¡No es calima!

Hoy, el cielo en gran parte de España ha amanecido con un tono turbio y grisáceo, generando cierta inquietud entre la población. Aunque podría parecer que este fenómeno se debe a la habitual calima o polvo en suspensión que a veces llega desde el Sáhara, esta vez la realidad es muy diferente. El origen de esta capa de humo que cubre el cielo español no proviene del desierto africano, sino de los devastadores incendios que están arrasando Canadá.

Durante el mes de agosto, Canadá ha sido escenario de intensos incendios forestales, con más de 428 focos activos solo en la provincia de Columbia Británica, según informa el Servicio de Incendios Forestales de la región. Estos incendios han liberado una cantidad masiva de humo que, impulsado por las corrientes atmosféricas, ha cruzado el Atlántico y ahora está afectando a Europa.

Hace apenas unos días, el humo de estos incendios cubrió las ciudades estadounidenses de Nueva York y Nueva Jersey con una densa neblina, ofreciendo imágenes impactantes y poco comunes para esas latitudes. Una imagen satelital compartida en redes sociales por la cuenta de Twitter del Servicio Nacional de Meteorología de Nueva York (@NWSNewYorkNY) mostraba la magnitud del fenómeno en la costa este de Estados Unidos.

Ahora, ese mismo humo ha alcanzado el territorio español, transportado por la circulación atmosférica en capas medias y altas. Este proceso natural, que distribuye el calor y la humedad alrededor del planeta, también puede influir en la dispersión de contaminantes como el humo de los incendios forestales. De este modo, el lunes comenzó a llegar a España, extendiéndose especialmente por el noreste del país, afectando principalmente a las regiones de Navarra, Aragón, Cataluña, así como al norte de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares.

A pesar de la inquietante apariencia del cielo, las autoridades meteorológicas han asegurado que no se esperan consecuencias relevantes en superficie ni un impacto significativo en la calidad del aire. La presencia del humo en capas medias de la atmósfera ha enturbiado los cielos, pero no ha afectado directamente a la respiración o al bienestar de la población.

No obstante, este fenómeno nos recuerda una vez más cómo los efectos del cambio climático y los eventos extremos, como los incendios forestales, pueden tener repercusiones globales, trascendiendo fronteras y alcanzando lugares tan lejanos como la península ibérica.