
ANIVERSARIO
A la memoria de una gran persona y un inmenso profesional: Carlos Gutiérrez
Fue el fisio del Zamora CF durante los años más románticos de la entidad rojiblanca. Hoy misa de primer aniversario en San Torcuato
Un 16 de agosto de 2023 se murió una persona singular, fuera de serie, por su calidad humana y su clase profesional. Se llamaba Carlos Gutiérrez y fue el fisio-masajista del Zamora CF en una época preciosa de mi vida. Desde el primer día, reconocí un alma grande en aquel hombre sencillo, que hablaba bajito, casi como en susurros, que me contaba pasajes de su vida en Brasil y anécdotas de su vida en la nación del Amazonas.
Carlos nunca buscó protagonismos. Se lo dejaba a presidentes, directivos, entrenadores y jugadores. Siempre estaba allí y solo entraba en debate cuando se le pedía opinión. Su elegancia como ser humano, propiciaba que presidentes y directivos rojiblancos lo consideraran con un amigo, tanto que los acompañaba en las mañanas de los partidos, cuando el Zamora CF jugaba lejos de su lar, en aquellas cañas o vinos y aperitivos, donde se debatían muchos temas, cual grupo de amigos. Seriedad y simpatía, cercanía y amistad caracterizaban las mañanas que precedían a los partidos, la hora de la verdad.
Supo estar en los triunfos o las derrotas. Su talante, su mesura y delicadeza aparecían en los momentos más complicados. Carlos Gutiérrez formó parte del Zamora CF más romántico de la historia, cuando era el club del pueblo, el de los zamoranos.
Finalizada su etapa rojiblanca, desarrolló su labor profesional, en la que alcanzó un gran prestigio, hasta su jubilación. Cuando me lo encontraba en calles, rúas, plazas o cafeterías charlábamos sobre aquellos años mágicos en la entidad rojiblanca. Él como un miembro más, importante, de la estructura del club, y yo, como periodista del verdadero El Correo de Zamora, que entonces también era de todos los zamoranos.
Y un día recibí la triste noticia de su partida hacia otra vida. Su fallecimiento, como me ocurre mientras escribo este artículo, me devuelve al pretérito, a unos años en los que todavía los sueños se convertían en realidad.
Hoy, en la iglesia de San Torcuato, a las 20.00 horas, se celebrará su misa de cabo de año. Allí estarán sus seres queridos y algunas personas que todavía guardan en su memoria a una persona que pasó por la vida dejándonos un legado de bonhomía, amistad y profesionalidad.
Eugenio-Jesús de Ávila
Un 16 de agosto de 2023 se murió una persona singular, fuera de serie, por su calidad humana y su clase profesional. Se llamaba Carlos Gutiérrez y fue el fisio-masajista del Zamora CF en una época preciosa de mi vida. Desde el primer día, reconocí un alma grande en aquel hombre sencillo, que hablaba bajito, casi como en susurros, que me contaba pasajes de su vida en Brasil y anécdotas de su vida en la nación del Amazonas.
Carlos nunca buscó protagonismos. Se lo dejaba a presidentes, directivos, entrenadores y jugadores. Siempre estaba allí y solo entraba en debate cuando se le pedía opinión. Su elegancia como ser humano, propiciaba que presidentes y directivos rojiblancos lo consideraran con un amigo, tanto que los acompañaba en las mañanas de los partidos, cuando el Zamora CF jugaba lejos de su lar, en aquellas cañas o vinos y aperitivos, donde se debatían muchos temas, cual grupo de amigos. Seriedad y simpatía, cercanía y amistad caracterizaban las mañanas que precedían a los partidos, la hora de la verdad.
Supo estar en los triunfos o las derrotas. Su talante, su mesura y delicadeza aparecían en los momentos más complicados. Carlos Gutiérrez formó parte del Zamora CF más romántico de la historia, cuando era el club del pueblo, el de los zamoranos.
Finalizada su etapa rojiblanca, desarrolló su labor profesional, en la que alcanzó un gran prestigio, hasta su jubilación. Cuando me lo encontraba en calles, rúas, plazas o cafeterías charlábamos sobre aquellos años mágicos en la entidad rojiblanca. Él como un miembro más, importante, de la estructura del club, y yo, como periodista del verdadero El Correo de Zamora, que entonces también era de todos los zamoranos.
Y un día recibí la triste noticia de su partida hacia otra vida. Su fallecimiento, como me ocurre mientras escribo este artículo, me devuelve al pretérito, a unos años en los que todavía los sueños se convertían en realidad.
Hoy, en la iglesia de San Torcuato, a las 20.00 horas, se celebrará su misa de cabo de año. Allí estarán sus seres queridos y algunas personas que todavía guardan en su memoria a una persona que pasó por la vida dejándonos un legado de bonhomía, amistad y profesionalidad.
Eugenio-Jesús de Ávila
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