
CINE
Nuevo corto de Andrea Casaseca: "Líbranos del mal"
El corto está protagonizado por Ana Wagener (ganadora de un premio Goya en 2011) y ha sido rodado en la localidad zamorana de Fuentespreadas
El corto con esencia zamorana Líbranos del mal ya ha conquistado el festival K-lidoscopi 2024: Ana Wagener se lleva el premio a mejor actriz, lo que califica al corto ambientado en Fuentespreadas para los próximos Premios Goya.
“He intentado muchas veces no dedicarme a esto, pero no puedo”. Y es que la pasión siempre gana. Líbranos del mal, el nuevo corto de Andrea Casaseca, nace gracias a la colaboración de un gran equipo que rema a una. El pueblo no dudó en colaborar, e incluso participar como actores de la pieza. Durante 5 días Fuentespreadas se convirtió en un set de rodaje que nada tiene que envidiar a los grandes estudios de Hollywood. Pero eso sí, fue todo un reto a contrarreloj. Mientras algunos aún andaban de fiesta en honor a la virgen del Rosario, “los del cine” comenzaban a rodar el mismo lunes de las fiestas patronales del 2023. Por aquellos días de octubre, Eloísa ya deambulaba por las calles y caminos de nuestro pueblo preguntándose mil preguntas sin respuesta. O callando respuestas que no querían ser oídas. Para comprender mejor esta historia con sabor a tierra y misterio hablo con Andrea. Y si algo tienen en común esta charla y Líbranos del mal es el poso que dejan con sabor a “me quedo con ganas de más”.
-M:¿Cómo surgió la idea de Líbranos del mal?, ¿En qué te inspiraste?
A: Lo primero que pienso siempre cuando voy a escribir es en imágenes. De primeras me vino a la cabeza una mujer en un pueblo. Algo muy oscuro, muy de thriller. Rápidamente pensé en Fuentespreadas, que como sabes, es donde veraneaba cuando era más pequeñita. A mí siempre me ha gustado mucho el tema de psicología de los personajes. A raíz de eso me pregunté, ¿si la protagonista tiende hacia la soledad, qué mejor manera de plasmarla que preparar una desaparición en un pueblo? Además, Eloísa tiene unas visiones, un don o una intuición que nadie puede explicar. Ni tan siquiera ella misma. Eso es lo que agrava un poco más que esté completamente sola.
-M:¿Por eso elegiste la España vaciada y en concreto Fuentespreadas?
A: Claro. El sentimiento de soledad también lo podría haber desarrollado en una ciudad, porque puedes sentirte solo rodeado de gente o al estar en algún sitio más aislado. Pero me gustaba mucho la idea de lo rural, porque las imágenes se me iban a campo todo el rato. Y me venían muchos recuerdos de Fuentes, de esos paisajes amarillentos de Castilla y León. Entonces, dije, oye, ¿qué mejor lugar que hacerlo allí?
-M: Ana Wagener me comentó que “rodar en Fuentespreadas fue como estar en casa”, ¿Cómo acogió el pueblo al equipo?
A: Muy bien. Nos lo pusieron muy fácil porque desde el primer momento se volcaron muchísimo en todo. Necesitábamos calles o tierras privadas para rodar y ahí eran los primeros que nos cedían los permisos. Necesitábamos atrezzo y eran los primeros que nos cedían un vaso antiguo, una vasija, cuadros o incluso telas para cubrir puertas. Nos dieron total libertad a la hora de grabar. Era como tener el pueblo para nosotros. Tener toda la localización que tú quieras completamente disponible para ti es una fantasía que pocas veces se cumple un rodaje.
-M: ¿Cómo es trabajar con Ana Wagener?
A: Es una gran profesional, es bastante sencillo. Ana es muy perfeccionista, cosa que me gusta muchísimo, porque tiene que encontrar perfectamente el punto al personaje. Tiene que comprenderlo, algo muy importante para no juzgarlo. Eso es algo que lo agradeceré siempre. La verdad que ha sido una maravilla. He sido una afortunada por haber podido crear un personaje al que Ana ha puesto vida.
-M: ¿Cómo es la labor de creación de personajes con los actores?
