HABLEMOS
Entre la política y la prosopopeya
Desde Zamora
No se puede hablar eternamente de política. Guste o no, y casi seguro lo primero, la política se parece cada vez más a una praxis, un ars linguae o literaria a secas, enjuague de cualquier experimentado en hacer pasar de lo uno a lo otro, así de la rata a la mofeta, también si se tercia de la mofeta a la rata, metempsicosis de difícil comprensión para el lego, no así para el político ducho en decir “digo donde dije diego”. Y por qué no, pues con mucha prosopopeya y/o abecedario, un curriculum, ¡oiga!, lo uno puede hacerse pasar por lo otro, la rata por la mofeta o viceversa, sin que se note o, dícese, hieda demasiado.
Ante tamaño descaro, adjunto el sobaletras o juntapárrafos ejerciendo de experto en cosa de la lingüística, dígase abecedario cual disciplina de importancia, no estaría de más que el marilú o a la inversa, aunque siempre con letra, sillón y a ser posible birrete o al menos jefatura de algo, se ocupase en elucidar si es la una o la otra, bicho en todo caso digno de figurar y merecer en fábula tan prosopopéyica, a saber si política o estrictamente narrativa.
Por cierto, error lo de nuestra presidenta capitalina, audaz y grande de costumbre, metiéndose sin ton ni son en la harina costalera de aclarar que deja de ir no sabemos si porque no hay chicha ni limoná, lo más probable, o porque se siente ofendida a causa de lo suyo. Señora, de ser esto no hacía falta, sabido como es que el cerco que padece, en salmo y a la bicha cofradía, políticamente hiede sin precisar distingo. Vd. no va y punto, llegue o no donde se espera y debiera, que naturalmente llegará, mal que le pese al polichinela de turno. Vaya uno a adivinar, si plebecular o estrictamente político. Agurrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr….
No se puede hablar eternamente de política. Guste o no, y casi seguro lo primero, la política se parece cada vez más a una praxis, un ars linguae o literaria a secas, enjuague de cualquier experimentado en hacer pasar de lo uno a lo otro, así de la rata a la mofeta, también si se tercia de la mofeta a la rata, metempsicosis de difícil comprensión para el lego, no así para el político ducho en decir “digo donde dije diego”. Y por qué no, pues con mucha prosopopeya y/o abecedario, un curriculum, ¡oiga!, lo uno puede hacerse pasar por lo otro, la rata por la mofeta o viceversa, sin que se note o, dícese, hieda demasiado.
Ante tamaño descaro, adjunto el sobaletras o juntapárrafos ejerciendo de experto en cosa de la lingüística, dígase abecedario cual disciplina de importancia, no estaría de más que el marilú o a la inversa, aunque siempre con letra, sillón y a ser posible birrete o al menos jefatura de algo, se ocupase en elucidar si es la una o la otra, bicho en todo caso digno de figurar y merecer en fábula tan prosopopéyica, a saber si política o estrictamente narrativa.
Por cierto, error lo de nuestra presidenta capitalina, audaz y grande de costumbre, metiéndose sin ton ni son en la harina costalera de aclarar que deja de ir no sabemos si porque no hay chicha ni limoná, lo más probable, o porque se siente ofendida a causa de lo suyo. Señora, de ser esto no hacía falta, sabido como es que el cerco que padece, en salmo y a la bicha cofradía, políticamente hiede sin precisar distingo. Vd. no va y punto, llegue o no donde se espera y debiera, que naturalmente llegará, mal que le pese al polichinela de turno. Vaya uno a adivinar, si plebecular o estrictamente político. Agurrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr….



















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