COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Zamora necesita gente joven y madura que piense en grande
Como a Unamuno le dolía España, un servidor padece ese mismo sentimiento con Zamora. Desde joven, cuando abandoné el núcleo familiar y a mis amigos de la infancia, me importo mi tierra, mi provincia, todas sus comarcas, su económica y el estado de su demografía. Zamora empezó a declinar con la democracia, cuando se desmantelaron organismos del Estado, desde los servicios ferroviarios, los militares, Universidad Laboral, Prisión Provincial y una durísima reconversión en el sector primario que expulsó de los pueblos a los más jóvenes hasta encontrarnos ahora con un sector agropecuario, más modernizado, con inversiones importantes, pero con escaso número de empleados. En el campo, se halla ahora el sector más animoso de la burguesía zamorana.
Ningún economista, en Zamora tiene que haber profesionales de esta ciencia cualificados, ha hecho un estudio que mostrase la derrota económica de nuestra provincia después de que el gobierno de la nación, los de Felipe González, apostasen por ese adelgazamiento de las instituciones estatales en nuestra ciudad y provincia. Pero las pérdidas en sectores comerciales zamoranos nos asustarían.
Los diferentes gobiernos que sucedieron a los felipistas tampoco recompusieron la capital y su provincia. Seguidismo. Zamora fue la última que accedió a autovías como la que unió a la capital con Tordesillas y también el tramo definitivo de la Ruta de la Plata, en Zamora y Benavente. Esos datos muestran el mimo de La Moncloa con nuestra tierra. El AVE pasa por Zamora porque no pudo evitarla para acceder a Galicia. Pero carreteras tan necesarias para el desarrollo de la provincia, como la N-122 hasta la frontera lusa sigue ahí, en el limbo de los justos, desde los gobiernos de Zapatero y Rajoy y los seis años de sanchismo. Promesas incumplidas. Y el desarrollo industrial de Zamora depende de esa autovía. Ni caso. Quizá cuando lleguen elecciones legislativas.
Creo que no hay otra provincia en esta autonomía ahistórica que haya sido pero tratada que la nuestra, ni tan si quiera León. La lógica política habría provocado una fuerte contestación de las gentes, como la apuesta por partidos de carácter provincial. Paradojas: las dos intentonas acabaron fracasando: primero Adeiza, después Zamora Decide y, por último, Zamora Sí, liderada por el presidente de la Diputación Francisco José Requejo.
Una provincia tan maltratada como la nuestra presenta el mejor caldo de cultivo para desarrollar una formación local, interclasista, que robara votantes a PP, omnímodo, y PSOE, a la baja por estos pagos. Pero no fue así y no creo que ningún idealista zamorano más vuelva a liderar otro político zamoranista.
Aquí se habla mucho, pero se actúa poco. Muchas conversaciones, siempre críticas, en bares, mientras tomas pincho y vino de Toro, y cafeterías, saboreando un buen café, también en las oficinas públicas, donde el tiempo sobra, pero escaso ímpetu para acabar con esta deriva de Zamora hacia la nada económica y demográfica. Esa apatía antropológica que domina el espíritu colectivo zamorano, madre del conformismo, de la abulia, del muaísmo, ha conducido a nuestra Zamora a un no lugar, a una utopía demográfica y económica. Nuestra tierra tiene un déficit extraordinario de ciudadanos que crean en su progreso. Necesita gente joven, también madura, que piense en grande, que no se conforme ni se rinda. Pero…la realidad es muy distinta.
Guarido podrá realizar una labor de ama de casa laboriosa que limpia, coloca, restaura muebles y suelos, incluso adquiere otra vivienda más grande, más luminosa y más bonita. Pero si no cuenta con miles de zamoranos que colaboren en esas políticas de avance, casi revolucionarias, que transformen nuestra ciudad, que potencien sus monumentos civiles y religiosos, jardines, bosques, historia, que arregle fontanas que llevaban jubiladas desde hace 20 años, solo seremos la ciudad del pasado efímero. Zamora no es más que la historia de una ciudad decadente.
