
NOCTURNO ERÓTICO
No hay edad para enamorarse
Confieso que prefiero hacer el amor a una dama que me ha enamorado que hablar o escribir de amor. A falta de esa señorita o señora, escribo sobre erotismo. Ahora, cuando me espera la vejez a la vuelta de la esquina, me considero doctor en las cosas del querer. Ya no me sorprende nada. Fui amante y tuve amantes. Mantuve relaciones con mujeres de mi generación y con algunas de la anterior, la que desconoció a Franco y nació en democracia consolidada. Y me he enamorado cuando se me prohibía amar y perdí la cordura con señoritas muy jóvenes, de pensamientos distintos, de formas de entender la vida del revés a mi filosofía.
Poseo, pues, experiencia para afirmar que no hay una edad para amar, que siempre, cada segundo, se ha hecho para apasionarte por una mujer, en mi caso, por un hombre, en el tuyo. Quizá existan épocas para la procreación, cuando el amor es más sexo que seso, y otro periodo de tiempo, cuando ya la necesidad de creced y multiplicaos caducó. Yo he amado con arte cuando superé la década de los 40. Desde entonces, durante 20 años comprendí que amaba más allá del hedonismo y más acá de la elegancia, el talento y la inteligencia, siempre perfumadas por la esencia de la belleza femenina. Los amores más intensos los disfruté cuando el fruto de mi vida ya había madurado.
Ahora, he hecho del erotismo un poema. A veces no encuentro la rima, pero los versos tocan las fibras del alma de la mujer que amo. Y así, de esta manera, la mía, aguardo quizá el último amor de mi vida. Pudiera ser que se convierta en una obra de arte sublime, digna de ser admirada por la divinidad.
Romeo Montesco
Confieso que prefiero hacer el amor a una dama que me ha enamorado que hablar o escribir de amor. A falta de esa señorita o señora, escribo sobre erotismo. Ahora, cuando me espera la vejez a la vuelta de la esquina, me considero doctor en las cosas del querer. Ya no me sorprende nada. Fui amante y tuve amantes. Mantuve relaciones con mujeres de mi generación y con algunas de la anterior, la que desconoció a Franco y nació en democracia consolidada. Y me he enamorado cuando se me prohibía amar y perdí la cordura con señoritas muy jóvenes, de pensamientos distintos, de formas de entender la vida del revés a mi filosofía.
Poseo, pues, experiencia para afirmar que no hay una edad para amar, que siempre, cada segundo, se ha hecho para apasionarte por una mujer, en mi caso, por un hombre, en el tuyo. Quizá existan épocas para la procreación, cuando el amor es más sexo que seso, y otro periodo de tiempo, cuando ya la necesidad de creced y multiplicaos caducó. Yo he amado con arte cuando superé la década de los 40. Desde entonces, durante 20 años comprendí que amaba más allá del hedonismo y más acá de la elegancia, el talento y la inteligencia, siempre perfumadas por la esencia de la belleza femenina. Los amores más intensos los disfruté cuando el fruto de mi vida ya había madurado.
Ahora, he hecho del erotismo un poema. A veces no encuentro la rima, pero los versos tocan las fibras del alma de la mujer que amo. Y así, de esta manera, la mía, aguardo quizá el último amor de mi vida. Pudiera ser que se convierta en una obra de arte sublime, digna de ser admirada por la divinidad.
Romeo Montesco
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