CONOCIENDO LA PROVINCIA
El Convento de Nuestra Señora del Soto: un tesoro para descubrir en nuestra provincia
Un símbolo apenas vivo de nuestra rica herencia histórica
En esta ocasión, visitamos el convento franciscano de Nuestra Señora del Soto, situado en la localidad zamorana de Villanueva de Campeán, un símbolo apenas vivo de nuestra rica herencia histórica.
Aunque ha sido testigo de siglos de historia, arte y devoción, hoy nos lo encontramos abandonado. Tras la desamortización del s. XIX fue vendido fragmentariamente, para ser cantera, palomar y fruto del olvido, provocando un estado actual de ruina, situación que lo ha hecho merecedor de ser incluido en la Lista Roja de Hispania Nostra.
El nombre “Villanueva” de la localidad nos habla de una fundación plenamente medieval (Siglos XI-XII) y “Campeán” nos remite al afluente del Duero que da nombre a numerosos pueblos de la comarca.
Se sabe que, en esta localidad, a finales del siglo XIV se instalaron un grupo de franciscanos de la Tercera Orden, en torno a una ermita que utilizaron para construir y fundar, en 1406, su propio convento, que el entonces obispo de Zamora, Alfonso de Illescas, confirmó en el año 1407.
Sus posesiones fueron abundantes, llegando a tierras de Salamanca, muy relacionado con el Camino de Santiago de la Plata y la acogida de peregrinos.
Sin embargo, al igual que muchos otros monasterios y conventos en España, sufrió las consecuencias de la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, que resultó en la expropiación de bienes eclesiásticos y una progresiva decadencia del complejo.
Elementos conservados
Todo el conjunto es un ejemplo arquitectónico del concepto franciscano de vida austera y sobria, caracterizado por líneas sencillas, con la excepción de la fachada de la iglesia, que es un elemento distintivo del siglo XVIII. A principios de esta centuria, en 1719, se realizó una gran reforma, que dio lugar a lo que hoy vemos: una iglesia de una sola nave, con planta de cruz latina y coro a los pies. A este conjunto, se le añadió por el lado este la sacristía, en la que todavía se conserva un llamativo lavabo con una pileta cubierta por una concha de venera. También permanece en pie una crujía del humilde claustro, formado por cuatro arcos de medio punto, apoyados sobre pilares octogonales.
Lo más significativo es la fachada de la iglesia, que presenta aires de barroco clasicista. Esta fachada se estructura en dos cuerpos, rematados por un frontón. En el primer cuerpo, se abre la gran puerta, adornada con orejetas y un marco quebrado. En el segundo cuerpo, hay tres calles, separadas por pilastras superpuestas a las del primero; en las calles laterales, encontramos hornacinas rematadas con veneras y frontones partidos, que albergan dos figuras decapitadas, una difícilmente identificable y otra que representa a San Francisco de Asís. Bajo estos nichos se encuentran los símbolos franciscanos. Una franja de triglifos y metopas floreadas remata la fachada con un frontón triangular, en cuyo tímpano se inscribe un relieve de la Inmaculada Concepción.
A pesar de su estado, el convento sigue siendo un sitio de interés turístico y cultural. Los visitantes que recorren sus ruinas pueden sentir el peso de la historia.
Es crucial que las autoridades y la sociedad civil unan esfuerzos para asegurar que este tesoro histórico no desaparezca del todo para las futuras generaciones.

Aunque ha sido testigo de siglos de historia, arte y devoción, hoy nos lo encontramos abandonado. Tras la desamortización del s. XIX fue vendido fragmentariamente, para ser cantera, palomar y fruto del olvido, provocando un estado actual de ruina, situación que lo ha hecho merecedor de ser incluido en la Lista Roja de Hispania Nostra.
El nombre “Villanueva” de la localidad nos habla de una fundación plenamente medieval (Siglos XI-XII) y “Campeán” nos remite al afluente del Duero que da nombre a numerosos pueblos de la comarca.
Se sabe que, en esta localidad, a finales del siglo XIV se instalaron un grupo de franciscanos de la Tercera Orden, en torno a una ermita que utilizaron para construir y fundar, en 1406, su propio convento, que el entonces obispo de Zamora, Alfonso de Illescas, confirmó en el año 1407.
Sus posesiones fueron abundantes, llegando a tierras de Salamanca, muy relacionado con el Camino de Santiago de la Plata y la acogida de peregrinos.
Sin embargo, al igual que muchos otros monasterios y conventos en España, sufrió las consecuencias de la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, que resultó en la expropiación de bienes eclesiásticos y una progresiva decadencia del complejo.
Elementos conservados
Todo el conjunto es un ejemplo arquitectónico del concepto franciscano de vida austera y sobria, caracterizado por líneas sencillas, con la excepción de la fachada de la iglesia, que es un elemento distintivo del siglo XVIII. A principios de esta centuria, en 1719, se realizó una gran reforma, que dio lugar a lo que hoy vemos: una iglesia de una sola nave, con planta de cruz latina y coro a los pies. A este conjunto, se le añadió por el lado este la sacristía, en la que todavía se conserva un llamativo lavabo con una pileta cubierta por una concha de venera. También permanece en pie una crujía del humilde claustro, formado por cuatro arcos de medio punto, apoyados sobre pilares octogonales.
Lo más significativo es la fachada de la iglesia, que presenta aires de barroco clasicista. Esta fachada se estructura en dos cuerpos, rematados por un frontón. En el primer cuerpo, se abre la gran puerta, adornada con orejetas y un marco quebrado. En el segundo cuerpo, hay tres calles, separadas por pilastras superpuestas a las del primero; en las calles laterales, encontramos hornacinas rematadas con veneras y frontones partidos, que albergan dos figuras decapitadas, una difícilmente identificable y otra que representa a San Francisco de Asís. Bajo estos nichos se encuentran los símbolos franciscanos. Una franja de triglifos y metopas floreadas remata la fachada con un frontón triangular, en cuyo tímpano se inscribe un relieve de la Inmaculada Concepción.
A pesar de su estado, el convento sigue siendo un sitio de interés turístico y cultural. Los visitantes que recorren sus ruinas pueden sentir el peso de la historia.
Es crucial que las autoridades y la sociedad civil unan esfuerzos para asegurar que este tesoro histórico no desaparezca del todo para las futuras generaciones.




















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