Eugenio-Jesús de Ávila
Como a Unamuno le dolía España, un servidor padece ese mismo sentimiento con Zamora. Desde joven, cuando abandoné el núcleo familiar y a mis amigos de la infancia, me importo mi tierra, mi provincia, todas sus comarcas, su económica y el estado de su demografía. Zamora empezó a declinar con la democracia, cuando se desmantelaron organismos del Estado, desde los servicios ferroviarios, los militares, Universidad Laboral, Prisión Provincial y una durísima reconversión en el sector primario que expulsó de los pueblos a los más jóvenes hasta encontrarnos ahora con un sector agropecuario, más modernizado, con inversiones importantes, pero con escaso número de empleados. En el campo, se halla ahora el sector más animoso de la burguesía zamorana.
Ningún economista, en Zamora tiene que haber profesionales de esta ciencia cualificados, ha hecho un estudio que mostrase la derrota económica de nuestra provincia después de que el gobierno de la nación, los de Felipe González, apostasen por ese adelgazamiento de las instituciones estatales en nuestra ciudad y provincia. Pero las pérdidas en sectores comerciales zamoranos nos asustarían.
Los diferentes gobiernos que sucedieron a los felipistas tampoco recompusieron la capital y su provincia. Seguidismo. Zamora fue la última que accedió a autovías como la que unió a la capital con Tordesillas y también el tramo definitivo de la Ruta de la Plata, en Zamora y Benavente. Esos datos muestran el mimo de La Moncloa con nuestra tierra. El AVE pasa por Zamora porque no pudo evitarla para acceder a Galicia. Pero carreteras tan necesarias para el desarrollo de la provincia, como la N-122 hasta la frontera lusa sigue ahí, en el limbo de los justos, desde los gobiernos de Zapatero y Rajoy y los seis años de sanchismo. Promesas incumplidas. Y el desarrollo industrial de Zamora depende de esa autovía. Ni caso. Quizá cuando lleguen elecciones legislativas.
Creo que no hay otra provincia en esta autonomía ahistórica que haya sido pero tratada que la nuestra, ni tan si quiera León. La lógica política habría provocado una fuerte contestación de las gentes, como la apuesta por partidos de carácter provincial. Paradojas: las dos intentonas acabaron fracasando: primero Adeiza, después Zamora Decide y, por último, Zamora Sí, liderada por el presidente de la Diputación Francisco José Requejo.
Una provincia tan maltratada como la nuestra presenta el mejor caldo de cultivo para desarrollar una formación local, interclasista, que robara votantes a PP, omnímodo, y PSOE, a la baja por estos pagos. Pero no fue así y no creo que ningún idealista zamorano más vuelva a liderar otro político zamoranista.
Aquí se habla mucho, pero se actúa poco. Muchas conversaciones, siempre críticas, en bares, mientras tomas pincho y vino de Toro, y cafeterías, saboreando un buen café, también en las oficinas públicas, donde el tiempo sobra, pero escaso ímpetu para acabar con esta deriva de Zamora hacia la nada económica y demográfica. Esa apatía antropológica que domina el espíritu colectivo zamorano, madre del conformismo, de la abulia, del muaísmo, ha conducido a nuestra Zamora a un no lugar, a una utopía demográfica y económica. Nuestra tierra tiene un déficit extraordinario de ciudadanos que crean en su progreso. Necesita gente joven, también madura, que piense en grande, que no se conforme ni se rinda. Pero…la realidad es muy distinta.
Guarido podrá realizar una labor de ama de casa laboriosa que limpia, coloca, restaura muebles y suelos, incluso adquiere otra vivienda más grande, más luminosa y más bonita. Pero si no cuenta con miles de zamoranos que colaboren en esas políticas de avance, casi revolucionarias, que transformen nuestra ciudad, que potencien sus monumentos civiles y religiosos, jardines, bosques, historia, que arregle fontanas que llevaban jubiladas desde hace 20 años, solo seremos la ciudad del pasado efímero. Zamora no es más que la historia de una ciudad decadente.
Eugenio-Jesús de Ávila



















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