COSAS DE DE LA BIEN CERCADA
Zamora, una provincia empobrecida por decisiones políticas
Esto que usted leerá ahora no lo considere reflexiones de un patriota zamorano. En absoluto. Lo que escribiré posee reflexiones basadas en mi experiencia y en la historia política. Pero no es memoria histórica, que es tan solo un oxímoron progre. Voy al asunto.
Zamora no es una provincia pobre, más bien la depauperaron decisiones políticas y empresariales, siempre tan dependientes. Zamora pudo ser constituir una empresa de energía hidráulica, lo que sería poco después Iberduero. No interesó. Después llegó la empresa vasca a antes mencionada que transformó nuestra tierra jugando con los caudales del Esla y Duero y la orografía. La energía producida potenció la industrialización del País Vasco. Mientras, desde la comarca sayaguesa salía un contingente humano importantísimo. El suroeste zamorano inicio su ruta hacia el desierto demográfico.
Desde Cánovas del Castillo y la Restauración, pasando por la dictablanda de Primo de Rivera, II República, franquismo y transición, todos los gobiernos de España favorecieron a las regiones díscolas, con afanes egoístas, propios de todos los nacionalismos supremacistas, generados en sus almas burguesas. Zamora apenas recibió inversiones públicas. Con el tiempo, el felipismo acabó con líneas férreas, cuartel Viriato, Prisión Provincial, Universidad Laboral y ejecutó en el campo una fortísima reconversión agroganadera, pan de hoy y hambre de mañana. Las pérdidas económicas y de población causaron un enorme daño tanto a la capital como a la provincia. El PP, cuando tomó el gobierno, mantuvo idénticas políticas industriales que los socialistas. No tuvimos un representante político con fuerza en Madrid y, cuando los hubo, como los casos de Ana Pastor y Maíllo Zamora no recibió ningún tipo de trato preferente.
Decisiones políticas determinaron el enorme desarrollo industrial de Valladolid. Decisiones políticas obviaron a nuestra provincia. Después la autonomía de Castilla y León, un sindiós histórico, profundizó más en la sima abierta entre las provincias de esta malhadada tierra zamorana, al trasladarse el emporio de la Junta a Pucela. Aquí, por enésima vez, ejercieron caridad, dejándonos el Consultivo, otro chollo de la res pública.
Todas estas sentencias políticas enviaron a los miles de zamoranos al exilio laboral y nos condenaron a ocupar el vagón de cola del desarrollo español, la última posición en la clasificación general de las provincias más retrasadas de esta España en quiebra ética, moral y política.
No somos pobres, pues, nos empobrecieron políticos que los zamoranos votaron. Y nosotros, pusilánimes, votamos siempre a nuestros verdugos sociales y económicos.
Eugenio-Jesús de Ávila
Esto que usted leerá ahora no lo considere reflexiones de un patriota zamorano. En absoluto. Lo que escribiré posee reflexiones basadas en mi experiencia y en la historia política. Pero no es memoria histórica, que es tan solo un oxímoron progre. Voy al asunto.
Zamora no es una provincia pobre, más bien la depauperaron decisiones políticas y empresariales, siempre tan dependientes. Zamora pudo ser constituir una empresa de energía hidráulica, lo que sería poco después Iberduero. No interesó. Después llegó la empresa vasca a antes mencionada que transformó nuestra tierra jugando con los caudales del Esla y Duero y la orografía. La energía producida potenció la industrialización del País Vasco. Mientras, desde la comarca sayaguesa salía un contingente humano importantísimo. El suroeste zamorano inicio su ruta hacia el desierto demográfico.
Desde Cánovas del Castillo y la Restauración, pasando por la dictablanda de Primo de Rivera, II República, franquismo y transición, todos los gobiernos de España favorecieron a las regiones díscolas, con afanes egoístas, propios de todos los nacionalismos supremacistas, generados en sus almas burguesas. Zamora apenas recibió inversiones públicas. Con el tiempo, el felipismo acabó con líneas férreas, cuartel Viriato, Prisión Provincial, Universidad Laboral y ejecutó en el campo una fortísima reconversión agroganadera, pan de hoy y hambre de mañana. Las pérdidas económicas y de población causaron un enorme daño tanto a la capital como a la provincia. El PP, cuando tomó el gobierno, mantuvo idénticas políticas industriales que los socialistas. No tuvimos un representante político con fuerza en Madrid y, cuando los hubo, como los casos de Ana Pastor y Maíllo Zamora no recibió ningún tipo de trato preferente.
Decisiones políticas determinaron el enorme desarrollo industrial de Valladolid. Decisiones políticas obviaron a nuestra provincia. Después la autonomía de Castilla y León, un sindiós histórico, profundizó más en la sima abierta entre las provincias de esta malhadada tierra zamorana, al trasladarse el emporio de la Junta a Pucela. Aquí, por enésima vez, ejercieron caridad, dejándonos el Consultivo, otro chollo de la res pública.
Todas estas sentencias políticas enviaron a los miles de zamoranos al exilio laboral y nos condenaron a ocupar el vagón de cola del desarrollo español, la última posición en la clasificación general de las provincias más retrasadas de esta España en quiebra ética, moral y política.
No somos pobres, pues, nos empobrecieron políticos que los zamoranos votaron. Y nosotros, pusilánimes, votamos siempre a nuestros verdugos sociales y económicos.
Eugenio-Jesús de Ávila


















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