TAUROMAQUIA
A los aficionados taurinos
El pasado domingo asistía a la corrida de San Pedro Regalado en Valladolid y salí, no toreando por lo que había visto en el ruedo, sino mascullando por lo que no vi.
He dejado pasar un día para ver si mi opinión coincidía con la de mis colegas, los críticos taurinos, y como Quevedo llego a la conclusión de preguntarme si no ha de haber un espíritu valiente; ¿siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente? Si no somos honestos con nosotros mismos, no necesitamos ningún Urtasun; nos sobramos nosotros mismos.
¡Cómo no decir que los toros segundo, tercero y cuarto eran indignos de una plaza de segunda!
¡Aplaudamos al presidente por no conceder la segunda oreja a Emilio de Justo, pero no nos callemos al aceptar semejantes sardinas en la plaza de Valladolid!
¡Agradecer a de Justo su toreo en el quinto desde su larga cambiada hasta la estocada final pero no el espadazo infame a su primero, caído y atravesado, y sobre todo el desprecio al público tirando a la arena la oreja que el público soberano le había pedido y el presidente había otorgado!
¡Qué falta de respeto del Sr. INJusto al presidente y al público! Y para más chulería, dar una segunda vuelta al ruedo sin que casi nadie la pidiera.
D. Emilio se erigió en torero y presidente. ¡Esa soberbia hace mucho daño a la tauromaquia!
El pasado domingo asistía a la corrida de San Pedro Regalado en Valladolid y salí, no toreando por lo que había visto en el ruedo, sino mascullando por lo que no vi.
He dejado pasar un día para ver si mi opinión coincidía con la de mis colegas, los críticos taurinos, y como Quevedo llego a la conclusión de preguntarme si no ha de haber un espíritu valiente; ¿siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente? Si no somos honestos con nosotros mismos, no necesitamos ningún Urtasun; nos sobramos nosotros mismos.
¡Cómo no decir que los toros segundo, tercero y cuarto eran indignos de una plaza de segunda!
¡Aplaudamos al presidente por no conceder la segunda oreja a Emilio de Justo, pero no nos callemos al aceptar semejantes sardinas en la plaza de Valladolid!
¡Agradecer a de Justo su toreo en el quinto desde su larga cambiada hasta la estocada final pero no el espadazo infame a su primero, caído y atravesado, y sobre todo el desprecio al público tirando a la arena la oreja que el público soberano le había pedido y el presidente había otorgado!
¡Qué falta de respeto del Sr. INJusto al presidente y al público! Y para más chulería, dar una segunda vuelta al ruedo sin que casi nadie la pidiera.
D. Emilio se erigió en torero y presidente. ¡Esa soberbia hace mucho daño a la tauromaquia!





















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