A: Esto es algo muy importante. En el corto al final mostramos una parte de una historia que es mucho más larga. En los tres primeros minutos tienes que comprender a quién estás viendo, cómo le estás viendo y de dónde viene. Fue una ardua labor preparar el pasado de cada uno de esos personajes. En el corto el desencadenante era la desaparición de la niña, pero la personalidad de ellos es algo que teníamos que trasladarlo de años atrás. Los personajes de Ana, Jorge, Pepa y Jesús se construyeron desde la infancia. Tratamos cómo era su relación y de dónde venían. Es algo complejo. Se trata de ensayar, de ir buscando el tono y lo que puede funcionar. Al principio la pareja de Jesús y Ana quedaba muy agresiva, y ni los actores ni yo queríamos que fuera así. Queríamos que fuera un matrimonio que se quiere pero que no tiene comunicación, que es muy distinto de un matrimonio que no se quiere y no tiene comunicación, ¿sabes?
-M: ¿Quiénes han sido tus referentes en cuanto a obras y directores en Líbranos del Mal?
A: He tenido muy presente a Alberto Rodríguez, un director español que hace historias muy oscuras. También he tirado mucho de cuadros. El claroscuro de Caravaggio es algo que me ha inspirado. Además me gusta mucho una directora que se llama Jane Campion. Sobre todo he tirado de la fotografía y de la pintura más que del cine, por así decirlo. Hay muchos fotogramas que funcionan como cuadros. Yo quería que quedaran estéticos.
-M: ¿Qué peso tiene la disposición de la cámara y el sonido?
A: Lo tiene todo. El sonido nos muestra cosas que incluso nosotros no vemos. Eso es de lo más importante que tiene este cortometraje. Además, acompaña la angustia de ella. El sonido ambiente juega un papel fundamental. El sonido del aire es un elemento que aisla al personaje.
En cuanto a la cámara, igual. Hay veces en las que está estática, se mueve o flota acompañada de Steady. Todo tiene su razón. Los momentos que implican movimiento de cámara suelen ser más tensos. Reflejan las dudas de Eloísa. Cuando está estática, ella está más centrada en lo suyo.
En cuanto a la lente y el diafragma, quería que en algunas escenas los espectadores pudiesen ver lo que hay detrás y en otras no. Cuando ella duda el fondo está más desenfocado. Los momentos que está todo a foco, es porque necesito que el espectador también vea lo que pasa detrás.
-M: Como creadora de la obra, ¿las visiones de los toros tienen algún significado en concreto? ¿Y la presencia de las moscas?
A: Sí, para mí las moscas es algo que, en petit comité, lo añadimos luego. Es decir, no lo teníamos contemplado, pero es verdad que se colaban tantas cuando rodábamos que pensé: “¡qué buena idea!, vamos a incluirlas”. El meter las moscas como parte de la historia fue algo que surgió en rodaje. Fue un momento crucial porque, al final, tanto los animales como la muerte están rodeados de moscas. Entonces no fue algo aleatorio sino que pudimos encontrarle sentido y ver que podía funcionar.
Las visiones de los toros eran muy importantes, porque Eloísa siempre tenía este sueño recurrente. En un principio iban a señalar más a esta persona que tenía toros pero en el último momento simplemente dejé el toro como símbolo de un animal que es el más fuerte y el más indefenso a la vez. En la manera en la que los toros se mueven y vienen a por ella, la asusta. Para mí, la debilidad de ese personaje principal era este animal. Luego veremos que eso tiene un sentido. Si te fijas no solo salen en sus sueños sino que aparecen en otros planos. Además, el toro es un animal sagrado. También se le puede asociar con la fertilidad. El simbolismo que le de cada uno es muy personal. Es lo bueno que tiene esta pieza, para cada persona significa una cosa. Cuando se termina de ver, el espectador duda sobre quién ha podido ser. Y eso es lo que más me gusta de esta historia.
-M: ¿Cuál ha sido el momento más gratificante a la hora de llevar a cabo el corto?
A: La escena de la casa de Paz. Me parece que se creó una energía maravillosa. Es verdad que es un momento muy duro, pero estaban fantásticos los cuatro. Se contuvo la energía muchísimo. Me gustó especialmente rodar esa parte.
-M: Por el contrario, ¿qué fue lo más complicado?
