
NUESTRA HISTORIA
Palacios de antaño en la plaza de la Yerba
Era el mes de julio del año 1881 cuando se demolía en la Plaza de la Yerba, que estaba al terminar la calle de la Renova, el que había sido antiguo y espacioso palacio de la familia Mazariegos, noble solar zamorano situado frente al palacio de los Monsalve que era la casa situada al comienzo de la calle San Torcuato, siguiendo a la izquierda.
Ambos palacios jugaron un importante papel en las célebres luchas entre ambas familias, pues desde una a otra casa se tiroteaban y ofendían los componentes de cada bando.
Dicho palacio fue cedido al Estado, bajo determinadas condiciones y fue dedicado a Salinas y luego a otras instalaciones públicas de Hacienda, hasta que en el año 1809 fueron trasladadas dichas oficinas públicas al que había sido convento de las Marinas en la calle de Santa Clara.
Aclaremos que la llamada Plaza de la Yerba es hoy la Plaza de Sagasta y que el origen de los enfrentamientos entre Mazariegos y Monsalves surgió en el año 1531 cuando estando reunida la Hermandad de los Hijosdalgo de la Ciudad en la Iglesia de Santa María, el joven Diego de Mazariegos interrumpía constantemente a los que estaban en el uso de la palabra. Ante este comportamiento atrevido e inconsciente fue reconvenido por el anciano don Diego Monsalve, recibiendo como respuesta por parte del Mazariegos varios golpes con el bastón que le había arrebatado al propio Monsalve.
Consecuencia de los bastonazos recibidos y del disgusto, el anciano Monsalve enfermó y ya en su casa escribió una carta al mayor de sus hijos, puesto que todos estaban ausentes al servicio del Rey, explicándole lo ocurrido y suplicándole que no tomara venganza, pues él perdonaba al agresor al ver próximo su fin, de tal manera que falleció al día siguiente.
El hijo, Diego Monsalve, que se encontraba en Grecia como soldado, recibió la carta a la vez que la noticia del fallecimiento de su padre. Regresó a España y cuando buscó a Mazariegos, viendo éste que corría peligro terminó refugiándose en el convento de San Benito. Monsalve asaltó el convento subiendo por una reja, pero no encontró a Mazariegos porque los frailes lo ocultaron.
Hubo un tiempo en que los familiares de uno y otro bando andaban siempre enfrentados de tal manera que, al estar sus casas fronteras en la misma plazuela, desde sus respectivas torres se hostilizaban a menudo, llegando a interrumpirse el tránsito hasta dejar crecer la yerba, lo que dio motivo para que aquel lugar se conociera como Plaza de la Yerba.
La cuestión entre los Mazariegos y los Monsalves concluyó en el Campo de la Verdad, donde Mazariegos entregó su espada a Diego Monsalve diciéndole: "Le suplico tome mi espada y haya misericordia de mí como su rendido"
La rendida espada se colgó y estuvo mucho tiempo en el escudo de la casa de los Monsalve, donde hoy es la Plaza de Sagasta.
Balbino Lozano
Era el mes de julio del año 1881 cuando se demolía en la Plaza de la Yerba, que estaba al terminar la calle de la Renova, el que había sido antiguo y espacioso palacio de la familia Mazariegos, noble solar zamorano situado frente al palacio de los Monsalve que era la casa situada al comienzo de la calle San Torcuato, siguiendo a la izquierda.
Ambos palacios jugaron un importante papel en las célebres luchas entre ambas familias, pues desde una a otra casa se tiroteaban y ofendían los componentes de cada bando.
Dicho palacio fue cedido al Estado, bajo determinadas condiciones y fue dedicado a Salinas y luego a otras instalaciones públicas de Hacienda, hasta que en el año 1809 fueron trasladadas dichas oficinas públicas al que había sido convento de las Marinas en la calle de Santa Clara.
Aclaremos que la llamada Plaza de la Yerba es hoy la Plaza de Sagasta y que el origen de los enfrentamientos entre Mazariegos y Monsalves surgió en el año 1531 cuando estando reunida la Hermandad de los Hijosdalgo de la Ciudad en la Iglesia de Santa María, el joven Diego de Mazariegos interrumpía constantemente a los que estaban en el uso de la palabra. Ante este comportamiento atrevido e inconsciente fue reconvenido por el anciano don Diego Monsalve, recibiendo como respuesta por parte del Mazariegos varios golpes con el bastón que le había arrebatado al propio Monsalve.
Consecuencia de los bastonazos recibidos y del disgusto, el anciano Monsalve enfermó y ya en su casa escribió una carta al mayor de sus hijos, puesto que todos estaban ausentes al servicio del Rey, explicándole lo ocurrido y suplicándole que no tomara venganza, pues él perdonaba al agresor al ver próximo su fin, de tal manera que falleció al día siguiente.
El hijo, Diego Monsalve, que se encontraba en Grecia como soldado, recibió la carta a la vez que la noticia del fallecimiento de su padre. Regresó a España y cuando buscó a Mazariegos, viendo éste que corría peligro terminó refugiándose en el convento de San Benito. Monsalve asaltó el convento subiendo por una reja, pero no encontró a Mazariegos porque los frailes lo ocultaron.
Hubo un tiempo en que los familiares de uno y otro bando andaban siempre enfrentados de tal manera que, al estar sus casas fronteras en la misma plazuela, desde sus respectivas torres se hostilizaban a menudo, llegando a interrumpirse el tránsito hasta dejar crecer la yerba, lo que dio motivo para que aquel lugar se conociera como Plaza de la Yerba.
La cuestión entre los Mazariegos y los Monsalves concluyó en el Campo de la Verdad, donde Mazariegos entregó su espada a Diego Monsalve diciéndole: "Le suplico tome mi espada y haya misericordia de mí como su rendido"
La rendida espada se colgó y estuvo mucho tiempo en el escudo de la casa de los Monsalve, donde hoy es la Plaza de Sagasta.
Balbino Lozano
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