ZAMORANA
Dos milagros en uno
Mº Soledad Martín Turiño
![[Img #94837]](https://eldiadezamora.es/upload/images/12_2024/5716_marisol-web.jpg)
Después de una noche agitada, la pequeña acababa de dormirse; aún había rastro de lágrimas en sus ojos cerrados ahora que estaba serena. Necesitaba descansar, pero su inquietud no la dejaba conciliar el sueño; viéndola así, tranquila en su capazo, era como un ángel, un milagro que la vida había otorgado a toda una familia desde su nacimiento.
Cuando no había transcurrido ni media hora, empezó a rebullirse en su cuna, era su forma de manifestar que estaba despertando. Me acerqué y la observé durante un buen rato. Movía los brazos y estiraba las piernas con fuerza, golpeando el colchón una y otra vez. Se destapó y entonces la tomé con cuidado entre mis brazos. Me senté con ella intentando que recuperara el sueño, pero fue imposible; en vez de eso empezó a observarme fijamente, permaneció muy quieta, sin moverse, y estuvimos así mirándonos la una en la otra durante un buen rato.
Se produjo algo que era pura magia, una especie de transmisión de pensamientos. En aquellos instantes, pretendí traspasarle todos mis conocimientos, ahorrarle los disgustos que le acarrearía la vida, inculcarle que debía aprender, tener amigos, darse a los demás, quererse a sí misma… y casi creí que todas aquellas ideas se las transfería a aquella mente diminuta que las absorbía con interés. Entonces, vi que sus ojos pestañearon varias veces, como si despertara del letargo producido; los besé despacio y ella hizo algo sorprendente para un bebé tan pequeño: me extendió los brazos en un gesto que entendí de agradecimiento. ¡Me ha hecho creer en los milagros!
![[Img #94837]](https://eldiadezamora.es/upload/images/12_2024/5716_marisol-web.jpg)
Después de una noche agitada, la pequeña acababa de dormirse; aún había rastro de lágrimas en sus ojos cerrados ahora que estaba serena. Necesitaba descansar, pero su inquietud no la dejaba conciliar el sueño; viéndola así, tranquila en su capazo, era como un ángel, un milagro que la vida había otorgado a toda una familia desde su nacimiento.
Cuando no había transcurrido ni media hora, empezó a rebullirse en su cuna, era su forma de manifestar que estaba despertando. Me acerqué y la observé durante un buen rato. Movía los brazos y estiraba las piernas con fuerza, golpeando el colchón una y otra vez. Se destapó y entonces la tomé con cuidado entre mis brazos. Me senté con ella intentando que recuperara el sueño, pero fue imposible; en vez de eso empezó a observarme fijamente, permaneció muy quieta, sin moverse, y estuvimos así mirándonos la una en la otra durante un buen rato.
Se produjo algo que era pura magia, una especie de transmisión de pensamientos. En aquellos instantes, pretendí traspasarle todos mis conocimientos, ahorrarle los disgustos que le acarrearía la vida, inculcarle que debía aprender, tener amigos, darse a los demás, quererse a sí misma… y casi creí que todas aquellas ideas se las transfería a aquella mente diminuta que las absorbía con interés. Entonces, vi que sus ojos pestañearon varias veces, como si despertara del letargo producido; los besé despacio y ella hizo algo sorprendente para un bebé tan pequeño: me extendió los brazos en un gesto que entendí de agradecimiento. ¡Me ha hecho creer en los milagros!




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.80