Martes, 11 de Noviembre de 2025

Carlos Domínguez
Martes, 10 de Diciembre de 2024
HABLEMOS

Tiembla Francia, arde Europa

   Coincidiendo con la reposición hortera de un símbolo de la grandeur ambicionada por la potencia responsable en su mayor parte de los males de la Europa  contemporánea, se ha producido un terremoto político en el país vecino, con la exitosa moción de censura a cargo de la extrema  izquierda y el lepenismo contra el gobierno apadrinado hace dos días por Macron, figura destacada de la partitocracia de ámbito continental. Síntoma, pues, de la profunda crisis de sistemas políticos rendidos a la socialdemocracia bajo máscara liberal, a raíz de sus contradicciones económicas y políticas encubriendo privilegios de una oligarquía que, va para medio siglo, adultera una democracia hoy prescindible desde su desapego hacia intereses y esperanzas del ciudadano común. En definitiva, Estado y burocracia, con clientelas, subsidios y servicios sociales a gogó, pese a una inevitable degradación y bancarrota.

 

   Pero el caos, la ingobernabilidad del país que aspiró al papel de primera potencia continental, ilusoriamente incluso por encima del cuadro bipolar de la Guerra Fría, no es indicio únicamente de la quiebra de las actuales tramoyas “democráticas”, desbordadas por graves problemas que se eluden desde la cobardía de gobiernos apparatchik. Así la deuda, el gasto, el orden público y la inmigración masiva, cuestiones y derechos del día a día para la gente corriente.

 

   Junto a la crisis económica y política que padece Alemania, segundo gran pilar del gigantesco leviatán orquestado por Bruselas, lo sucedido en Francia anuncia la inoperancia e inviabilidad de un europeísmo tramposo, perpetuado no desde la lealtad o la coherencia sino desde el egoísmo, la prebenda, el ventajismo o el chantaje de quienes, lejos de buscar un sincero impulso del proyecto europeo, se limitaron a blindar a sus castas político-institucionales. Sí, la Francia estatista se opone al MERCOSUR, atrincherada en privilegios nacionales. Más aún, considerando la trastienda del populismo de ultraizquierda y el nacionalismo rancio de Le Pen. Para nosotros, en el fondo bien está, porque a fin de aclarar de una vez embrollos internos habrá que echar abajo lo que lleva camino de convertirse en Reich de la socialburocracia y la corrección política, con sus agendas, sectarismos e indignas partitocracias.

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