NUESTRA HISTORIA
Tiempos de racionamiento y estraperlo
Consecuencia de la Guerra Civil española, sufrida desde 1936 a 1939, además de los cientos de miles de muertos en campaña y de las cuantiosas pérdidas económicas de toda índole, llegó el momento de la gran escasez de alimentos de primera necesidad, cuya situación obligó al Gobierno a racionar gran cantidad de productos, no solamente alimentos, sino también carbón, telas, carburantes, ruedas de vehículos, etc.
La precaria situación se prolongó una década después de terminada la guerra. En la prensa de mayo de 1946 se anunciaba el reparto de racionamiento de aceite, azúcar, arroz, alubias, legumbres mondadas y chocolate. Las cantidades asignadas solían ser para dos semanas por persona, estableciendo dos categorías: para personas de dos y más años de edad y para cartillas infantiles.
La ración que correspondía a personas de más de dos años era: aceite, doscientos treinta gramos, al precio de 5,20 pesetas litro; azúcar, doscientos gramos por ración, a cinco pesetas kilo; arroz, cien gramos `por persona, a 4,80 pesetas kilo; alubias, doscientos gramos por ración, a 4 pesetas el kilo; legumbres mondadas, doscientos gramos por persona, a 3 pesetas kilo; chocolate, cien gramos por persona, a 10 pesetas el kilo. Para las cartillas infantiles se asignaba un racionamiento de leche condensada, cuatro botes por ración a cuatro pesetas cada bote. También para los niños había harina, mil quinientos gramos por ración, a 2,20 pesetas kilo.
La insuficiencia de las cantidades asignadas por persona hacía que se buscasen los productos necesarios en el mercado negro, es decir de estraperlo pagando precios muy superiores a los fijados oficialmente.
Los estraperlistas, aquellas personas que se dedicaban al comercio ilegal de productos que estaban intervenidos y racionados por el Estado, con grave riesgo de cuantiosas multas e incluso de ir a prisión, consiguieron obtener grandes beneficios y algunos llegaron a acumular importantes fortunas.
Se estraperlaba con aceite, café, azúcar, tabaco e incluso con cubiertas para los vehículos, que escaseaban hasta el extremo de que había camiones y autocares que circulaban con tal grado de desgaste en sus ruedas que iban remendadas con parches.
Como la gasolina escaseaba, los transportistas recurrieron a dotar sus vehículos de gasógeno, solución de muy pobre rendimiento, porque la energía producida por la combustión de gasógeno era tan escasa, que en algunas cuestas no eran capaces de superarlas. Recuerdo haber visto apearse a los pasajeros de un coche de línea para empujarlo ayudando al motor para coronar la rampa.
Balbino Lozano
Consecuencia de la Guerra Civil española, sufrida desde 1936 a 1939, además de los cientos de miles de muertos en campaña y de las cuantiosas pérdidas económicas de toda índole, llegó el momento de la gran escasez de alimentos de primera necesidad, cuya situación obligó al Gobierno a racionar gran cantidad de productos, no solamente alimentos, sino también carbón, telas, carburantes, ruedas de vehículos, etc.
La precaria situación se prolongó una década después de terminada la guerra. En la prensa de mayo de 1946 se anunciaba el reparto de racionamiento de aceite, azúcar, arroz, alubias, legumbres mondadas y chocolate. Las cantidades asignadas solían ser para dos semanas por persona, estableciendo dos categorías: para personas de dos y más años de edad y para cartillas infantiles.
La ración que correspondía a personas de más de dos años era: aceite, doscientos treinta gramos, al precio de 5,20 pesetas litro; azúcar, doscientos gramos por ración, a cinco pesetas kilo; arroz, cien gramos `por persona, a 4,80 pesetas kilo; alubias, doscientos gramos por ración, a 4 pesetas el kilo; legumbres mondadas, doscientos gramos por persona, a 3 pesetas kilo; chocolate, cien gramos por persona, a 10 pesetas el kilo. Para las cartillas infantiles se asignaba un racionamiento de leche condensada, cuatro botes por ración a cuatro pesetas cada bote. También para los niños había harina, mil quinientos gramos por ración, a 2,20 pesetas kilo.
La insuficiencia de las cantidades asignadas por persona hacía que se buscasen los productos necesarios en el mercado negro, es decir de estraperlo pagando precios muy superiores a los fijados oficialmente.
Los estraperlistas, aquellas personas que se dedicaban al comercio ilegal de productos que estaban intervenidos y racionados por el Estado, con grave riesgo de cuantiosas multas e incluso de ir a prisión, consiguieron obtener grandes beneficios y algunos llegaron a acumular importantes fortunas.
Se estraperlaba con aceite, café, azúcar, tabaco e incluso con cubiertas para los vehículos, que escaseaban hasta el extremo de que había camiones y autocares que circulaban con tal grado de desgaste en sus ruedas que iban remendadas con parches.
Como la gasolina escaseaba, los transportistas recurrieron a dotar sus vehículos de gasógeno, solución de muy pobre rendimiento, porque la energía producida por la combustión de gasógeno era tan escasa, que en algunas cuestas no eran capaces de superarlas. Recuerdo haber visto apearse a los pasajeros de un coche de línea para empujarlo ayudando al motor para coronar la rampa.
Balbino Lozano




















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