Balbino Lozano
Domingo, 11 de Agosto de 2024
NUESTRA HISTORIA

La barca de "Zarpallos"

El “Zarpallos” era un barquero que poseía varios barquitos que alquilaba a los numerosos clientes que disfrutaban navegando durante una o varias horas por las aguas del río Duero. La flota del “Zarpallos” era muy solicitada, allá por los años cuarenta, por la juventud zamorana de la época, sobre todo en los días festivos de los veranos.  Hasta tal punto crecía la demanda, que muchos tenían que guardar  turno y esperar largo rato el regreso de los anteriores clientes para iniciar una nueva singladura.


No recuerdo el verdadero nombre del barquero, ni sé de donde procedía el mote de “Zarpallos”.  Puede que,  con el continuo ir y venir de aquellos barcos, se le atribuyera la reiterativa acción de zarpar desde el pequeño embarcadero improvisado a la orilla del Duero. También es posible que aquel barquero tuviera unas manos muy grandes con las que, a modo de zarpas, era capaz de conducir sus botes sin necesidad de remos.


Una pareja de enamorados decidió encaminarse hacia el embarcadero del “Zarpallos”  y allí alquilaron una barca.  El joven se aferró a los remos con todas sus fuerzas y remando como si de una competición se tratase, zarparon hacia la isla de  “Los Antropófagos”.


Cuando arribaron a la isla y creyéndose lejos de la vigilancia de los agentes municipales y también exentos de las miradas de los curiosos, desembarcaron precipitadamente y nada más pisar tierra firme, cayó uno en los brazos del otro sintiéndose transportados ambos a un ensoñador paraíso.


En la soledad de la pequeña isla, semi-ocultos por la vegetación, dieron rienda suelta a sus desbocados amores y disfrutaron sin límites de las delicias que la Naturaleza les brindaba.  No se dieron cuenta de que debían devolver la barca  alquilada al “Zarpallos”. 

 

El barquero, muy enfadado, fue en su búsqueda hasta que logró localizar la barca atracada en la orilla de aquella isla. No se lo pensó dos veces,  ató la barca a la suya y la remolcó hasta su particular embarcadero.


En la isla de “Los Antropófagos” quedó la pareja aislada en su solitario placer.  Cuando se dieron cuenta de que no podían salir de la isla, se resignaron a pasar la noche como verdaderos robinsones y pasaron una deliciosa noche, hasta que, a la mañana siguiente volvió a recogerlos el “Zarpallos”.                              

Balbino Lozano

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