A: El clímax, es decir, cuando Eloísa se encuentra con Paz saliendo de casa y surge la discusión. Ese fue el momento más complicado porque era un plano secuencia, con lo cual no hay cortes de cámara. La luz se nos iba y no teníamos más días para grabar, pero ellos estaban tan metidos en el personaje que funcionó. Hicimos tres tomas y la tercera fue la buena. Este tipo de situaciones pueden ser un desastre o una genialidad. Como siempre digo, en ese momento te encomiendas a Dios y que salga lo que tenga que salir.
-M: ¿En qué festivales va a participar Líbranos del mal?
A: Estoy muy contenta con mi distribuidora, Selected Films. Va a enviar el corto a muchos festivales durante dos años. Ahora a esperar que ganemos muchos premios… ¡Quién sabe si iremos a los Oscar, a los Goya o a donde vayamos! Y sobre todo ojalá que tenga muy buena acogida. Yo no hablo de premios, pero entrar en un festival en el que se presentan entre 2.000 y 12.000 personas es un premio.
-M: ¿Y tuviste que hacer alguna modificación para que entrara en algún circuito de festivales?
A: Sí, por ejemplo, el primer corte que tenía de cortometraje eran veinticinco minutos, pero he querido que durara veinte, porque creo que así vamos a poder abarcar más festivales. Es muy difícil programar un cortometraje de veinte minutos. Generalmente la gente envía cinco o diez. Pero cuando haces una historia así, te la tienes que jugar a que el espectador sea capaz de no moverse de la silla 20 minutos. Tiene que ser algo que realmente les interese. Yo confío en que lo hemos hecho bien. Ahora, no soy objetiva porque es mi obra, pero confío en que alguien lo pueda ver. Estamos esperando.
-M: ¿Va a haber una segunda parte de Líbranos del Mal?
A: Nos gustaría muchísimo hacer la película, eso es con lo que soñamos. Estamos de hecho escribiéndola. Pero, claro, una película puede tardar en levantarse de cuatro a seis años. Los actores ya me han dicho que quieren hacerla. Pero les tiene que gustar también el personaje de un largometraje que al final son entre 90 y 120 minutos. Yo confío en que sí, pero no sé cuándo llegará eso. Confío en que si yo tengo algo escrito y esto tiene muy buena acogida en festivales, las productoras se van a interesar. A lo mejor en vez de seis años o cuatro tardamos tres o dos en levantarlo. Nunca sabes. Pero si nadie lo conoce, apostar por un thriller muchas veces es difícil porque en este país se lleva mucho el drama o la comedia. Entonces cuesta. Pero confío plenamente en que lo haremos.
-M: ¿Qué es para ti el cine?
A: Uy, todo, creo. Es más de lo que me hubiera gustado que fuera. Al final es una forma de ser, no una profesión. Siempre he querido hacer cine. Me daba igual al principio en qué ámbito estar porque me gustaba todo lo que tiene que ver con contar historias a través de la imagen. Y eso podría también incluir a la fotografía, pero es verdad que si las imágenes ya se mueven, es aún más apasionante, ¿no? Que al final es lo que es el cine. Entonces, sí, yo creo que es todo. He intentado muchas veces no dedicarme a esto, pero no puedo. Me acabaré dedicando al cine de una manera u otra. Es una carrera lenta pero constante.
-M: ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser una cineasta mujer?
A: Lo peor es que todavía nos queda mucho por hacer y lo mejor que ya vamos haciendo. Nos queda mucho para que haya mujeres que sigan apostando por mujeres. Todavía vemos muchos personajes protagonistas femeninos en películas que están dirigidas y producidas por hombres. No vale solamente con la cara A, también es importante lo que hay detrás de cámara. Prefiero tener un protagonista masculino, pero que haya un completo equipo femenino detrás. Por esa parte nos queda todavía mucho por hacer. Detrás de cámara todavía sigue habiendo mucho paro para mujeres. Muchas historias de mujeres se atribuyen siempre a drama o a otro tipo de género más sensible, documental o independiente cuando las mujeres podemos dirigir perfectamente thrillers, acción o guerra. El cine no tiene nada que ver con el género. Va de autores. Lamentablemente, se producen más películas horribles de hombres, pero yo también quiero que se produzcan películas horribles de mujeres, ¿sabes? Las mujeres también luchan, corren, saltan, juegan, se pegan y matan. Ya vale un poco de siempre lo mismo. Yo creo que hay que romper todavía un poco los moldes. Estamos en buen camino, pero quedan años.
