, hombres o mujeres, deja huérfanos a los zamoranos que la conocimos y tratamos.
Se nos está yendo la generación que levantó Zamora, la que pintó nuestra ciudad con el color de la bonhomía, la que la esculpió con la gubia del esfuerzo, del sudor, de la dedicación, de la filantropía. Se nos murieron los que crearon la Semana Santa más lirica y singular de España, los industriales que fundaron empresas de enorme éxito nacional, los que llevaron al comercio zamorano a las más altas cotas regionales.
Entonces, los hombres y las mujeres brillantes, con talento y trabajo, se quedaban en Zamora, construían ciudad, la engrandecían. De un tiempo a esta parte, los más preparados, los jóvenes, se van a otros lares para progresar, para destacar, para hacerse un nombre. Nos quedamos sin talento, nos quedamos en nada.
Pili Cerecinos formó parte de esa generación de gentes que amaron Zamora, que la mimaron con sus gestos, con sus profesiones, con el sacrificio del trabajo bien hecho. Seguro que, además de caramelos, con los Dios suavice su garganta, ahora, si la dejan, le hará la permanente a la Virgen María y al mismísimo San Pedro si todavía conserva algunos rizos en su cabeza.
Eugenio-Jesús de Ávila
Hoy he conocido el fallecimiento de una institución femenina de Zamora, Pilar Cerecinos. Hacía mucho tiempo que no la veía. La última vez en el Ruta de la Plata, cuando me regalaba unos cuantos caramelos para mi señor padre. Ahora Antonio de Ávila Comín podrá saborear los chuches con los que su amiga Pili le obsequiaba.
La muerte de esta gran mujer, que carecía de títulos universitarios, de doctorados, de una gran belleza, pero que se distinguió por su bondad, candidez, ingenuidad, categorías superiores que hacen magnas a las personas, hombres o mujeres, deja huérfanos a los zamoranos que la conocimos y tratamos.
Se nos está yendo la generación que levantó Zamora, la que pintó nuestra ciudad con el color de la bonhomía, la que la esculpió con la gubia del esfuerzo, del sudor, de la dedicación, de la filantropía. Se nos murieron los que crearon la Semana Santa más lirica y singular de España, los industriales que fundaron empresas de enorme éxito nacional, los que llevaron al comercio zamorano a las más altas cotas regionales.
Entonces, los hombres y las mujeres brillantes, con talento y trabajo, se quedaban en Zamora, construían ciudad, la engrandecían. De un tiempo a esta parte, los más preparados, los jóvenes, se van a otros lares para progresar, para destacar, para hacerse un nombre. Nos quedamos sin talento, nos quedamos en nada.
Pili Cerecinos formó parte de esa generación de gentes que amaron Zamora, que la mimaron con sus gestos, con sus profesiones, con el sacrificio del trabajo bien hecho. Seguro que, además de caramelos, con los Dios suavice su garganta, ahora, si la dejan, le hará la permanente a la Virgen María y al mismísimo San Pedro si todavía conserva algunos rizos en su cabeza.
Eugenio-Jesús de Ávila



















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