Martes, 16 de Septiembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Martes, 11 de Junio de 2024
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Toques de distinción de la política municipal

Hay toques de distinción que honran a las personas, a los políticos y a las ciudades. Se trata de pequeñas cosas, de detalles, bordados de delicadeza o finura. Verbigracia: la decisión del Ayuntamiento de adecentar el camino bajo el último arco del románico puente en su margen derecha, que, hasta hace unos días, presentaba un mal estado para su tránsito, después de las lluvias de la primavera y la erosión provocada por las aguas del río en el terreno. Pues hete aquí que ahora ya se puede pasear bajo es arco sin problema de ningún tipo, sin obstáculos, paso a paso, sin temor a caerte o sufrir un esguince. Parece una tontería, pero a un servidor esa solución define la categoría del político que autorizó un arreglo para todo viandante, de los que, diariamente, gustan caminar oliendo al Duero, su flora, sus árboles, su poesía de la naturaleza.

 

De la anécdota urbana a la categoría. Francisco Guarido tiene todavía tres años de mandato para embellecer todavía más a su ciudad, que es la mía y la de todos, la de las personas que adoramos a Zamora. Deseo que, antes de cortarse la coleta de la política en el albero de la Casa de las Panaderas, nos ofrezca una hermosa faena estética en la avenida de la Feria y la muralla que la protagoniza. El proyecto me gusta. Ese bulevar se convertirá quizá en el más cotizado para vivir en nuestra ciudad. Siempre, claro está, que el Ministerio de Cultura, organismo al que le corresponde el mimo, el arreglo y el cuidado del muro defensivo medieval, cumpla con su cometido. Y no me gustan las chapuzas.

 

El casco histórico de Zamora clama también por otra Plan Global después de la aportación del primer mandato de Vázquez. Ahora hay que suturar sus heridas, como las que infligidas por los solares, durante décadas abandonados. No obstante, he oído que un gran empresario zamorano, todavía joven, adquirió varios de estos terrenos para construir edificios que rimen con esa zona noble de la ciudad. Solución privada, pues, a un problema público.

 

Los jardines de Baltasar Lobo hay que remozarlos, instalar fuentes, varias, tipo a la que Guarido, realidad que alabo, creó en La Marina. Y, ya que estamos cerca del Castillo, se necesita restaurar su interior, limpiar, de nuevo, el foso, y prepararlo para las Edades del Hombre, acontecimiento cultural clave para catapultar a nuestra ciudad a la cumbre del turismo interior y culto.

 

No soy un hombre de fe. No creo en nada. Ni en Dios ni en las ideologías, fachadas que esconden la verdad. Pero sé que Francisco Guarido dejará su amor por Zamora en estos años de mandato que todavía le restan para salir por la puerta grande de la política.

 

Eugenio-Jesús de Ávila 

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