“He intentado muchas veces no dedicarme a esto, pero no puedo”. Y es que la pasión siempre gana. Líbranos del mal, el nuevo corto de Andrea Casaseca, nace gracias a la colaboración de un gran equipo que rema a una. El pueblo no dudó en colaborar, e incluso participar como actores de la pieza. Durante 5 días Fuentespreadas se convirtió en un set de rodaje que nada tiene que envidiar a los grandes estudios de Hollywood. Pero eso sí, fue todo un reto a contrarreloj. Mientras algunos aún andaban de fiesta en honor a la virgen del Rosario, “los del cine” comenzaban a rodar el mismo lunes de las fiestas patronales del 2023. Por aquellos días de octubre, Eloísa ya deambulaba por las calles y caminos de nuestro pueblo preguntándose mil preguntas sin respuesta. O callando respuestas que no querían ser oídas. Para comprender mejor esta historia con sabor a tierra y misterio hablo con Andrea. Y si algo tienen en común esta charla y Líbranos del mal es el poso que dejan con sabor a “me quedo con ganas de más”.
-M:¿Cómo surgió la idea de Líbranos del mal?, ¿En qué te inspiraste?
A: Lo primero que pienso siempre cuando voy a escribir es en imágenes. De primeras me vino a la cabeza una mujer en un pueblo. Algo muy oscuro, muy de thriller. Rápidamente pensé en Fuentespreadas, que como sabes, es donde veraneaba cuando era más pequeñita. A mí siempre me ha gustado mucho el tema de psicología de los personajes. A raíz de eso me pregunté, ¿si la protagonista tiende hacia la soledad, qué mejor manera de plasmarla que preparar una desaparición en un pueblo? Además, Eloísa tiene unas visiones, un don o una intuición que nadie puede explicar. Ni tan siquiera ella misma. Eso es lo que agrava un poco más que esté completamente sola.
-M:¿Por eso elegiste la España vaciada y en concreto Fuentespreadas?
A: Claro. El sentimiento de soledad también lo podría haber desarrollado en una ciudad, porque puedes sentirte solo rodeado de gente o al estar en algún sitio más aislado. Pero me gustaba mucho la idea de lo rural, porque las imágenes se me iban a campo todo el rato. Y me venían muchos recuerdos de Fuentes, de esos paisajes amarillentos de Castilla y León. Entonces, dije, oye, ¿qué mejor lugar que hacerlo allí?
-M: Ana Wagener me comentó que “rodar en Fuentespreadas fue como estar en casa”, ¿Cómo acogió el pueblo al equipo?
A: Muy bien. Nos lo pusieron muy fácil porque desde el primer momento se volcaron muchísimo en todo. Necesitábamos calles o tierras privadas para rodar y ahí eran los primeros que nos cedían los permisos. Necesitábamos atrezzo y eran los primeros que nos cedían un vaso antiguo, una vasija, cuadros o incluso telas para cubrir puertas. Nos dieron total libertad a la hora de grabar. Era como tener el pueblo para nosotros. Tener toda la localización que tú quieras completamente disponible para ti es una fantasía que pocas veces se cumple un rodaje.
-M: ¿Cómo es trabajar con Ana Wagener?
A: Es una gran profesional, es bastante sencillo. Ana es muy perfeccionista, cosa que me gusta muchísimo, porque tiene que encontrar perfectamente el punto al personaje. Tiene que comprenderlo, algo muy importante para no juzgarlo. Eso es algo que lo agradeceré siempre. La verdad que ha sido una maravilla. He sido una afortunada por haber podido crear un personaje al que Ana ha puesto vida.
-M: ¿Cómo es la labor de creación de personajes con los actores?
