NUESTRA HISTORIA
Aquellas inundaciones
Allá por el año 1860, concretamente en el mes de diciembre, la capital zamorana y sus pueblos comarcanos sufrieron unas terribles inundaciones, causadas por la gran crecida de los ríos y arroyos. El Duero y el Valderaduey causaron cuantiosas pérdidas en la viviendas y en el medio rural; se perdieron las cosechas en la casi totalidad de las tierras ribereñas; fueron muchas las familias que se quedaron sin hogar. Tanta desgracia desbordó con mucho las posibilidades de las autoridades locales y `provinciales para enfrentarse a una situación extraordinariamente catastrófica.
Menos mal que, en Madrid, se formó una Junta General para las inundaciones, presidida por el Excmo. Sr. don Claudio Moyano. Este ilustre zamorano, político famoso, célebre por su Ley de Reforma de la Enseñanza que declaraba obligatoria la escuela primaria, siempre estuvo en disposición de favorecer desde la Corte los intereses y el progreso de Zamora y su provincia y consiguió importantes beneficios para su tierra natal. También fue Ministro de Fomento y desde esa cartera continuó ayudando a los zamoranos.
Aquellas inundaciones tan tremendas también consiguieron que el arroyo de Valorio, de ordinario tan tímido que llegaba a desaparecer con frecuencia, se embraveciera y arrasara los puentes tendidos sobre su cauce.
El Puente Croix, mandado construir a finales del siglo XVIII, siendo Jefe Político de la provincia el Conde de Croix, fue el que menos daños sufrió porque su robusta construcción soportó bien los embates de las aguas. En cambio, no soportaron la furiosa embestida el Puente de las Lecheras, situado a la entrada del bosque de Valorio, ni el del Espíritu Santo. Fue preciso reconstruir ambos en su casi totalidad.
En la Historia General de la Provincia de Zamora, de don Ursicino Álvarez, se dice que "una fuerte avenida del Duero destrozó muchas casas de los barrios bajos y otros arrabales ribereños, cuyas pérdidas contribuyó a remediar en parte el fondo de calamidades públicas y suscripciones particulares."
Desde luego, la Historia recoge datos sobre otras inundaciones tan importantes o más que la descrita anteriormente: El 1 de noviembre de 1739, en una de las mayores crecidas que se han conocido, las aguas del Duero penetraron en los barrios de San Claudio, San Simón, San Julián y Santo Tomé, entrando en las iglesias y arruinando doscientas casas.
Por las huertas de San Frontis llegaron las aguas hasta el Cristo de la Carrera y cuesta de San Jerónimo, y extendiéndose por el Rollo y la Vega de Villaralbo, se juntaron con la fuente del lugar. Arrastraron la aceñas del puente, cubrieron la vega de Gijón, y por Villagodio penetraron hasta Molacillos y Coreses. En Villalazán y otros lugares arruinó cuarenta y ocho casas. En Peleagonzalo no quedaron en pie más que siete. Por suerte, entre tanta desgracia no las hubo personales, y aquellas casas de adobe o tierra no tardaron en levantarse de nuevo a cuenta de los socorros con que fueron atendidos los necesitados.
Balbino Lozano
Allá por el año 1860, concretamente en el mes de diciembre, la capital zamorana y sus pueblos comarcanos sufrieron unas terribles inundaciones, causadas por la gran crecida de los ríos y arroyos. El Duero y el Valderaduey causaron cuantiosas pérdidas en la viviendas y en el medio rural; se perdieron las cosechas en la casi totalidad de las tierras ribereñas; fueron muchas las familias que se quedaron sin hogar. Tanta desgracia desbordó con mucho las posibilidades de las autoridades locales y `provinciales para enfrentarse a una situación extraordinariamente catastrófica.
Menos mal que, en Madrid, se formó una Junta General para las inundaciones, presidida por el Excmo. Sr. don Claudio Moyano. Este ilustre zamorano, político famoso, célebre por su Ley de Reforma de la Enseñanza que declaraba obligatoria la escuela primaria, siempre estuvo en disposición de favorecer desde la Corte los intereses y el progreso de Zamora y su provincia y consiguió importantes beneficios para su tierra natal. También fue Ministro de Fomento y desde esa cartera continuó ayudando a los zamoranos.
Aquellas inundaciones tan tremendas también consiguieron que el arroyo de Valorio, de ordinario tan tímido que llegaba a desaparecer con frecuencia, se embraveciera y arrasara los puentes tendidos sobre su cauce.
El Puente Croix, mandado construir a finales del siglo XVIII, siendo Jefe Político de la provincia el Conde de Croix, fue el que menos daños sufrió porque su robusta construcción soportó bien los embates de las aguas. En cambio, no soportaron la furiosa embestida el Puente de las Lecheras, situado a la entrada del bosque de Valorio, ni el del Espíritu Santo. Fue preciso reconstruir ambos en su casi totalidad.
En la Historia General de la Provincia de Zamora, de don Ursicino Álvarez, se dice que "una fuerte avenida del Duero destrozó muchas casas de los barrios bajos y otros arrabales ribereños, cuyas pérdidas contribuyó a remediar en parte el fondo de calamidades públicas y suscripciones particulares."
Desde luego, la Historia recoge datos sobre otras inundaciones tan importantes o más que la descrita anteriormente: El 1 de noviembre de 1739, en una de las mayores crecidas que se han conocido, las aguas del Duero penetraron en los barrios de San Claudio, San Simón, San Julián y Santo Tomé, entrando en las iglesias y arruinando doscientas casas.
Por las huertas de San Frontis llegaron las aguas hasta el Cristo de la Carrera y cuesta de San Jerónimo, y extendiéndose por el Rollo y la Vega de Villaralbo, se juntaron con la fuente del lugar. Arrastraron la aceñas del puente, cubrieron la vega de Gijón, y por Villagodio penetraron hasta Molacillos y Coreses. En Villalazán y otros lugares arruinó cuarenta y ocho casas. En Peleagonzalo no quedaron en pie más que siete. Por suerte, entre tanta desgracia no las hubo personales, y aquellas casas de adobe o tierra no tardaron en levantarse de nuevo a cuenta de los socorros con que fueron atendidos los necesitados.
Balbino Lozano

















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