1º DE MAYO
Mayo sin trabajadores
Una casa con goteras, cuando el techo se deshace, es el más certero preludio de ruina, si no se arregla. Pero los albañiles habían tomado varios encargos, dejándolos a medias en muchos lados, para asegurarse de tener siempre trabajo, y ganancias, pues a veces gozaban de mejores sueldos que quienes habían estudiado y pululaban como esclavos de números o letras por los despachos.
Meses costó conseguir los permisos, los trámites burocráticos, la lentitud pesada y torpe de las administraciones, cuando al fin iniciaron sus obras, incumpliendo plazos y diciendo que volvían pronto, en vano, dejando todo desastrado. El dicho se cumplía: "deseamos que lleguen los obreros y cuando empiezan la obra rezamos para que se vayan y no se encuentra el momento de echarlos." Sin duda, esa era la dictadura del proletariado, la verdadera, no la de los señoritos, que ya no pintaban apenas. Y para pinturas estaban..., cuando habían desgraciado varios muebles, montañitas de escombros y restos dejados por toda la polvorienta casa. Iban a recogerlos..., siempre mañana. La palabra ningún valor tenía, lo incumplían todo. "No se preocupe, que aunque vienen unos días de lluvia lo hemos dejado preparado". Pero llovía, la noche la pasaban los propietarios recogiendo cubos que se llenaban de modo desmesurado, y todo para evitar que calara en el piso de abajo. Llamaba, "vamos esta tarde". Pero no venían. Llamaba, pero no contestaban, y así siempre, durante meses...
Llegó el primero de mayo, día de reivindicaciones que en los tiempos modernos, después de milenios de abusos, de siglos revolucionarios y con el coste de no poca humana sangre, celebraba al trabajador, y es justo que se practique con unos y otros la justicia. El mundo eclesiástico ponía como ejemplo a San José obrero que, como Jesús de Nazaret, fueron sencillos trabajadores, carpinteros que debían cumplir con perfección su labor. Pues para exigir hay que cumplir con lo justo y hacer bien el trabajo. España es uno de los países de Europa donde más horas se emplean en la actividad laboral, pero donde menos productividad hay. No es solo estar, sino cumplir bien nuestro cometido. La ética del trabajo bien hecho es importantísima, basta pensar en un médico que por desidia deja que alguien muera o quede tullido, ingenieros que no calculan bien el peso de un puente... Pero también carpinteros y albañiles o fontaneros, cuando no lo hacen bien, ¡cuánto sufrimiento producen en los ajenos!
Pasó el uno de mayo, en una primavera de reivindicaciones, mientras los robots y la Inteligencia Artificial parecen hacer temblar los fundamentos de nuestra sociedad. Las máquinas no reivindican derechos..., aunque algunas tienen también fallos y torpes diseños, pero estas van conquistando nuestro mundo. ¿Qué hacer con quienes se queden sin empleo? Sin embargo, mucho queda por hacer para que nuestro entorno mejore, procurando lo mejor...
Ilia Galán
Catedrático de Estética y Teoría de las Artes.
Humanidades
Universidad Carlos III de Madrid
Una casa con goteras, cuando el techo se deshace, es el más certero preludio de ruina, si no se arregla. Pero los albañiles habían tomado varios encargos, dejándolos a medias en muchos lados, para asegurarse de tener siempre trabajo, y ganancias, pues a veces gozaban de mejores sueldos que quienes habían estudiado y pululaban como esclavos de números o letras por los despachos.
Meses costó conseguir los permisos, los trámites burocráticos, la lentitud pesada y torpe de las administraciones, cuando al fin iniciaron sus obras, incumpliendo plazos y diciendo que volvían pronto, en vano, dejando todo desastrado. El dicho se cumplía: "deseamos que lleguen los obreros y cuando empiezan la obra rezamos para que se vayan y no se encuentra el momento de echarlos." Sin duda, esa era la dictadura del proletariado, la verdadera, no la de los señoritos, que ya no pintaban apenas. Y para pinturas estaban..., cuando habían desgraciado varios muebles, montañitas de escombros y restos dejados por toda la polvorienta casa. Iban a recogerlos..., siempre mañana. La palabra ningún valor tenía, lo incumplían todo. "No se preocupe, que aunque vienen unos días de lluvia lo hemos dejado preparado". Pero llovía, la noche la pasaban los propietarios recogiendo cubos que se llenaban de modo desmesurado, y todo para evitar que calara en el piso de abajo. Llamaba, "vamos esta tarde". Pero no venían. Llamaba, pero no contestaban, y así siempre, durante meses...
Llegó el primero de mayo, día de reivindicaciones que en los tiempos modernos, después de milenios de abusos, de siglos revolucionarios y con el coste de no poca humana sangre, celebraba al trabajador, y es justo que se practique con unos y otros la justicia. El mundo eclesiástico ponía como ejemplo a San José obrero que, como Jesús de Nazaret, fueron sencillos trabajadores, carpinteros que debían cumplir con perfección su labor. Pues para exigir hay que cumplir con lo justo y hacer bien el trabajo. España es uno de los países de Europa donde más horas se emplean en la actividad laboral, pero donde menos productividad hay. No es solo estar, sino cumplir bien nuestro cometido. La ética del trabajo bien hecho es importantísima, basta pensar en un médico que por desidia deja que alguien muera o quede tullido, ingenieros que no calculan bien el peso de un puente... Pero también carpinteros y albañiles o fontaneros, cuando no lo hacen bien, ¡cuánto sufrimiento producen en los ajenos!
Pasó el uno de mayo, en una primavera de reivindicaciones, mientras los robots y la Inteligencia Artificial parecen hacer temblar los fundamentos de nuestra sociedad. Las máquinas no reivindican derechos..., aunque algunas tienen también fallos y torpes diseños, pero estas van conquistando nuestro mundo. ¿Qué hacer con quienes se queden sin empleo? Sin embargo, mucho queda por hacer para que nuestro entorno mejore, procurando lo mejor...
Ilia Galán
Catedrático de Estética y Teoría de las Artes.
Humanidades
Universidad Carlos III de Madrid



















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