A: Esto es algo muy importante. En el corto al final mostramos una parte de una historia que es mucho más larga. En los tres primeros minutos tienes que comprender a quién estás viendo, cómo le estás viendo y de dónde viene. Fue una ardua labor preparar el pasado de cada uno de esos personajes. En el corto el desencadenante era la desaparición de la niña, pero la personalidad de ellos es algo que teníamos que trasladarlo de años atrás. Los personajes de Ana, Jorge, Pepa y Jesús se construyeron desde la infancia. Tratamos cómo era su relación y de dónde venían. Es algo complejo. Se trata de ensayar, de ir buscando el tono y lo que puede funcionar. Al principio la pareja de Jesús y Ana quedaba muy agresiva, y ni los actores ni yo queríamos que fuera así. Queríamos que fuera un matrimonio que se quiere pero que no tiene comunicación, que es muy distinto de un matrimonio que no se quiere y no tiene comunicación, ¿sabes?
-M: ¿Quiénes han sido tus referentes en cuanto a obras y directores en Líbranos del Mal?
A: He tenido muy presente a Alberto Rodríguez, un director español que hace historias muy oscuras. También he tirado mucho de cuadros. El claroscuro de Caravaggio es algo que me ha inspirado. Además me gusta mucho una directora que se llama Jane Campion. Sobre todo he tirado de la fotografía y de la pintura más que del cine, por así decirlo. Hay muchos fotogramas que funcionan como cuadros. Yo quería que quedaran estéticos.
-M: ¿Qué peso tiene la disposición de la cámara y el sonido?
A: Lo tiene todo. El sonido nos muestra cosas que incluso nosotros no vemos. Eso es de lo más importante que tiene este cortometraje. Además, acompaña la angustia de ella. El sonido ambiente juega un papel fundamental. El sonido del aire es un elemento que aisla al personaje.
En cuanto a la cámara, igual. Hay veces en las que está estática, se mueve o flota acompañada de Steady. Todo tiene su razón. Los momentos que implican movimiento de cámara suelen ser más tensos. Reflejan las dudas de Eloísa. Cuando está estática, ella está más centrada en lo suyo.
En cuanto a la lente y el diafragma, quería que en algunas escenas los espectadores pudiesen ver lo que hay detrás y en otras no. Cuando ella duda el fondo está más desenfocado. Los momentos que está todo a foco, es porque necesito que el espectador también vea lo que pasa detrás.
-M: Como creadora de la obra, ¿las visiones de los toros tienen algún significado en concreto? ¿Y la presencia de las moscas?
A: Sí, para mí las moscas es algo que, en petit comité, lo añadimos luego. Es decir, no lo teníamos contemplado, pero es verdad que se colaban tantas cuando rodábamos que pensé: “¡qué buena idea!, vamos a incluirlas”. El meter las moscas como parte de la historia fue algo que surgió en rodaje. Fue un momento crucial porque, al final, tanto los animales como la muerte están rodeados de moscas. Entonces no fue algo aleatorio sino que pudimos encontrarle sentido y ver que podía funcionar.
Las visiones de los toros eran muy importantes, porque Eloísa siempre tenía este sueño recurrente. En un principio iban a señalar más a esta persona que tenía toros pero en el último momento simplemente dejé el toro como símbolo de un animal que es el más fuerte y el más indefenso a la vez. En la manera en la que los toros se mueven y vienen a por ella, la asusta. Para mí, la debilidad de ese personaje principal era este animal. Luego veremos que eso tiene un sentido. Si te fijas no solo salen en sus sueños sino que aparecen en otros planos. Además, el toro es un animal sagrado. También se le puede asociar con la fertilidad. El simbolismo que le de cada uno es muy personal. Es lo bueno que tiene esta pieza, para cada persona significa una cosa. Cuando se termina de ver, el espectador duda sobre quién ha podido ser. Y eso es lo que más me gusta de esta historia.
-M: ¿Cuál ha sido el momento más gratificante a la hora de llevar a cabo el corto?
A: La escena de la casa de Paz. Me parece que se creó una energía maravillosa. Es verdad que es un momento muy duro, pero estaban fantásticos los cuatro. Se contuvo la energía muchísimo. Me gustó especialmente rodar esa parte.
-M: Por el contrario, ¿qué fue lo más complicado?
A: El clímax, es decir, cuando Eloísa se encuentra con Paz saliendo de casa y surge la discusión. Ese fue el momento más complicado porque era un plano secuencia, con lo cual no hay cortes de cámara. La luz se nos iba y no teníamos más días para grabar, pero ellos estaban tan metidos en el personaje que funcionó. Hicimos tres tomas y la tercera fue la buena. Este tipo de situaciones pueden ser un desastre o una genialidad. Como siempre digo, en ese momento te encomiendas a Dios y que salga lo que tenga que salir.
