SEMANA SANTA 2025
Las lágrimas de la Soledad
Eugenio-Jesús de Ávila
Soledad es la mujer con la que he pasado más horas de intimidad a lo largo de mi vida, más en la madurez. A ella le he contado mis cuitas eróticas, los deseos que nunca contrajeron sagradas nupcias con la realidad. La Soledad secó esas lágrimas que segrega el alma cuando se acaba el amor. La Soledad también es mi virgen, a la que adoro desde mi ateísmo racional. La Soledad es la procesión de mi madre, de mis hijas, de mi nieta, de alguno de mis amores perdidos. La Soledad es necesaria para reencontrarte contigo mismo después de tanto tiempo perdido entre las gentes. En soledad, piensas, reflexiones, te juzgas, te das aliento, comprendes lo qué es la vida y el por qué de la muerte, cuando solo existe ella.
La Virgen de la Soledad llora por la decadencia de Zamora, llora por cada mujer maltratada, vejada, mancillada, violada y asesinada. Las damas de la Soledad sueñan con la libertad de amar, con la esperanza de que todo hombre respete a cada mujer, la valore y la adore como a una diosa. Yo también quiero a cada dama de la Soledad, porque sin su inteligencia, talento, elegancia y feminidad la vida me resultaría fea, ingrata, grotesca y monstruosa.
Las lágrimas de la Virgen de Ramón Álvarez son los glóbulos rojos del alma femenina, estrofas que riman con el amor; la tristeza, madre del dolor, sublimada sobre las mejillas de una mujer. Y el Hombre solo llora cuando su esencia se afemina, se eleva y se olvida de su sexo.
La procesión de la Soledad es catarsis colectiva, purificación femenina, purga de emociones, estética religiosa, la belleza que siempre perdura en el recuerdo.
Eugenio-Jesús de Ávila
Eugenio-Jesús de Ávila
Soledad es la mujer con la que he pasado más horas de intimidad a lo largo de mi vida, más en la madurez. A ella le he contado mis cuitas eróticas, los deseos que nunca contrajeron sagradas nupcias con la realidad. La Soledad secó esas lágrimas que segrega el alma cuando se acaba el amor. La Soledad también es mi virgen, a la que adoro desde mi ateísmo racional. La Soledad es la procesión de mi madre, de mis hijas, de mi nieta, de alguno de mis amores perdidos. La Soledad es necesaria para reencontrarte contigo mismo después de tanto tiempo perdido entre las gentes. En soledad, piensas, reflexiones, te juzgas, te das aliento, comprendes lo qué es la vida y el por qué de la muerte, cuando solo existe ella.
La Virgen de la Soledad llora por la decadencia de Zamora, llora por cada mujer maltratada, vejada, mancillada, violada y asesinada. Las damas de la Soledad sueñan con la libertad de amar, con la esperanza de que todo hombre respete a cada mujer, la valore y la adore como a una diosa. Yo también quiero a cada dama de la Soledad, porque sin su inteligencia, talento, elegancia y feminidad la vida me resultaría fea, ingrata, grotesca y monstruosa.
Las lágrimas de la Virgen de Ramón Álvarez son los glóbulos rojos del alma femenina, estrofas que riman con el amor; la tristeza, madre del dolor, sublimada sobre las mejillas de una mujer. Y el Hombre solo llora cuando su esencia se afemina, se eleva y se olvida de su sexo.
La procesión de la Soledad es catarsis colectiva, purificación femenina, purga de emociones, estética religiosa, la belleza que siempre perdura en el recuerdo.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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