-M: ¿En qué festivales va a participar Líbranos del mal?
A: Estoy muy contenta con mi distribuidora, Selected Films. Va a enviar el corto a muchos festivales durante dos años. Ahora a esperar que ganemos muchos premios… ¡Quién sabe si iremos a los Oscar, a los Goya o a donde vayamos! Y sobre todo ojalá que tenga muy buena acogida. Yo no hablo de premios, pero entrar en un festival en el que se presentan entre 2.000 y 12.000 personas es un premio.
-M: ¿Y tuviste que hacer alguna modificación para que entrara en algún circuito de festivales?
A: Sí, por ejemplo, el primer corte que tenía de cortometraje eran veinticinco minutos, pero he querido que durara veinte, porque creo que así vamos a poder abarcar más festivales. Es muy difícil programar un cortometraje de veinte minutos. Generalmente la gente envía cinco o diez. Pero cuando haces una historia así, te la tienes que jugar a que el espectador sea capaz de no moverse de la silla 20 minutos. Tiene que ser algo que realmente les interese. Yo confío en que lo hemos hecho bien. Ahora, no soy objetiva porque es mi obra, pero confío en que alguien lo pueda ver. Estamos esperando.
-M: ¿Va a haber una segunda parte de Líbranos del Mal?
A: Nos gustaría muchísimo hacer la película, eso es con lo que soñamos. Estamos de hecho escribiéndola. Pero, claro, una película puede tardar en levantarse de cuatro a seis años. Los actores ya me han dicho que quieren hacerla. Pero les tiene que gustar también el personaje de un largometraje que al final son entre 90 y 120 minutos. Yo confío en que sí, pero no sé cuándo llegará eso. Confío en que si yo tengo algo escrito y esto tiene muy buena acogida en festivales, las productoras se van a interesar. A lo mejor en vez de seis años o cuatro tardamos tres o dos en levantarlo. Nunca sabes. Pero si nadie lo conoce, apostar por un thriller muchas veces es difícil porque en este país se lleva mucho el drama o la comedia. Entonces cuesta. Pero confío plenamente en que lo haremos.
-M: ¿Qué es para ti el cine?
A: Uy, todo, creo. Es más de lo que me hubiera gustado que fuera. Al final es una forma de ser, no una profesión. Siempre he querido hacer cine. Me daba igual al principio en qué ámbito estar porque me gustaba todo lo que tiene que ver con contar historias a través de la imagen. Y eso podría también incluir a la fotografía, pero es verdad que si las imágenes ya se mueven, es aún más apasionante, ¿no? Que al final es lo que es el cine. Entonces, sí, yo creo que es todo. He intentado muchas veces no dedicarme a esto, pero no puedo. Me acabaré dedicando al cine de una manera u otra. Es una carrera lenta pero constante.
-M: ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser una cineasta mujer?
A: Lo peor es que todavía nos queda mucho por hacer y lo mejor que ya vamos haciendo. Nos queda mucho para que haya mujeres que sigan apostando por mujeres. Todavía vemos muchos personajes protagonistas femeninos en películas que están dirigidas y producidas por hombres. No vale solamente con la cara A, también es importante lo que hay detrás de cámara. Prefiero tener un protagonista masculino, pero que haya un completo equipo femenino detrás. Por esa parte nos queda todavía mucho por hacer. Detrás de cámara todavía sigue habiendo mucho paro para mujeres. Muchas historias de mujeres se atribuyen siempre a drama o a otro tipo de género más sensible, documental o independiente cuando las mujeres podemos dirigir perfectamente thrillers, acción o guerra. El cine no tiene nada que ver con el género. Va de autores. Lamentablemente, se producen más películas horribles de hombres, pero yo también quiero que se produzcan películas horribles de mujeres, ¿sabes? Las mujeres también luchan, corren, saltan, juegan, se pegan y matan. Ya vale un poco de siempre lo mismo. Yo creo que hay que romper todavía un poco los moldes. Estamos en buen camino, pero quedan años.
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